Serie: Apagón

Estreno en Movistar+.

El problema de esta por lo demás estimable miniserie de 5 capítulos es que, para quien haya visto la serie francesa El colapso (2019), el tema y el tratamiento le resultará muy familiar, porque esta Apagón comparte con aquella una situación bastante parecida; si en la serie gala el colapso económico y una especie de fin de civilización se produce por una extraña concatenación de sucesos que dan como resultado un desabastecimiento de productos, una caída de la energía a todos los niveles, una suerte de catastróficas desdichas que llevan a que el mundo civilizado se deshilache, se disuelva como un azucarillo en agua, en la serie española el catalizador de eso mismo será una tormenta solar de gran intensidad, lo que, en teoría, podría producir un fallo eléctrico generalizado en buena parte de la Tierra, un fallo que no es simplemente el típico apagón temporal que se repone en cuestión de horas, sino que afecta a los propios sistemas de alta tensión, a los que, literalmente, “fríe”, por lo que el restablecimiento de la normalidad puede tardar meses...

En ese contexto, en cada uno de los 5 episodios que componen esta miniserie iremos viendo distintos momentos y lugares en los que suceden cosas como consecuencia de ese duradero apagón que afecta a Estados Unidos, Europa, norte de África y Rusia, pero no así al resto del mundo. En el primero de los capítulos, titulado Negación, asistimos a las horas previas al desastre, desde la perspectiva del centro de Emergencias del ministerio correspondiente; están atendiendo a la gestión de un accidente ferroviario, pero cuando se desliza que la tormenta solar que se avecina podría ser muy grave, todo el personal entra en alerta para ver hasta qué punto puede ser peligrosa. Las noticias van llegando con cuentagotas, pero la sensación es que se viene encima una catástrofe sin precedentes... El segundo capítulo se titula Emergencia, y se sitúa en un hospital, varias semanas después del apagón, centrándose en la figura de la directora del establecimiento, que intenta como puede atender a los enfermos. El hospital, ante la falta de recursos, ha limitado la admisión de pacientes a los menores de 70 años, pero cada vez faltan más cosas; de hecho, se dan cuenta de que alguien les está esquilmando el almacén de medicamentos... El tercer segmento se denomina Confrontación, y se ambienta en una zona residencial de clase media-alta, con un recinto cerrado, en el que la historia se centra en una madre y su hija adolescente, que viven encapsuladas en el edificio, con escasas salidas, y siempre dentro del perímetro de la urbanización. Han pasado dos meses desde el apagón. De repente, empiezan a llegar bandas de chicos jóvenes, casi todos de etnia gitana, que quieren entrar en el perímetro cerrado... El cuarto episodio se titula Supervivencia, y en él vemos a un pastor de cabras cuando ya han pasado varios meses desde el evento a partir del cual una parte de la Tierra se quedó sin electricidad. Oye un disparo y ve que hay un grupo de gente por los alrededores. Temiendo que le quiten las cabras, huye. Auxilia a una chica que se ha caído en un barranco, pero pronto empieza a sospechar de ella... Y el quinto capítulo, titulado Equilibrio, engancha con el primero al centrarse en la figura de la mujer del jefe de Emergencias del Ministerio, que ha conseguido llegar a la finca familiar en el campo al día siguiente del apagón; allí se encontrará con los temporeros, muchos de ellos africanos, que trabajan sus tierras a las órdenes de un capataz intolerante. Cuando éste huya, la mujer tendrá que aprender a convivir con los temporeros, cuando hay un abismo entre ellos...

Como decimos, quizá el problema de la serie sea la continua evocación que, aquellos que han visto El colapso, pueden hacer de ese otro audiovisual. Pero, salvado ese tema, que obviamente no deber enturbiar la visión y el análisis de Apagón, debemos decir que se trata de un producto muy digno, muy profesional, solvente, aunque evidentemente irregular, en tanto en cuanto cada director le ha insuflado su particular personalidad al tema, desde el tono más intrigante típico de Rodrigo Sorogoyen en el primer capítulo, al más social de Isaki Lacuesta en el quinto, o el más introspectivo de Alberto Rodríguez, en el cuarto. Esos tres capítulos son, a nuestro entender, los mejores, sin que estén faltos de interés el segundo, de Raúl Arévalo, también con un candente tema humano (a quién se prioriza cuando no se puede atender a todos los enfermos), ni el tercero, el de Isa Campo, cuyo tema es cómo también en el Apocalipsis hay ricos y pobres.

En el caso del primer episodio, el de Sorogoyen, gusta sobre todo la narrativa seca, sobria, sin florituras, típica del cineasta madrileño, con esa que es ya su marca de fábrica, cocer la historia a fuego lento, con frecuencia usando del recurso del plano-secuencia, que maneja como nadie. La música, en un paulatino pero ininterrumpido crescendo, también contribuye a esa sensación de tormenta que se avecina, una tormenta (solar, en este caso) que hará retroceder a la Humanidad a la Edad Media.

En el segundo capítulo, el del actor Raúl Arévalo (en su nueva incursión como director en el audiovisual tras su excelente debut en Tarde para la ira), llama la atención su aspecto premeditadamente sucio, filmado con nerviosa cámara al hombro, ciertamente un recurso muy apropiada para el tema. Es un episodio bastante angustioso, con la visión de los sanitarios desde dentro, absolutamente desbordados. También es interesante comprobar cómo en esta tesitura, aquellos que normalmente viven en condiciones tercermundistas, como los habitantes del poblado chabolista, es donde mejor lo llevan, acostumbrados desde siempre a la precariedad, a los apagones, por lo que allí sigue existiendo una vida intensa, con mucho tejemaneje, lo que a la postre será la clave (ay, ese trueque de nuestros ancestros...) para la continuidad del hospital.

El tercer episodio, firmado por Isa Campo (habitual libretista de Isaki Lacuesta, habiendo debutado ella misma en la dirección con La próxima piel), afronta dos temas, que finalmente se entrelazan, el de la soledad adolescente y el del miedo al extraño, al diferente, con la consiguiente confrontación con el otro para conservar lo que se tiene. Con una filmación funcional, nos pareció un poco largo, quizá por una historia un tanto estirada.

El cuarto capítulo, el de Alberto Rodríguez, es quizá más calmado que los otros, menos angustioso, al menos en su primera parte; parece que al director le ha interesado más centrarse en la figura del pastor, alguien alejado de las tecnologías que gobiernan nuestras vidas y, por ello, indemne al brutal estropicio de la tormenta solar, y cómo habrá de afrontar el asalto de los antiguos y desalmados urbanitas, dispuestos a arrebatarle rebaño y vida, si se tercia. La relación con la chica accidentada, en la que se propiciará una muy interesante evolución, es también otro de sus temas, en un episodio seco, con un magnífico dominio de los silencios, en una filmación elegante, austera, marca de la casa, confirmando, como ya sabíamos, que Alberto Rodríguez es uno de los mejores estilistas, por no decir el mejor, en el actual cine español.

Y el quinto episodio, el de Isaki Lacuesta, al conectar con el primero a través de la mujer del jefe de Emergencias, cierra el círculo de la historia, en un contexto rural que permite lo que podríamos llamar una aproximación interclasista entre la mujer de alto nivel social, profesional de primera línea, de buena familia, con propiedades rústicas, y los temporeros: llegado el apocalipsis, todos deberán aprender a renunciar a sus prejuicios, a sus reticencias mutuas, para intentar construir entre todos un espacio igualitario donde no hay jerarquías sino solidaridad. Lacuesta utiliza mucho y bien los primeros planos de la protagonista, auscultando su rostro para darnos la evolución de su personaje, y tiene detalles muy interesantes, como esa quema de las fotos de la protagonista, utilizando así sus recuerdos como mero combustible. Con una moraleja quizá improbable, el capítulo es, de todas formas, un buen colofón a la miniserie creada por Fran Araújo, con la indispensable colaboración de los cinco directores, en lo que podría denominarse una miniserie “de autor” que explora los complejos territorios que supondría una vuelta atrás en la civilización hasta perder todo cuanto hoy nos parece lo más normal del mundo y, sobre todo, cómo influiría ese retroceso al Medievo en las relaciones entre los seres humanos.

En el aspecto interpretativo, nos han gustado especialmente las actuaciones de Luis Callejo, muy bien como el jefe de Emergencias que ve cómo el fin del mundo (o similar) se le viene encima a la Tierra sin poder hacer nada para evitarlo; la de Ainhoa Santamaría, la sufriente directora del hospital, obligada a tragarse sus prejuicios para intentar salvar vidas humanas; María Vázquez, que está muy bien como la mujer de clase alta que tendrá que aprender a convivir, a ser uno más junto a sus temporeros; también excelente, como siempre, Jesús Carroza, convertido hace ya tiempo en actor-fetiche de Alberto Rodríguez.


Apagón - by , Nov 21, 2022
3 / 5 stars
Retroceder a la Edad Media