Enrique Colmena

Este octavo capítulo de la serie, como anunciamos en el título, lo vamos a dedicar a las autoras norteamericanas cuyas vidas han representadas en la pantalla, autoras que, como veremos, son bastantes, aunque la incidencia en cine y televisión de cada una de ellas, como personas, no ha sido demasiado numerosa.


Dorothy Parker

Dorothy Rotschild (Long Branch, New Jersey, 1893 – Nueva York, 1967), conocida como Dorothy Parker, fue una escritora que, además de su notable obra literaria (en la que prácticamente no dejó de tocar ningún género o formato: cuento, poesía, drama teatral, crítica, guion...), fue la principal animadora de la famosa Mesa Redonda de Algonquin, conocida popularmente como “el círculo vicioso”, punto de encuentro diario en el hotel Algonquin de intelectuales y artistas de la época (1919-1929). Aparte de ello, Parker fue una activa militante por los derechos humanos, en particular por los de la etnia afroamericana, además de una ferviente activista antinazi. Casada en varias ocasiones, no fue feliz en ninguna de ellas, y al margen de esos matrimonios mantuvo abiertamente relaciones con otros hombres.

Su vida, según nuestros datos, aparecerá en pantalla en dos ocasiones. En la primera de ellas lo hace en un segundo plano, en la TV-movie F. Scott Fitzgerald in Hollywood (1975), un telefilm sobre la estancia del famoso escritor en la Meca del Cine, en dos ocasiones, en 1927, en pleno apogeo de su fama, y diez años más tarde, ya en el declive de su carrera. Con dirección de Anthony Page, Scott Fitzgerald estaba interpretado por el actor Jason Miller (entonces muy en boga por su famoso papel de cura en El exorcista), mientras que Dorothy Parker era encarnada por Dolores Sutton. La segunda ocasión en la que las artes audiovisuales se acercaron a la figura de la escritora neoyersina fue otorgándole ya todo el protagonismo, incluso en el título, en el film para pantalla grande La Sra. Parker y el Círculo Vicioso (1994), con dirección de Alan Rudolph, cuando este cineasta aún gozaba del favor del público, aunque ya era evidente su decadencia. Jennifer Jason Leigh, siempre tan estupenda actriz, daba vida a la escritora, en un film que, como el propio título anunciaba, se ambientaba en la época en la que Parker asistió como principal animadora a la famosa Mesa Redonda del hotel Algonquin.


Emily Dickinson

Callada poetisa cuya obra no trascendió públicamente hasta después de su muerte, Emily Elizabeth Dickinson (Amherst, Massachusetts, 1830 – Ibid. 1886), conocida simplemente como Emily Dickinson, es sin embargo una de las cumbres de la poesía norteamericana, al mismo nivel de Poe o Whitman. Su obra, hermosa en la forma pero sobre todo profundísima y filosófica en el fondo, debe entenderse como la obra recóndita, no empírica, de una mujer que no se casó, no tuvo (que se sepa) relaciones sentimentales con hombres ni mujeres, y vivió casi toda su vida no solo en su localidad natal, sino en su casa, sin apenas salir de ella. Obra pues del corazón antes que de la experiencia, su vida, a pesar de que pudiera parecer poco atractiva a simple vista, ha inspirado hasta tres productos audiovisuales de muy distinto tipo.

Curiosamente, el interés de cine y televisión por la vida de Dickinson es reciente: las tres obras que tenemos censadas al respecto datan de este siglo XXI, y además en fechas próximas. La primera y seguramente la más interesante sea la aproximación que hizo el cineasta inglés Terence Davies a la figura de Emily en su film Historia de una pasión (2016), engañoso título español para el original A quiet pasion, que sería más bien “Una pasión tranquila”, una producción anglo-norteamericana, con el concurso también de Canadá y Bélgica, que recorre la vida de la poetisa desde su adolescencia hasta la edad adulta, esa dura vida voluntariamente enclaustrada, en la que la joven Dickinson estará interpretada por Emma Bell, siendo Cynthia Nixon la encargada de encarnar a la Emily adulta, en una película de rara belleza, en consonancia con la escueta filmografía de Davies, él también, a su manera, un callado poeta, en su caso del audiovisual.

Wild nights with Emily (2018) tiene un tono muy distinto. Película dirigida por Madeleine Olnek, con Molly Shannon como la poetisa adulta y Dana Melanie en su edad joven, la historia parte de la posibilidad de que la vida sentimental de Dickinson no hubiera sido, como  hasta ahora se había considerado, prácticamente nula, sino que la escritora mantuviera un romance secreto con su cuñada Susan Gilbert Dickinson, e incluso algunas otras relaciones también de corte sáfico. Ciertamente varios de los poemas de Emily estuvieron dedicados a su cuñada Susan, y es sospechoso que en las primeras ediciones esas dedicatorias fueran borradas por los celosos editores en función de censores, pero en cualquier caso parece que la intención del film no es la de ser rigurosamente históricos, sino hacer una aproximación fantasiosa al universo amoroso (o no) de la poetisa, también con cierto tono de comedia que, es cierto, tampoco se suele relacionar con la mortecina vida que se atribuye a Dickinson.

La serie televisiva Dickinson (2019) tampoco parece jugar en la liga del rigor histórico, una serie norteamericana de (por ahora) 20 capítulos de 30 minutos cada uno, creada por Alena Hunt, con un tono entre la comedia y la sátira que no parece compadecerse demasiado con el espíritu de la vida de Emily, aunque, por supuesto, ya decimos que el rigor histórico no tiene por qué ser un corsé para la creación artística. Aparece de nuevo su cuñada Susan (aquí más familiarmente llamada Sue), y la poetisa tendrá el rostro de Hailee Steinfeld.


Louisa May Alcott

La célebre autora de Mujercitas, Louisa May Alcott (Germantown, 1832 – Boston, 1888), contemporánea de Dickinson, fue algo más que la creadora de esa célebre novela que ha conocido varias y muy populares versiones al cine y la televisión. Aunque de esa historia pudiera desprenderse un carácter conservador, lo cierto es que Alcott, además de escribir con su propio nombre sobre temas “familiares” como la trama descrita en Mujercitas y otras novelas similares, también lo hizo sobre temas mucho más escabrosos, como el incesto y el adulterio, bajo el seudónimo de A.M. Barnard. Además, Alcott fue una convencida sufragista, luchando en pos del voto femenino y de los derechos de las mujeres, y también fue radicalmente abolicionista, abogando por erradicar la lacra de la esclavitud.

Tenemos censada a Alcott en dos productos audiovisuales. El primero, cronológicamente hablando, es Louisa (1950), un corto de 30 minutos hecho para la británica BBC, con Margaret Barton como la escritora. El segundo, mucho más reciente, es Louisa May Alcott: The women behind “Little Women” (2008), episodio de la serie American Masters, una dramatización televisiva sobre la vida de la escritora, buscando ir, como indica el título, más allá del lugar común de su autoría de Mujercitas. Con Elizabeth Marvel como la escritora, la dirección la asumió Nancy Porter, a su vez también coproductora.


Lillian Hellman

Lillian Florence Hellman (Nueva Orleans, 1905 – Oak Bluffs, 1984) es seguramente  la dramaturga norteamericana por excelencia, autora de un buen número de obras que la han sobrevivido y seguramente la sobrevivirán durante muchos años. Textos teatrales como The children’s hour o The Little foxes son buenos exponentes de su talento. Fue también guionista de cine, y precisamente The children’s hour sería llevada dos veces a la gran pantalla por William Wyler: en la primera, Esos tres (1936), por motivos de censura hubo que convertir en adulterio lo que en la obra teatral era una relación lésbica; la segunda, La calumnia (1961), ya pudo hacerse conforme al texto original. Lillian Hellman fue una notoria militante izquierdista y se involucró en todas las causas políticas y sociales de la época, lo que le costó ser perseguida por el Comité McCarthy, en la famosa Caza de Brujas de los años cincuenta. Se casó y se divorció, aunque el hombre de su vida fue el escritor Dashiel Hammett, con el que estuvo unida sentimentalmente hasta la muerte de este.

Hellman escribió varios volúmenes de memorias. Uno de ellos, Pentimento, sirvió de base para la película de Fred Zinnemann Julia (1977), donde la autora teatral estuvo interpretada por Jane Fonda, con Jason Robards como Hammett, y en la que Lillian narra un episodio de su vida, su relación de amistad con la Julia del título, luchadora antinazi durante la Segunda Guerra Mundial, y cómo la escritora se involucró en esa lucha con su amiga. Con notable reparto (además de los citados estaba Vanessa Redgrave como Julia, además de Maximilian Schell y una debutante Meryl Streep), la película fue muy bien valorada, consiguiendo incluso 3 Oscars.


Hannah Arendt

Aunque nacida en Alemania, Johanna Arendt (Hannover, 1906 – Nueva York, 1975), conocida como Hannah Arendt, se puede considerar, a todos los efectos, como una escritora norteamericana, país al que tuvo que exiliarse por mor de la persecución nazi, y del que posteriormente tomó la nacionalidad. Arendt es una de las figuras fundamentales del pensamiento mundial del siglo XX, autora de una amplia obra de teoría política y filosófica, con títulos capitales como Los orígenes del totalitarismo y Eichmann en Jerusalén, compendio este último de su trabajo para The New Yorker, informando como reportera sobre el juicio de Nüremberg, en el que acuñó la famosa expresión “la banalidad del mal”, relativa a la forma en la que el nazismo ejecutó el Holocausto.

El cine ha llevado a  la gran pantalla a esta imprescindible figura del pensamiento humano del siglo XX en Hannah Arendt (2012), film de la cineasta alemana Margarethe Von Trotta, con la fassbinderiana Barbara Sukowa como la escritora, en una ambiciosa y costeada coproducción entre Alemania, Francia, Luxemburgo e Israel, centrándose la trama precisamente en su etapa como reportera del juicio contra los gerifaltes nazis y cómo su visión del Holocausto le granjeó numerosas críticas, recibiendo acusaciones incluso de culpabilizar a las víctimas de su propia tragedia.

Ilustración: Una imagen de Jane Fonda como Lillian Hellman en Julia (1977), de Fred Zinnemann

Próximo capítulo: Escritoras en efigie: cuando las autoras son las protagonistas (y IX). Escandinavia. Oceanía. Israel