Serie: Sequía

DISPONIBLE EN NETFLIX Y RTVE/PLAY.


España y Portugal, tan cerca, pero en el fondo tan lejos, son dos países que, aunque comparten más de 1200 km de frontera, lo cierto es que se puede decir que viven espalda contra espalda; y que conste que la culpa de ello, sobre todo, es de la parte española, que suele ignorar sistemáticamente la existencia de un país vecino de 10 millones de habitantes que comparten el mismo suelo, la misma península ibérica, y que en varios tramos de la historia de esa península ha formado parte de un proyecto común. En cine y televisión ese vivir espalda contra espalda incluso se recrudece: son rarísimas las coproducciones audiovisuales entre ambos países, así que nada más que por contradecir esa rareza, esta Sequía ya nos cae simpática…

La acción se desarrolla entre dos tiempos históricos diferentes: se inicia en nuestros días, a comienzo de la década de los años veinte del siglo XXI, pero hay recurrentes flashbacks a finales de los años ochenta del pasado siglo. La acción transcurre en su mayor parte en localidades rurales a ambos lados de la frontera hispano-portuguesa, a la altura de la provincia de Cáceres, en buena parte en la ficticia localidad de Campo Mediano. En la línea argumental de nuestros días, toda la Península Ibérica sufre una prolongada sequía (vamos, mismamente como en los días en los que escribimos este texto…), lo que hace que en un pantano situado en España pero muy cerca de la frontera portuguesa aparezcan algunas edificaciones anegadas cuando se construyó la presa. En ese fondo ahora sacado a la superficie aparecen restos humanos de dos personas… La policía española se pone en marcha, y la inspectora Daniela Yanes, que acaba de llegar a la comisaría del pueblo, es la que se encarga del asunto. Daniela tiene una relación regular con su madre, pero bastante mejor con su padrastro, Ortiz, que es su mentor en la Policía. En la parte portuguesa conocemos a Barbosa, importante empresario de la zona con todos los tics de un cacique: en su comarca se hace lo que dice él, lo que no impide que su hija, también alta directiva del grupo económico familiar, tenga serias desavenencias con su padre, quien sin embargo tienen todas sus esperanzas en la sucesión empresarial en su nieto Rubén, al que adoctrina en la mejor forma de gestionar una empresa y, sobre todo, los intereses familiares…

Esta miniserie de 8 capítulos está creada por el director, productor y guionista Joaquín Llamas, cineasta madrileño curtido en la dirección de series televisivas tan populares en su momento como Tierra de lobos, Quart: El hombre de Roma y Acusados, entre otras muchas. Aquí, además, dirige 5 de los 8 capítulos, haciendo lo propio Oriol Ferrer en los 3 restantes. Lo cierto es que, a nuestro juicio, nos encontramos ante una apreciable muestra de thriller en el que se mezclan diversos asuntos, desde la aparición mucho tiempo después de restos humanos que reverdecen una antigua desaparición, nunca aclarada, hasta los manejos de empresarios de pocos escrúpulos que no dudan en retorcer voluntades, bien comprándolas, bien coaccionando con malas artes e incluso recurriendo a la violencia (siempre ejercida por esbirros vicarios “ad hoc”, por supuesto); además de ello se entremezclan algunas historias intrafamiliares, con conflictivas relaciones intergeneracionales, conformando todo ello un producto que no oculta desde luego sus intenciones comerciales, pero bien urdido y bien trabado, en una historia en la que, si bien es inevitable que aparezcan algunos tópicos, se siguen con agrado las peripecias de estos personajes que han de moverse en un escenario nuevo y movedizo tras el hallazgo de un (literal) esqueleto en el armario (en este caso en el pantano desecado…). Tendremos también algunas líneas argumentales paralelas pero secundarias, como el policía portugués y su deuda impagable con la poderosa patrona que salvó a su familia, lo que le compele a actuar de forma alegal, por no decir ilegal, o el periodista dispuesto a todo para desenmascarar las maniobras caciquiles del dueño “de facto” de la zona portuguesa, o la relación amor/odio entre la policía encargada del caso y su padrastro, cuando se da cuenta de que él, que fue su mentor y su referencia, también tenía (y en este caso casi literalmente…) sus muertos en el armario.

Estamos entonces ante una serie bien narrada, con un punto de intriga casi permanente, subrayado por una música intrigante, original del músico portugués José de Castro. Sequía presenta una intriga apañada aunque a veces poco sutil, en especial en la parte ambientada en Portugal, donde el perfil caciquil del empresario Barbosa resulta con frecuencia pintado con brocha gorda y no con el fino pincel que hubiera sido deseable. Con todo, conforme avanzan los capítulos la intriga se va adensando y mejorando, poniendo al descubierto una espesa pero atractiva tela de araña en torno a la familia Barbosa y los crímenes perpetrados dos decenios atrás, en un complejo juego de poder en el que todos juegan sus cartas para no perder el control del grupo empresarial y, con ello, mantener la posición de privilegio del que goza el clan.

En la serie, como es habitual en este tipo de productos de entretenimiento inteligente, pasan muchas cosas, apenas sin pausas para digerir lo visto; en este sentido, es mejor dejarse llevar en volandas por el carrusel de acontecimientos que van sucediéndose de forma acelerada conforme se va acercando el final de la miniserie, que terminará con una conclusión cínica, en la línea que hizo célebre Visconti en su El gatopardo: cambiarlo todo para que nada cambie.

En el aspecto interpretativo, nos parece que Elena Rivera es un claro error de cásting; Elena es buena actriz, pero su personaje, la inspectora Daniela Yanes, hubiera necesitado una intérprete de mayor fuerza no solo psicológica, sino también física: Elena tiene un físico muy endeble y hay escenas de acción en la que no resulta creíble, lo que juega en contra de la verosimilitud de su personaje, que debería tener una prestancia, un aplomo del que Rivera carece. Del resto nos quedamos con el buen villano que compone Rodolfo Sancho, un villano matizado, ambiguo, pero también, en la parte portuguesa, con el buen hacer del veterano Guilherme Filipe como el carismático empresario cacique y de Marco d’Almeida como el policía escindido entre su deber profesional y su deuda sentimental con la mecenas que salvó a su familia.


Sequía - by , Jun 17, 2023
3 / 5 stars
Vivir espalda contra espalda