Serie: Vivir sin permiso

Mediaset España no es precisamente uno de los adalides de las buenas series televisivas; así a vuela pluma solo cabe recordar aquella interesante, distinta Frágiles, de hace ya bastantes años, y poco más. El príncipe, que también era producción suya, era mucho más comercial y también más elemental. Pero con Vivir sin permiso, ciertamente, Mediaset España ha dado el do de pecho, y de qué forma.

La historia se ambienta en Galicia, en una imaginaria localidad denominada Oeste, uno de esos territorios que, siendo ideales, tienen sin embargo una plasmación geográfica concreta (recordemos la Mágina de Muñoz Molina, trasunto de Úbeda); aquí, sin embargo, sería más bien un conjunto de localidades de la zona, desde Santiago de Compostela a Vigo, desde Villagarcía de Arousa a Moraña, lugares todos ellos, entre otros, donde se han localizado las grabaciones. En ese contexto, conoceremos la historia de Nemesio “Nemo” Bandeira, un empresario sexagenario, hecho a sí mismo, que ha montado todo un imperio económico con una parte ilegal, fundamentalmente el comercio de droga procedente de América, y otro legal, una naviera que opera con todas las bendiciones reglamentarias. Cuando diagnostican a Nemo Bandeira que padece la enfermedad de Alzheimer, este decide no comunicar nada en principio a su familia, y proceder a elegir a su sucesor al frente de su imperio. La familia está compuesta por Chon, su mujer, hija de un rico hacendado de la zona; Carlos, con problemas de autoestima, drogadicto en rehabilitación, que mantiene una relación estable con un maestro del pueblo; y Nina, que tampoco anda demasiado sobrada de autoestima. Ninguno de los dos parecía haberse postulado nunca para la sucesión. Cuando Nemo deja fuera de la carrera a Mario, su ahijado, en realidad el hombre fuerte de las empresas (legales e ilegales) y el más preparado, este se sentirá dolido y maquinará para, en la sombra, hacerse con lo que cree que le pertenece, por haber sido quien ha dirigido los negocios en los últimos años. Además, Nemo tiene una hija natural, Lara, hija de una primera relación que tuvo con el amor de su vida, a la que dejó para casar con Chon, que le permitía emparentar con la plutocracia gallega...

A lo largo de dos temporadas, de 13 y 10 capítulos, respectivamente, se desarrolla este notable thriller entreverado de melodrama, acción y romanticismo, una sugestiva mezcla que parte de una historia original del escritor gallego Manuel Rivas, para, bajo la batuta del donostiarra Aitor Gabilondo (creador de series como la mentada El príncipe y Allí abajo), convertirse en un convincente producto audiovisual que no da tregua, y en la que buena parte de su mérito está en la creación de poderosos personajes: por supuesto, el principal, ese Nemo Bandeira duro como el pedernal pero a la vez tan sensible con su familia, en especial con Lara, su hija natural, a la que cree que ha fallado al abandonar a su madre para irse con otra mujer que convenía más a sus delirios de grandeza. Nemo Bandeira es todo un hallazgo, con rasgos de otros capos, desde el mismísimo Don Corleone a Pablo Escobar u otros más cercanos, como los gallegos Sito Miñanco o Laureano Oubiña. Pero el conjunto del personaje es plausible, un hombre zarandeado por el alzheimer, teniendo que capear la enfermedad a la vez que gestiona su imperio, busca sucesor y, en la segunda temporada, hace frente al poderoso cártel mexicano que encabeza su concuñado Germán, este quizá inspirado en el Chapo Guzmán (aunque con mucha mejor carrocería, es cierto...). Jose Coronado es un extraordinario Nemo Bandeira, es imposible imaginar que alguien pudiera hacerlo como él.

Además del potente personaje de Nemo, hay otros igualmente excelentes, como el de Mario, que interpreta Álex González, un rol retorcido, un tipo aerodinámico con muchos dobleces, capaz de engañar una, dos, tres veces, a la misma persona, un tipo taimado que no se para en mientes para conseguir su objetivo; González es un tanto “palo” en la interpretación, pero aquí esa “cualidad”, por llamarlo de alguna forma, juega a favor del personaje, confiriéndole un tono reflexivo y meditativo que conviene a su papel. Otro de los poderosos personajes de Vivir sin permiso es, sin duda, el de Ferro, el fiel lugarteniente de Nemo, al que interpreta el gallego Luis Zahera, un actor de reparto que en los últimos años está dándonos muy gratas sorpresas, como el empresario corrupto de El reino por el que obtuvo, tan merecidamente, el Goya. Ferro es un personaje también interesantísimo, la mano de hierro de Nemo Bandeira, pero en el fondo también con su corazón, que siempre está al servicio de su amo, de una forma absolutamente entregada.

Curiosamente, los personajes femeninos suelen ser más endebles. Lo es el de Chon, la mujer de Nemo, interpretado por la sin embargo muy solvente Pilar Castro, pero cuyo papel, ciertamente, no va mucho más allá de la mujer despechada del magnate de turno, que se siente preterida y poco más; tampoco el personaje de la hija legítima, Nina, es mucho mejor, además servido por una actriz no precisamente distinguida, Giulia Charm; lo mismo se puede decir del papel de Lara, la hija natural de Nemo, interpretado por Claudia Trisac, que tampoco es que sea Katharine Hepburn... El único personaje femenino potente nos parece el que interpreta Leonor Watling, una española afincada en México, con un delicioso acento azteca, que hace toda una creación de la cuñada de Bandeira.

Las tramas están bien urdidas, aunque es cierto que con cierta frecuencia se recurre a la carambola, al azar, como forma de progresar la historia; pero el resultado es convincente y coherente, la intriga es notable y las escenas de acción están resueltas con solvencia y precisión.


Aunque parece evidente que la serie se podría considerar que se encuentra en la estela de los productos audiovisuales que en los últimos tiempos han incursionado exitosamente en el tema del narcotráfico, como Narcos o Fariña, lo cierto es que Vivir sin permiso, gracias a la excelente materia argumental suministrada por Manuel Rivas, a su vigorosa puesta en escena, y a un notable cincelado de los poderosos personajes que hemos glosado, se puede decir sin empacho que no solo no es deudora de los seriales citados, sino que incluso los supera, gracias a una acentuada personalidad propia y a una densa historia, que atrapa al espectador desde la inteligencia y no desde la crueldad o el sadismo (de la que, de todas formas, no está ayuna, desde luego, conforme a los códigos creativos del thriller en el audiovisual moderno...).


Así las cosas, Vivir sin permiso se constituye en un sólido producto audiovisual español, que ya está siendo distribuido a nivel mundial por Netflix, sin duda esperando la poderosa plataforma norteamericana repetir el exitazo que ya tuvo La casa de papel, una producción española que también se estrenó en una televisión convencional para después ser adquirida por el gigante USA del “streaming”.


 


Vivir sin permiso - by , Mar 17, 2020
4 / 5 stars
Poderosos personajes