Enrique Colmena

Recientemente (el 30 de julio de 2018, concretamente) se ha conmemorado el bicentenario del nacimiento de la escritora Emily Brontë, una de las tres hermanas Brontë que dieron lugar a una corta pero fecundísima obra literaria, en una época, la primera mitad del siglo XIX, que no era muy dada precisamente a que las mujeres escribieran. Sin embargo, es curioso que el Reino Unido diera durante ese tiempo (finales del XVIII hasta mediados del XIX) una auténtica pléyade de escritoras que han alcanzado fama mundial, con estilos de muy diverso signo: además de Emily, Charlotte y Anne Brontë, ahí están Mary W. Shelley, George Eliot (seudónimo masculino de Mary Anne Evans) y Jane Austen.

Las hermanas Brontë tuvieron una vida no precisamente afortunada: huérfanas de madre desde pequeñas, pasaron penalidades sin cuento, frío y enfermedades (la tuberculosis se llevó por delante a las tres), se volcaron en el cuidado de su único hermano varón, Branwell, alcoholizado y drogadicto, atormentado por un conflictivo romance adúltero. Las tres chicas y el muchacho (este también tocado por la gracia del arte, en su caso la pintura y el dibujo), en su infancia, dieron en crear mundos imaginarios en sendos reinos fantásticos, Angria y Gondal, conservándose algunos cuadernos del primero pero ninguno del segundo. Las tres hermanas murieron muy jóvenes: Emily, con 30 años, Anne, con 29, y Charlotte con 38, poco después de quedar embarazada de su primer hijo.

Tanto por la escasa vida que vivieron como por las penurias familiares y por las dificultades para las mujeres para escribir literatura dramática en la Inglaterra victoriana, de las hermanas Brontë apenas contamos con algunas novelas y poemas. Pero la importancia de su obra no solo en la literatura, sino también en el cine y la televisión (dada, además, la intensidad de los sentimientos que en ella se expresan y la fuerza narrativa de las historias), es notable, como veremos.

Vamos a recordar, entonces, algunas de las adaptaciones a la pantalla, grande o pequeña, que se han hecho de las novelas brontëanas, sin ánimo de exhaustividad (sería suicida, dado el alto volumen de ellas, sobre todo de Emily y Charlotte), haciendo hincapié mayormente en las más interesantes, o más populares, incluso en las más exóticas. Esta primera parte del díptico la dedicaremos entonces a Charlotte, la mayor de las tres hermanas, y el siguiente capítulo será para Emily y Anne.


Charlotte Brontë

La tercera de las hermanas Brontë (las dos primeras, Mary y Elizabeth, fieles a la “tradición” familiar, murieron de tisis siendo muy jóvenes) es la que, dado que vivió algo más que sus hermanas, tiene una obra literaria más amplia, en total cuatro novelas terminadas: Jane Eyre, Shirley, Villette y The professor (esta última publicada póstumamente) y una quinta inacabada, Emma, que una escritora anónima (aunque parece ser fue Constance Savery) la terminó y publicó. La IMDb, la popular biblia cinéfila, censa hasta este año de 2018 un total de cincuenta títulos basados o inspirados en obras de Charlotte Brontë, aunque la que abrumadoramente destaca como novela más versionada es, sin duda, Jane Eyre, cuya primera adaptación al cine, con ese mismo título, data nada menos que de 1910, una producción USA dirigida por Theodore Marston, en plena infancia del cinematógrafo, cuando el entonces espectáculo de barraca estaba aún en mantillas.

Durante el período silente son varias las veces que Jane Eyre es adaptada a nuevas versiones cinematográficas, y no solo en las incipientes cinematografías anglosajonas. En Italia, por ejemplo, se hicieron en aquella época un par de películas partiendo de la novela de Charlotte, tituladas Il castello di Thornfield (1915) y Le memorie di una istritutice. También el cine alemán anterior al régimen nazi aportó su granito de arena con Die waise von Lowood (1916), con dirección de Curtis Bernhardt, que tuvo que huir de su país a Estados Unidos (donde llevó a cabo una fructífera carrera) por su etnia judía y la llegada al poder de Hitler.

Curiosamente, no siempre Jane Eyre se versionó ajustándose a la historia y los caracteres imaginados por Charlotte Brontë; así, en Yo anduve con un zombi (1943), el gran Jacques Tourneur adaptaba muy libremente la historia al paisaje alucinado de las Antillas, consiguiendo un pequeño, estremecedor clásico del cine de fantasía y terror. De esa misma época es la que quizá sea la más famosa de las versiones clásicas de la primera novela de Charlotte, que en España se conoció como Alma rebelde (1943), aunque el original inglés respetaba el título brontëano. Con el siempre buen profesional que fue Robert Stevenson a los mandos, Orson Welles sería un muy apropiado Mr. Rochester y Joan Fontaine la heroína, en una película de abigarrado ambiente gótico y romántico.

Durante el resto de los años cuarenta y cincuenta se prodigaron las series televisivas y las TV-movies (la pequeña pantalla había llegado para quedarse) en las que el texto de Charlotte puso la materia argumental. En esa época curiosamente las versiones que se vuelcan al cine serán de nacionalidades bastante exóticas, al menos en Occidente; así, el cine hindú (por lo demás una gran potencia productora de cine: otra cosa es su calidad y el escaso eco que suele tener en Europa y Estados Unidos) hace su particular adaptación del primer texto de Charlotte en Sangdil (1952), con dirección de R.C. Talwar, y en Hong Kong, entonces todavía colonia británica, pero con una amplísima autonomía, hacen lo propio con el título de Mei Gu (1956), bajo la dirección de Yen Chun. Holanda, que es menos exótica que India y Hong Kong, pero tampoco entonces era de las cinematografías más conocidas, también puso en imágenes el melodrama brontëano en Jane Eyre (1958), una TV-movie que dirigió Peter Hoen.

Durante la década de los sesenta se siguieron haciendo numerosas adaptaciones televisivas; entre ellas no resistimos la tentación de citar especialmente la que hizo Televisión Española en su mítico programa dramático Novela, con el título de Jane Eyre (1965), con María Luisa Merlo como la protagonista y Pablo Sanz como su adusto amado; permítasenos decir que aquella fue la primera vez que el autor de estas líneas tomó contacto, apenas un niño, con la obra de las hermanas Brontë. En cine encontramos en esa década otra curiosidad por su nacionalidad: Jane Eyre (1968) es la adaptación que se rodó en Grecia de la novela, con Yiorgos Lois a los mandos. Poco después la televisión USA graba una costeada TV-movie que en España, quizá recordando el film clásico de Stevenson, se conoció como Jane Eyre (Alma rebelde) (1970), con dirección del prestigioso Delbert Mann (ganador del Oscar por Marty), con Susannah York como miss Eyre y George C. Scott como Edward Rochester.

En la década de los años setenta continúan menudeando las series televisivas, siendo las más peculiares, en cuanto a su nacionalidad, la checoslovaca Jana Eyrová (1972) y la mexicana Ardiente secreto (1978). Los años ochenta pasaron, extrañamente, casi desapercibidos en cuanto a las versiones al cine o televisión del texto de Charlotte; solo la televisión británica hizo una por lo demás interesante adaptación con la miniserie Jane Eyre (1983), con un entonces poco conocido Timothy Dalton como Rochester y una olvidada Zelah Clarke como la protagonista.

Los noventa será la década de la costeada y vistosa versión de Franco Zeffirelli: Jane Eyre (1996) contará con William Hurt como Rochester y Charlotte Gainsbourg como la heroína, y con una jovencísima Anna Paquin (ganadora del Oscar por El piano) como Jane niña.

La última adaptación significativa que se ha hecho, hasta ahora, del primer texto de Charlotte será Jane Eyre (2011), con dirección del japo-americano Cary Joji Fukunaga, una sólida versión que contó con un notable reparto, con la estrella emergente Mia Wasikowska como la protagonista, y un Michael Fassbender muy apropiado para el personaje central masculino.

Por su parte, la segunda novela publicada por Charlotte Brontë, Shirley, ha tenido una muy menguada representación en cine y televisión. De hecho solo censamos dos títulos con esas características: el primero data de la época del cine mudo, se titula igual que la novela, Shirley (1922), siendo una producción británica que dirigió A.V. Bramble. La segunda es otra de las adaptaciones dramáticas del mítico programa español Novela, de TVE, titulada también Shirley (1972), bajo la dirección de Gabriel Ibáñez y con Elisa Ramírez en el papel principal. La tercera novela de Charlotte, Villette, ha sido también objeto escaso de inspiración; encontramos dos series televisivas, ambas británicas y con el mismo título de la obra literaria, grabadas en 1957 y 1970.

No constan adaptaciones al cine o la televisión ni de la cuarta novela de Charlotte, The professor, ni de la quinta, la incompleta (terminada por otra autora) Emma; en este sentido, no se debe confundir esta obra con la homónima de Jane Austen, que sí ha conocido varias adaptaciones a la pantalla grande y pequeña.


Ilustración: Una expresiva imagen de Alma rebelde (1943), una de las más famosas adaptaciones de Jane Eyre, con Orson Welles y Joan Fontaine.

Próximo capítulo: En el bicentenario de la autora de “Cumbres borrascosas”: las hermanas Brontë en la pantalla (y II). Emily, Anne