CINE EN SALAS
No es la primera vez que el cine se interesa por la imagen de la mexicana advocación a la Virgen de Guadalupe, ya que con anterioridad ya se pudo ver otra película hispano-mexicana igualmente titulada Guadalupe (2003), dirigida por el debutante Santiago Parra, que era un homenaje al misterio de las apariciones, aunque con una historia de ficción como fondo.
En esta ocasión se trata de un documental titulado Guadalupe: Madre de la Humanidad (2023), codirigido por Andrés Garrigó y Pablo Moreno, dentro del tipo de cine religioso que se suele hacer actualmente. En este caso se trata de un documental que tiene un guion muy bien documentado, que capta rápidamente el interés del propósito que se han fijado los realiz ...
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ESTRENO EN NETFLIX
Habrá que comenzar hablando de qué es, en matemáticas y física, el llamado “problema de los 3 cuerpos”. Wikipedia lo define así: “El problema de los tres cuerpos consiste en determinar, en cualquier instante, las posiciones y velocidades de tres cuerpos, de cualquier masa, sometidos a atracción gravitacional mutua y partiendo de unas posiciones y velocidades dadas”. Hablando en plata, si tres cuerpos cercanos en el espacio interactúan conforme a las leyes de la gravedad, con la correspondiente atracción gravitatoria, ¿cuáles serán sus movimientos? ¿En qué forma se interrelacionan y realizan las correspondientes elipsis? Según las fuentes consultadas, igual que para dos cuerpos las respuestas son matemáticamente fáciles y poco numerosas, para tres cuerpos son imposibles de determinar de forma concreta, no existiendo una respuesta cerrada, sino muchas, probablemente infinitas.
El escritor chino Liu Cixin (Pekin, 1963) es probablemente el más conocido de los autores de ciencia ficción de la China Popular; su novela El problema de los 3 cuerpos, primera entrega de la trilogía titulada Recuerdo del pasado de la Tierra, se publicó en 2006 en China con gran éxito, consiguiendo varios premios; su traducción publicada en Occidente en 2014 logró por primera vez el prestigioso Premio Hugo (algo así como el Nobel o el Pulitzer de la literatura de ciencia ficción) para un texto originalmente escrito en chino. Sobre esa novela se han montado varios proyectos audiovisuales, desde un anime seriado en 2014 a una serie de 30 capítulos de 2022 sobre el segundo de los libros de la trilogía, el titulado El bosque oscuro, ambos de producción china.
Ahora es el gigante Netflix el que auspicia esta adaptación, con una primera temporada de 8 capítulos que, obviamente, tendrá continuación (el final abierto así lo sugiere, desde luego), en el que la acción, aunque inicialmente se mantiene en la China Popular, el resto prácticamente se desarrolla en Occidente, mayormente en el Reino Unido y Estados Unidos, lo que ha provocado críticas en el país de origen de las novelas. La trama se inicia en la China Popular de la llamada Revolución Cultural, en los años sesenta, cuando los problemas económicos de la república comunista hizo que los radicales mandamases maoístas dieran en hacer “tabula rasa” con todo lo conocido y buscar una nueva civilización sin los “vicios” de la anterior; para ello, pusieron (casi literalmente) en la picota a aquellos sabios del “viejo sistema”, como profesores y científicos, humillándolos en la plaza pública, cuando no torturándolos y matándolos, como le ocurre al padre de Ye, una joven estudiante de ciencias, que tiene que ver cómo su padre, un respetado físico ...
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En capítulo precedente hemos hecho un somero repaso de la filmografía de Stanley Kubrick, cuando se cumple un cuarto de siglo de su repentino fallecimiento, tras terminar de rodar Eyes wide shut.
Pero además de dejarnos esa espléndida filmografía como para enmarcar, personalísima y arrebatadoramente arriesgada, Kubrick ha influido, y de qué manera, en todo el cine del último cuarto de siglo XX y este primer del XXI que (con un poco de suerte) se cerrará el próximo 2025. Veamos...
La influencia inabarcable
Quizá la primera película kubrickiana cuya influencia es detectable en sus contemporáneos y cineastas posteriores sea Senderos de gloria, en dos líneas: una la puramente formal, en la que los travellings a lo largo de las trincheras de la Gran Guerra han cobrado carta de naturaleza y no hay film que se haga sobre esa horrísona conflagración bélica que no incluya esa cámara avanzando o retrocediendo ominosamente por las trincheras. Véase, por ejemplo, el paradigmático caso de 1917 (2019), rodada por Sam Mendes más de sesenta años después, pero respetando ese canon estético y de lenguaje cinematográfico, en un evidente homenaje al film sobre la Primera Guerra Mundial por excelencia, el filmado por Kubrick; y dos, una línea de corte ético y moral, la denuncia de la utilización de la infantería, de los soldaditos de a pie, como mera carne de cañón, como números que se pueden sacrificar en el ara de la vanidad personal, o del beneficio propio, o de cualquier religión, o de la propia ideología, evanescentes tonterías todas ellas al lado de una sola vida humana. Desde Senderos de gloria hay un aliento humanista en cada guerra filmada (no hablamos de Rambo et alii, sino de cine de verdad...) que no se puede soslayar, que es inherente a ese tipo de cine bélico que, desde su película, ha de ser necesariamente antibelicista, o será otra cosa, será un cine de testosterona y tente tieso.
¿Qué decir entonces, de la influencia de Espartaco en el cine de su tiempo? Pues que, entre otras cosas, dignificó el género “de romanos”, el también conocido como “péplum”, que a finales de los años cincuenta se dedicaba mayormente a poner en pantalla a tíos tan musculosos como cortitos de cerebro, en películas que la cinematografía italiana convirtió en un subgénero (con todas las connotaciones negativas de la expresión...), a partir del gran é ...
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