Rafael Utrera Macías

Miss Dalí es una producción de “Els Films de la Rambla”, dirigida por Ventura Pons, que, tras su efímero paso por salas comerciales, en 2018, se exhibe en las plataformas de vídeo bajo demanda; en la actualidad puede verse en “Amazon prime video”. Se recrea en ella la vida de la familia Dalí, centrándose fundamentalmente en los años de juventud de los dos hermanos, Salvador y Ana María, de su estancia en Cadaqués como anfitriones de Federico García Lorca y Luis Buñuel, y de las tortuosas relaciones personales entre el pintor y su hermana prolongadas a lo largo de la vida de ambos, a lo que no fue ajena Gala, la compañera de Salvador.

Un largo reparto reúne a figuras internacionales de la escena y el cine tal como Siân Phillips (Livia en Yo Claudio, ahora como la anciana Ana María) y Claire Bloom (Terry en Candilejas, aquí como Maggie, la amiga de miss Dalí), junto a reconocidos profesionales del cine español/catalán: José María Pou (padre del pintor), Vicky Peña (Josefina) y Mercè Pons (Emilia), al lado de otros jóvenes intérpretes como Joan Carreras (Dalí), Eulalia Ballart (Ana María, joven), José Carmona (Lorca), Sergi Vallès (Buñuel), o la francesa Rachel Lascar (Gala). Hablada en inglés, catalán, castellano y francés, tiene una duración de 268 minutos.

Los respectivos libros de  ambos hermanos, “Vida secreta de Salvador Dalí” (1942) y “Salvador Dalí visto por su hermana” (1949), han debido servir de base para la construcción del guion original escrito por Ventura Pons, aunque no pocos detalles y precisiones puedan deberse a los consultores históricos que el director/productor ha tenido: Antonina Rodrigo (amiga de Ana María y autora de libros sobre el personaje), Mariona Seguranyes (historiadora de Arte y autora de “Els Dalí de Figueres”), Lluís Permanyer (periodista y autor de “Dalí parlat. Amb una conversa enregistrada”), Pere Vehí (vecino de Cadaqués, descendiente de pescadores y buen conocedor del ambiente local) y Lali Bas Dalí (sobrina del pintor y autora de un libro sobre su familia). 


En el principio: Ocaña

La filmografía del director Ventura Pons se remonta a 1978 con su ópera prima Ocaña, retrato intermitente, una película documental que focalizaba su atención sobre un personaje popular, José Pérez Ocaña, emigrante andaluz nacido en Cantillana (Sevilla) y avecindado en Barcelona, donde ejerció como actor y artista, ya pintor naïf, ya cantante de cuplés, al tiempo que abanderado y pionero del movimiento LGTBI al cual reivindicó, ataviado con indumentaria femenina y sin complementos de ropa interior, por las Ramblas de la capital catalana. Lamentablemente, en una defensa del culto religioso popular en su pueblo natal, sufrió quemaduras de tal grado que activaron su hepatitis crónica, víctima de la cual murió en septiembre de 1983.

Si mencionamos los inicios del cineasta Pons, no es tanto por referirnos al basamento de su filmografía sino por la semejante estructura con la que el director ensambla los distintos elementos componentes de aquel primitivo documental y los diversos y heterogéneos bloques que conforman esta película en torno a la vida de la catalana familia Dalí.

Efectivamente, en Ocaña, una entrevista con el personaje va dando cuenta de sus postulados y opiniones sobre una diversidad de facetas relativas tanto a su biografía como a sus conocimientos artísticos o a sus intereses sexuales. La fragmentación de la misma le permitía al director incluir testimonios del artista en distintos momentos y ocasiones, desde su carnavalesco paseo travestido a sus otras intervenciones públicas donde el arte y la sexualidad, separadas o combinadas, merecían su apasionada defensa y, por encima de ellas, un concepto de la libertad y las libertades que, en la mojigata España del postfranquismo, tenía tan numerosos detractores como escasos defensores.


Fragmentado relato en el recuerdo: Dalí, de Ribas

De otra parte, también es antecedente de la obra que comentamos, Dalí (1990), de Antoni Ribas (autor, entre otros títulos, de adaptaciones literarias, Las salvajes en Puente San Gil, o de superproducciones de carácter histórico como La ciudad quemada y Victoria). Dalí es una biografía, obligadamente parcial, del pintor, dada desde una específica visión y con unos subjetivos subrayados. La historia centra la acción en 1940 con la llegada a Nueva York de Salvador y Gala. Utilizando el socorrido recurso de un periodista que se interesa por el todavía poco conocido pintor en Norteamérica, se establecen unas entrevistas en las que el propio personaje va narrando los acontecimientos más sugerentes de su vida. El discurso verbal entre Tom Maloney, reportero de la revista "Time", y Salvador, empeñado en demostrar su genialidad, inicia un fragmentado relato en el recuerdo, que tiene a Gala como testigo de los hechos. 

La figura daliniana, interpretada por el actor Lorenzo Quinn (hijo de Anthony Quinn), y su obligada pose está compuesta por Ribas con un cierto tono caricaturesco. Los gestos grandilocuentes, en paralelo con sus enigmáticos bigotes, el sentido comercial que otorga a su obra, la dependencia sentimental y el toque de marioneta en relación con Gala, auténtica dirigente y, al tiempo, devoradora de su personalidad, constituyen rasgos muy determinantes del carácter de esta producción. Otro de los aspectos exigidos por el realizador ha sido componer un panel donde todas las figuras históricas sean reconocibles por su físico e identificadas por el espectador en cuanto aparezcan en la pantalla. Salvo los tres personajes principales, Dalí, Gala y Maloney, las demás son presencias ocasionales que no necesitan de una específica interpretación sino de un simple parecido razonable. En esta galería se van sucediendo los padres de Salvador, su hermana Ana María, Lorca, Picasso, Breton, Cocteau, Buñuel, Henry Miller, René Clair, etc. Quiere ello decir, al tiempo, que estamos ante un abigarrado anecdotario de famosos que rizan, cada uno y en conjunto, la biografía personal del pintor. Desde otro punto de vista, era exigido por la plástica de la película decorados y pinturas que respondieran en su identidad al mundo pictórico del artista; en efecto, allí están desde las madonnas de Port Lligat a los relojes blandos.


Ana María y Maggie: una afectiva conversación en Cadaqués

En Miss Dalí, la estructura de la película tiene cierta semejanza con los precedentes citados; en efecto, aquellas entrevistas con el personaje artista, Ocaña, Dalí, es aquí amena conversación entre dos ancianas que compartieron juventud y estudios en una universidad inglesa y cuya confraternidad no sólo ha resistido el paso del tiempo, sino que, a la vez, ha activado compresión y entendimiento entre ambas. Ana María recibe en su casa de Cadaqués a la vieja amiga, Maggie, quien viene a darle el pésame por la muerte de su hermano, el pintor Dalí, recientemente fallecido. Tan interesante diálogo va dando lugar a insertos que ofrecen al espectador una multiplicidad de situaciones donde los personajes antes citados, junto a otros muchos complementarios a los mismos, van desarrollando las dinámicas familiares y sociales cuyos cruces se visten de actitudes sentimentales y afectivas unas veces, trágicas y destempladas otras. El tejer y destejer vida pasada entre Ana María, la anfitriona, y Maggie, la visitante, mostrada al espectador en complementarios colores naturales, torna al blanco y negro o al sepia cuando, mediante sucesivos flashbacks, remite a una situación pasada, vivida (o sentida) por cualquiera de ellos o por todos los intervinientes a la vez.

Esta conversación entre Ana María y Maggie tiene lugar en Cadaqués, en el comedor de la casa situada frente al mar adonde, en décadas anteriores, acudieron invitados de la familia Dalí y cuyos sucesos iremos conociendo en la proyección del largometraje; estos interiores alternarán puntualmente con exteriores que permitirán a ambas mujeres llevar flores al cementerio donde reposan los restos de los antepasados o darse un corto paseo por los sorprendentes espacios naturales, óptima combinación de tierra y mar que remiten, inexcusablemente, a tiempos precedentes donde reinó la amistad entre artistas que, pronto, serían universales aunque no faltaría entre ellos cierto “enigma sin fin”. Este salón de la casa de Cadaqués, donde Ana María residió casi toda su vida, contiene una personal decoración cuya simbología relaciona un esplendoroso pasado con un efímero presente marcado por la muerte de Salvador y la longevidad de ella misma. Sólo Emilia, ama de llaves y cocinera, es, ante todo, fiel asistenta y, sobre todo, testigo mudo de conversaciones de cuya privacidad ella no está excluida.

Maggie es la compañera de imprecisos estudios en la Universidad de Cambridge cuya amistad con Ana María ha resistido la separación de los propios países en tiempos difíciles de guerras civiles o mundiales. En solitario, conduce un deportivo sin titubear en direcciones o dudar del destino al que se dirige. La larga conversación con la amiga demostrará el preciso conocimiento que tiene de los avatares de la familia Dalí y de los éxitos y escándalos continuados que Salvador ha proporcionado a lo largo del siglo XX; admiradora de los primeros y cierta comprensión para los segundos, hace excepción de ellos cuando afectan, ya en los sentimientos, ya en lo económico, a la familia de su querida amiga o a esta misma.

Ana María está en la fase final de su vida, no tanto por los achaques propios de su edad sino por el irreconciliable final que su hermano no ha consentido en modificar, es decir, mantenerse “media vida sin hablarse” y perpetuarlo hasta el mismo momento de su muerte. Quien fue la primera y más dulce modelo para el pintor, acabó escribiendo un libro contestación al que Salvador había editado previamente. En efecto, el pintor publicó, en 1942 “Vida secreta de Salvador Dalí”, escrito en francés y de inmediato traducido al inglés; tal como deseaba el autor, consiguió un gran éxito comercial. Su hermana le pidió ser la traductora al castellano; la respuesta negativa no estuvo exenta de crueldad y evidente menosprecio a la solicitante. Maggie hace ver que a ella y a tantas de sus amigas, les fascinó, al margen de reconocer, como asegura Ana María, que era un maestro practicando la exageración y, sobre todo, la tergiversación.

Ilustración: Cartel de Miss Dalí


Próximo capítulo: Dalí, Ana María: retrato intermitente. Salvador visto por su hermana (II)