Rafael Utrera Macías

La boda de Buster con Natalie, celebrada en mayo de 1921, convirtió al actor en miembro del clan Talmadge y cuñado tanto de las actrices Norma y Constance como de su productor, Joseph M. Schenck. Del matrimonio nacerían dos hijos, Joseph, en 1922, y Robert, en 1924. Durante este tiempo, Keaton ha dirigido The Haunted House, Hard Luck, The Playhouse, The Paleface, Cops, The Blacksmith, The Electric House, Daydreams y The Love Nest, películas de dos rollos producidas por la Comique Film Corporation, primero, y por la Buster Keaton Productions, después, distribuidas por la Associated First National.

En 1923 Keaton comenzó a dirigir sus ansiados largometrajes: Las tres edades, La ley de la hospitalidad, El moderno Sherlock Holmes, El navegante, Siete ocasiones, El rey de los cowboys, El boxeador, El maquinista de la General, El colegial, El héroe del río, El cameraman y El comparsa (en su doble versión: muda y sonora) distribuidas por la Metro Pictures (sucesivamente denominada Metro-Picture, Metro-Goldwyn Pictures y Metro-Goldwyn-Mayer), la United Artists y, nuevamente, la Metro. Esta gran empresa se inicia sostenida por los capitales de la General Motors y del Liberty National Bank y nombra director general a Nicholas M. Schenck, dinámico gestor y hermano de Joseph, el cuñado de Keaton.

Así, pues, la nueva marca Keaton Productions comenzará a distribuir sus largometrajes por medio de una empresa controlada por Samuel Goldwyn y Luis B. Mayer. Del mismo modo, su cuñado Schenck será nombrado presidente de la United Artists y decidirá distribuir los nuevos largometrajes dirigidos por Keaton a partir de El maquinista de la General. El genio de Buster parece estar obligado a doblegarse ante el sistema de los estudios y a que estos impongan sus técnicas y procedimientos a un creador acostumbrado a funcionar de modo muy distinto.


Vida privada / divorcio público

De otra parte, su matrimonio había comenzado a resquebrarse hacía algún tiempo. En sus memorias (pág. 140) escribe lo siguiente: “En toda mi vida jamás conocí a una familia cuyos miembros estuvieran tan entregados unos a otros como los de mi familia política. Todos ellos trabajaban y pensaban juntos como un equipo sin conflictos ni celos. Creo que yo les caía bien a todos y, desde luego, a mí ellos también y los admiraba. Pero había veces en que tenía la sensación de que no me había casado con una chica, sino con toda una familia”. Y más adelante, señala, refiriéndose al año 1931: “Ese mismo año empezaron mis problemas matrimoniales. Quizás fuera más exacto decir que, aquel año, empezaron en serio”.

A partir de aquí, la vida privada de la familia se rompe y las acusaciones a Buster no tienen límite. De ellas, unas las desmiente y otras las acepta. Su trabajo y su creatividad se resienten; el whisky, el bridge hacen de las suyas… a pesar de su altísimo nivel de vida, del cual la Villa Italiana construida en Beverly Hills era un símbolo, las relaciones con Natalie iban cada vez peor; acabaría en divorcio, no sin antes propiciar el clan de las Talmadge toda suerte de calamidades contra la vida privada del cineasta y también contra su vida pública. La alcoholemia y la ludopatía se habían apoderado de él. En 1933, Natalie Talmadge consigue el deseado divorcio; pasan a su exclusiva propiedad la mansión de Beverly Hills, el yate, los automóviles de prestigiosas marcas, el dinero de las cuentas corrientes y, poco después, la modificación de los apellidos de sus hijos, que comenzarán a llamarse Joseph y Robert Talmadge Keaton.

En sus memorias, Keaton no nombra a Natalie (ni a sus hermanas); para referirse a ella utiliza sustitutos como “mi chica”, “mi primera esposa” y otros semejantes. Toda la familia hizo lo posible por desbancar, privada y profesionalmente, al hombre, al artista.
 

La llegada del sonoro

Profesionalmente, Keaton decidió volver a la Metro; para esta compañía dirigirá sus dos películas previas a la llegada del sonoro: El cameraman (1928) y El comparsa (Spite marriage. 1929); esta última tendrá ya una versión muda y otra sonorizada, si bien esta faceta sólo se refiere a música y ruidos. Tras Hollywood Revue (1929), dirigida por Charles F. Reiner, un musical monumental (trece rollos. 122 minutos) con todos los grandes actores de la Metro (donde Buster interpretaba a una extraña hija de Neptuno y se unía al grupo final para cantar la famosa “Cantando bajo la lluvia”), Keaton comienza a interpretar las múltiples versiones de películas en las principales lenguas; así, Free and easy, dirigida por Edward Sedgwick, cuyo título en castellano fue Estrellados. Esta versión española estuvo interpretada, junto a Buster, por Raquel Torres, Don Alvarado, María Calvo, Carlos Villarías, Enrique Acosta y Juan de Homs, al igual que De frente… marchen, versión española de Doughboys, con el mismo director, y los intérpretes Conchita Montenegro, Romualdo Tirado, Juan de Landa, Martín Galarraga, Víctor Potel, Francisco Madrid y Gabriel Rivas.

Keaton hablaba en castellano mediante unos procedimientos semejantes a la transcripción fonética; y ello, no sin grandes dificultades; además, doblaba también las versiones en francés y alemán; a veces, el escaso entendimiento por parte de sus espectadores no impidió un extraordinario éxito de público; tal fue el caso de los títulos anteriormente citados, cuyas recaudaciones, tanto en Estados Unidos como en Europa, consiguieron auténticos taquillazos. 
 
La Buster Keaton Productions filmó Steamboat Bill Jr. (El héroe del río. 1928), El Cameraman (1929) y Spite marriage (El comparsa. 1930) para que Metro-Goldwyn-Mayer las distribuyera. A partir de Free and Easy (Estrellados. 1930), la gran compañía se encargará de producir cuantos títulos interprete el gran actor, tanto en su versión original inglesa como en sus variantes en lengua castellana, francesa o alemana. Esta última obtuvo gran éxito de público tanto en España como en Sudamérica y no le fueron a la zaga las nuevas producciones en cada una de las lenguas mencionadas.


A pesar de las discrepancias existentes entre Keaton y la productora/distribuidora, Louis B. Mayer estaba satisfecho de los resultados económicos que se iban consiguiendo, hasta tal punto que concedió al cineasta unas largas vacaciones, financiadas con una generosa gratificación de 10.000 dólares, y ello sin dejar de percibir los honorarios que, por contrato, tenía establecido; el destino fue Europa. Tanta generosidad, cuando las diferencias entre Mayer y Keaton eran tan frecuentes, da que pensar si el famoso productor enviaba a su universal actor a una campaña publicitaria que apoyara el lanzamiento de las películas sonoras en aquellos países donde las segundas versiones en su lengua nativa eran ya un hecho probado. Valgan dos ejemplos referidos a España: en la revista “Estampa”, una información, acompañada de varias fotografías del cineasta, titulaba: “Pamplinas, el gran actor de cine, habla a los lectores... y les cuenta que va a aprender el español y va a venir a España”. Y en página publicitaria insertada en varios medios (agosto de 1930), se informa a los lectores de dos próximos estrenos de la Metro-Goldwyn-Mayer: Estrellados y Monsieur Le Fox, habladas en “Español” (sic). De la primera se dice: “Buster Keaton habla, canta y baila como en sus famosos tiempos de las tablas”. Y de la segunda, que es “una emocionante historia de la Policía Montada del Canadá… interpretada por Gilbert Roland, Rosita Ballesteros y Pablo Álvarez”.


Ilustración: Buster Keaton en una imagen de El navegante (1924).


Próximo capítulo: III. Buster Keaton en España. De San Sebastián a Toledo