La acción se sitúa en un futuro próximo pero indeterminado, quizá hacia 2030. El mundo se encuentra ya inmerso en las consecuencias del cambio climático, y una serie de terribles catástrofes en Noruega, con gran cantidad de víctimas mortales, da un vuelco electoral y hace que el partido ecologista alcance el poder, con su líder Jesper Berg como primer ministro; tras algún tiempo en el poder, el nuevo jefe del ejecutivo da a conocer el giro radical en materia de energía que ha dado su país, suspendiendo la extracción de crudo y gas (combustibles fósiles de los que Noruega es el mayor productor de Europa occidental) para pasarse a las centrales nucleares de torio, que proporcionan energía limpia, barata y sin efectos colaterales. La Unión Europea, ya con graves problemas de abastecimiento de combustibles, encarga a Rusia que se encargue de evitar el cierre del grifo de crudo y gas por parte de Noruega...
Así empieza esta percutante e intrigante serie sueco-noruega, que plantea una distopía que no sería demasiado disparatada, si se dieran las circunstancias que aquí se plantean. Otra cosa sería que Rusia, efectivamente, accediera a actuar de gendarme de la Unión Europea; pero, evidentemente, estamos ante un producto de política-ficción de anticipación, y como tal debe entenderse.
Occupied resulta ser una muy apreciable mezcla de dos de las tendencias de género en las que los países nórdicos se están especializando en las últimas décadas, por un lado la de las intrigas políticas, cuyo epítome podríamos considerar que es la prestigiosa serie danesa Borgen (2010-2013), y por otro la que se suele denominar como “nordik noir”, ficción “negra”, lógicamente en clave de thriller, de la que hay muchos y buenos ejemplos recientes, tanto en cine (la saga Millennium) como en televisión (por ejemplo, Bron/El puente). Porque Occupied narra las peripecias que habrá de afrontar el primer ministro Berg y su entorno, como su jefa de gabinete, Anita Rygh, quien tendrá posteriormente un papel capital en la trama, pero también su escolta personal, Hans Martin Djupvik, más tarde también llamado a responsabilidades mucho más elevadas; habrá también espacio para gente de la calle, como la restauradora Bente Norum, casada con un periodista muy crítico con el poder, que se verá zarandeada por una gran tragedia personal y también por sus relaciones con el “establishment” ruso.
La serie es una afortunada mezcla de intrigas políticas, con los sucesivos primeros ministros, todos en situación muy desventajosa al tener el país ocupado de hecho por una potencia extranjera, pero también con los problemas familiares o personales derivados de la afección o desafección hacia los rusos de los personajes principales, y con el nacimiento de grupos de resistencia que lucharán, desde muy diversos ámbitos y por intereses muy diferentes, desde el puro patriota hasta el que medra a costa de ese sentimiento. Los creadores de Occupied se han preocupado, y lo consiguen, en no transmitir la idea de que en la serie hay buenos y malos: así, los rusos no están pintados como los villanos de la obra, sino que actúan por motivaciones geopolíticas; para ello es fundamental el papel que juega la embajadora rusa, Sidorova, uno de los ejes principales de la serie, una alta funcionaria que se mueve entre la lealtad a su gobierno, su primera premisa, pero también la necesidad humana de intentar que la actuación de su país en Noruega no traspase líneas de lesa humanidad, no se llegue a la violencia para imponerla. Tampoco la resistencia, ni el gobierno ni el PST (el servicio de inteligencia noruego) están presentados maniqueamente, sino que todos estos estamentos tienen sus luces y sus sombras, sin que los creadores establezcan una simplista diferenciación entre buenos y malos: en el fondo, todos tienen sus razones, siendo esa visión desprejuiciada y deliberadamente neutral otra de las virtudes de esta obra audiovisual.
La serie parte de una idea del novelista Jo Nesbo, quizá el más interesante de los escritores del llamado “nordik noir”, en una zona del mundo, Escandinavia, donde los autores de este género son legión, y además de notable calidad: Henning Mankell, Stieg Larsson, Asa Larsson, Karin Fossum, Camila Läckberg, entre otros, han ido dando forma a un “corpus” literario de gran calidad y variedad, y Nesbo es quizá uno de los más estimulantes de esta pléyade. Aquí imagina un futuro no demasiado lejano en el que el control de la energía, que en el mundo moderno es, literalmente, poder, desencadena una serie de acontecimientos que pudieran parecer inimaginables, pero que ciertamente no lo son tanto.
Muy bien escrita y filmada, con algunas (inevitables) incoherencias argumentales (mantener el tipo durante casi mil minutos en una peripecia político-policial es casi milagroso), Occupied es una atractiva ficción de anticipación que culmina en cada capítulo con el correspondiente “cliffhanger” que deja en tensión la serie para la siguiente entrega, con personajes bien delineados, que además van evolucionando durante la obra, olvidando los monolitismos y apostando, como en la vida misma, por el incontrovertible hecho de que todos mutamos, todos vamos cambiando conforme la existencia avanza, conforme los hechos se van precipitando.
Buen trabajo actoral, con intérpretes escasamente conocidos en esta Europa meridional nuestra, pero muy eficientes, desde un Henrik Mestad que compone modélicamente al primer ministro ecologista que habrá de gestionar una crisis que parecía imposible, hasta Janne Heltberg, su sucesora, que mezcla sabiamente vulnerabilidad e inteligencia, su mayor fuerza en el poder; por supuesto, también Eldar Skar, cuyo papel de policía y posterior espía requiere de un hieratismo que él dota de críptica expresividad; y la estupenda Ingeborga Dapkunaite, actriz lituana que hace suyo el personaje de la embajadora rusa, un rol crucial en la serie.
La grabación de Occupied generó notable controversia, sobre todo en Rusia, a cuya administración no gustó nada que ellos fueran la potencia ocupante en esta ficción. De hecho, el embajador ruso (el de verdad, no Sidorova...) llegó a decir que era una pena que Noruega conmemorara el septuagésimo aniversario de la liberación del norte de Noruega de las tropas nazis por parte del Ejército Rojo con esta historia que hacía de ellos los malos de la función. Ya hemos visto que esto no era exactamente así, aunque es comprensible que a la administración rusa la premisa de una serie como esta no le hiciera particularmente feliz.
Esta reseña se escribe sobre las dos primeras temporadas de Occupied, de 10 y 8 capítulos, estrenadas en 2015 y 2017, respectivamente. En la fecha en la que escribimos, diciembre de 2019, se está empezando a emitir en su país de origen la tercera temporada, sobre la que escribiremos en cuanto sea accesible en España, para completar este texto.