Enrique Colmena

El extraordinario éxito en taquilla de Lo imposible, la película de Juan Antonio Bayona que, a la hora de escribir estas líneas, ha recaudado ya más de 36 millones de euros sólo en España, nos da pie a hablar sobre un fenómeno que, aunque no es de ahora, sí es cierto que es en estos tiempos convulsos de la crisis es cuando está dando sus mejores frutos, al menos desde un punto de vista estrictamente comercial.

Nos referimos, claro está, al rodaje de filmes de producción española pero en lengua inglesa, con actores anglosajones, a ser posible de renombre, e historias universales que puedan interesar a todo tipo de públicos más allá de nuestras fronteras.

Seguramente el pionero en este tipo de ambiciosas producciones que buscaban su estreno fuera de nuestro país, con el ojo puesto en el mercado norteamericano y británico, fuera Antonio Isasi Isasmendi, un director, guionista y productor, hoy olvidado, pero que durante las décadas de los años sesenta y setenta, sin cortarse un pelo, dirigió una serie de filmes que pretendían sacudirse la caspa de la cinematografía nacional y producir obras que pudieran consumirse también en otros países, en otras lenguas. Así, en 1965 rueda Estambul 65, un filme de intriga, espionaje y acción que bebía evidentemente del éxito de la época (también de ahora, por cierto: hay cosas que nunca cambian…), la serie 007; tenía a Horst Buchholz al frente del reparto, entonces muy de moda por su participación en Los Siete Magníficos. Tres años más tarde Isasi atacó de nuevo con Las Vegas 500 millones, nuevo intento de hacer cine en inglés con ambición exportadora, ahora a vueltas con el robo perfecto, y con Gary Lockwood (en su mejor momento, tras el éxito de 2001, una Odisea del Espacio) como protagonista. Un verano para matar fue la nueva apuesta de Isasi en esta línea, en 1972, esta vez en una historia entre el thriller policíaco, la intriga y el suspense, con Chris Mitchum (hijo del inolvidable Robert, aunque no heredó el talento de su progenitor) y Karl Malden al frente del cosmopolita reparto. El ciclo internacional de Antonio Isasi se cerraría en 1977 con El perro, la más ambiciosa de sus producciones, muy costeada y políticamente comprometida, sobre un hombre acosado a muerte por el dictador hispanoamericano de turno (en aquella época era lo habitual, igual que hoy día, afortunadamente, lo normal son las democracias en aquella región), con Jason Miller como protagonista absoluto, fresco aún su momento de gloria en El exorcista. Sin embargo, la película no cumplió las expectativas previstas en taquilla, y aquel venero que el cineasta madrileño había iniciado se vio cercenado de raíz.

Habría que esperar ya prácticamente hasta los años noventa, cuando Fernando Trueba, tras conseguir el segundo Oscar para el cine español con Belle Epoque, rueda en Estados Unidos y en inglés, aunque con capital exclusivamente español, la comedia de enredo Two Much, que obtiene un resonante éxito en España aunque bastante menos en Estados Unidos.

A partir de ahí se abre un prolongado vacío que no vuelve a cubrirse hasta que en 2009 Alejandro Amenábar rueda su Ágora, en inglés, of course, y con un reparto cosmopolita encabezado por Rachel Weisz. Aquella inusitada osadía, con un presupuesto mastodóntico, fue quizá el pistoletazo de salida que necesitaban otros cineastas, otros productores españoles, para iniciar la aventura de rodar cine hispano en inglés para todo el mundo. Así, desde entonces se han sucedido varios filmes con diversa calificación artística, pero que en todos los casos han optado por rodajes, temas, intérpretes internacionales, aunque casi siempre los equipos técnicos han sido genuinamente españoles.

De esta forma tenemos el caso de Buried. Enterrado, de Rodrigo Cortés, que acumuló, a la osadía de rodar en inglés, el atrevimiento aún mayor de hacerlo con un tema y un escenario únicos, un soldado norteamericano (notable trabajo de Ryan Reynolds) enterrado vivo en un ataúd por la resistencia iraní, en una carrera hacia la vida cuando la muerte está más cerca.

Al año siguiente en 2011, fue el turno de Juan Carlos Fresnadillo y su Intruders, un filme de terror con Clive Owen y Pilar López de Ayala como contribución española.

Por fin, en este año de 2012 en el que se escriben estas líneas, hemos contado con dos filmes con plena vocación internacional. Por un lado, de nuevo Rodrigo Cortés acomete un empeño en inglés, y además ahora contando nada menos que con una de las vacas sagradas de Hollywood, Robert de Niro, en un thriller de intriga de corte sobrenatural, Luces rojas, con acompañamiento de un Cillian Murphy que sigue siendo uno de los rostros más peculiares del cine actual.

Y, lógicamente, Lo imposible. Juan Antonio Bayona tenía como antecedente el thriller de terror El orfanato, que en su momento batió todas las marcas de comercialidad en España, y ahora da el salto al mercado internacional; aunque aún no se ha estrenado en Estados Unidos (está previsto que lo haga el 21 de Diciembre de 2012, en la mismísima campaña de Navidad), lo cierto es que lo más probable es que obtenga un resonante éxito en taquilla, como ha ocurrido en España, porque la fórmula es, de cara a la taquilla, perfecta: tema percutante, actores bien conocidos en Estados Unidos, hablada en inglés, con la emotividad llevada al extremo, excelentes efectos especiales… Todas las papeletas para que ese día la película se lleve, sin jugar ni un décimo, el Gordo de la Lotería Nacional que en España se juega al día siguiente.

Y es que cuando la necesidad aprieta, no hay más remedio que darle al magín, que espolear la imaginación: el cine español tiene muchos caminos, y puede transitarlos todos simultáneamente. No se trata de que a partir de ahora todos los rodajes se hagan en inglés y con actores angloparlantes: sería un disparate y vaciaría de contenido nuestra cinematografía. Lo que sí se puede, y se debe hacer, es diversificar nuestro cine, rodar algunos proyectos como este de Lo imposible, que ha demostrado que puede funcionar magníficamente en taquilla e insuflar al cine español el oxígeno que necesita para sobrevivir.

Contra la crisis (también en cine), imaginación, creatividad, búsqueda de caminos, exploración. ¿Nos enteraremos? ¿Será suficiente con el éxito elefantiásico del filme de Bayona para que veamos qué tenemos que hacer? No soy muy optimista: ya sabemos que nuestra industria, lamentablemente, padece un autismo profundo, un ombliguismo absoluto, una tendencia al ensimismamiento del que sólo sabemos salir para pedir cuentas al zarandeado poder administrativo de turno. Pues a ver si nos enteramos: nadie nos va a salvar, la salvación la tenemos que buscar nosotros…



Pie de foto: Naomi Watts lucha por su vida en Lo imposible.