Esta película es un drama con canciones que cuenta la historia de una mujer que desea con todas sus fuerzas convertirse en una estrella de la música country. "Con tres acordes y la verdad" es un aforismo que acuñó el compositor Harlan Howard, que decía que con eso se podía hacer una canción country, y esa sentencia la tiene tatuada en su brazo Rose-Lynn Harlan, una chica que tiene 23 años, que acaba de salir de la cárcel por tráfico de estupefacientes, tras cumplir un año de condena, quedando en libertad provisional con una tobillera que le obliga a estar en su casa desde la siete de la tarde a las siete de la mañana.
Tiene dos hijos pequeños, una niña de ocho y un niño de cinco, que durante ese tiempo han estado con Marion, la abuela, y ahora la echan de menos, cuando se quedan con su madre. Rose-Lynn tiene talento y carisma y desea triunfar en la canción country, con lo que sueña poder ir algún día a participar en el Festival de Nashville, pero la tobillera le impide poder salir de Glasgow. De momento consigue un trabajo de limpieza en una casa, ocultando su condición de ex presidiaria, y Susannah, la dueña, le anima a poder desarrollar sus dotes como cantante e incluso le da dinero para ir a Londres a hacer una prueba en la BBC. Una serie de peripecias le hacen reflexionar que más importante que su carrera son sus hijos... pero no pierde las esperanzas.
Hay una interesante relación entre Rose y su madre, así como con la dueña de la casa donde sirve. Marion le hace ver la responsabilidad que tiene para con sus dos hijos y se muestra dura con ella, pero al final, como madre, comprende a su hija y tratará de que pueda triunfar en lo que le gusta y para lo que tiene condiciones. Es duro para una mujer soltera y con dos hijos, con antecedentes penales, salir adelante y máxime cuando quiere realizar su sueño.
Un correcto trabajo en el papel de Rose-Lynn el que hace la actriz y cantante irlandesa Jessie Buckley, que canta bien, pero sobre todo la serenidad y la lección que da la veterana Julie Walters como Marion es digna de tenerse en cuenta.
El director británico Tom Harper es el encargado de llevar a la pantalla en su cuarto largometraje esta conmovedora historia de sueños y de música country, y lo hace bastante bien, sacando buen partido del elenco de actores que tiene a su cargo y con un resultado aceptable en su conjunto.
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