Barbra Streisand, además de mítica cantante, tiene también una conocida vertiente cinematográfica, en principio como actriz, faceta en la que debutó con Funny girl (1968), de William Wyler, con la que se puede decir que fue llegar y besar el santo, ganando el Oscar a la Mejor Actriz Protagonista, y en la que ha intervenido en títulos populares y estimables como ¿Qué me pasa, doctor? (1972), de Peter Bogdanovich, Tal como éramos (1973), de Sydney Pollack, y Loca (1987), de Martin Ritt. Pero también probó suerte como directora, y ciertamente no se le dio mal. Debutó detrás de las cámaras (aunque también trabajó como actriz) en esta Yentl, para años después repetir con El príncipe de las mareas (1991) y cerrar posteriormente su carrera como tal (al menos cuando se escriben estas líneas) con El amor tiene dos caras (1996).
Streisand, por tanto, se inició en la realización cinematográfica con la adaptación a la pantalla grande de un relato del Nobel "yiddish" Isaac Bashevis Singer, una deliciosa historia romántica ambientada a principios del siglo XX, en la que se nos narra la vida de una joven judía, la Yentl del título, que, a la muerte de su padre, y deseosa de estudiar el Talmud, el libro santo de los hebreos, ingresa convenientemente disfrazada en una escuela solo para varones, únicos seres humanos a los que se les permiten esos estudios. Allí se enamorará de un colega, con lo que el enredo estará servido.
Divertida en muchos momentos, dramática en otros, libre y sensible siempre, la primera película de Barbra Streisand como directora es una admirable lección de cómo hacer cine comercial, inteligente, bien hecho y sin caer en tópicos al uso, y encima sobre el hermoso texto de un clásico de nuestro tiempo, el novelista, cuentista y ensayista Isaac Bashevis Singer. Candidata a cinco Oscar, Yentl se tuvo que conformar sin embargo, y muy injustamente, con una sola estatuilla, además de pedrea, la correspondiente a Mejor Banda Sonora Original.
Streisand como actriz resulta solvente, con lo que no descubrimos nada, así como tampoco que cantando es estremecedora, como en la bellísima, elegíaca canción Papa, can you hear me? Sus coprotagonistas Mandy Patinkin y Amy Irving (en aquellos tiempos muy famosa por sus colaboraciones con Brian de Palma en Carrie y La furia) resultan convincentes y seguros.
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