Rafael Utrera Macías
La etapa histórica denominada “transición democrática” se caracterizó, entre otros muchos aspectos, por la creación de las filmotecas autonómicas y por el interés en investigar la evolución y desarrollo del cine en las distintas nacionalidades. Andalucía no fue una excepción; desde su Filmoteca se promovieron iniciativas cuyo fin primordial era “recuperar nuestra imagen” atendiendo a cuantos aspectos pudieran mostrar la cara de esta región en su relación con el cinematógrafo.
Desde entonces a acá, las distintas provincias andaluzas han ido aportando materiales que, de una u otra forma, pero, sobre todo, por medio de variadas publicaciones, han permitido conocer los avatares del medio cinematográfico, desde su implantación en los finales del siglo XIX y principios del XX, hasta el día de hoy, en aspectos tan variados como la producción y la exhibición además de los rodajes efectuados en estas tierras o el devenir de las salas en sus diversas estructuras y modalidades.
Aunque una visión panorámica ya se ofreció en los volúmenes “Cine en Andalucía; un informe” (J.F. Delgado), “Cine español: una historia por autonomías”(J.Mª Caparrós) y, más recientemente, en “Las rutas del cine en Andalucía” (R. Utrera Macías), “La exhibición cinematográfica en Andalucía (A. Jorge/ R. de la Maya) y “La historia de Andalucía en la pantalla” (E. Colmena), han sido distintos autores quienes han investigado los propios casos en las diversas provincias.
Primer libro de cine editado en Málaga
A Málaga le cabe el honor de haber editado el volumen “Frente al lienzo. Juicios. Acotaciones en la sombra por un espectador ingenuo”, cuyo autor, el algecireño José Román Corzanego, lo publicó, en 1924, en la malagueña Imprenta La Regional. A día de hoy, es el primer libro de cine publicado en Andalucía. Como su título indica, no se trata de describir y analizar el cine y su historia en la región andaluza, sino de comentarios y juicios personales, ofrecidos como “ensayo crítico”, sobre el cine contemporáneo al autor, teorizando y ejemplificando sobre géneros, producciones extranjeras y nacionales, actores y actrices populares, etc.; no falta, sin embargo, cierta reivindicación por lo autóctono donde el paisaje andaluz se conforma como “el escenario más admirable que soñaron los vivos”, ya sea, ejemplifica Román, en Los Gaitanes, Grazalema, Montejaque o Benaoján.
En época contemporánea, las publicaciones sobre la historia del cine en Málaga han sido muy diversas; valgan algunos significativos ejemplos: las profesoras Inmaculada Sánchez Alarcón y Mercedes Fernández Paradas son autoras de “El cine en Málaga durante la transición política”; el periodista Francisco Griñán firma el volumen “Las estaciones perdidas del cine mudo en Málaga” y él mismo, juntamente con el gestor cultural Juan Antonio Vigar, han escrito “Málaga Cinema”, subtitulado “Rodajes desde el nacimiento del cine hasta 1960”; además, el investigador José Manuel Serrano Cueto es autor de “Malagueños en el cine” y, por su parte, Francisco Rodríguez, como coordinador, ha editado “Teatro Cervantes, 1872-1981. Más de un siglo de programas”. Prueba de la atención que desde el ámbito universitario se profesa a este tema ha dado lugar a estudios como el de Francisco Martín que, bajo la dirección de la doctora Inmaculada Sánchez, se resuelve en la publicación “Nuevas imágenes para una ciudad antigua: inicios y desarrollo del cine en Antequera”.
Trilogía de Mari Pepa Lara
Pionera en el ámbito de la investigación histórico/cinematográfica es Mari Pepa Lara García. Esta doctora en Historia, vinculada al Ayuntamiento malagueño como archivera-bibliotecaria, ha sabido coordinar sus gustos de espectadora con sus intereses profesionales; una diversidad de publicaciones referidas a la historia y la cultura malagueñas se han dado la mano con otras específicamente referidas a cuestiones cinematográficas: “Historia de los cines malagueños (Desde sus orígenes hasta 1946)” (1988), “Historia del cine en Málaga” (1999) e “Historia del cine en Málaga (1929-2013)” (2014), este con un misceláneo subtítulo referido a cine clubs, cinemateca municipal, semanas, certámenes y festivales.
La primera de las publicaciones citadas acoge el minucioso estudio de las salas cinematográficas procedentes de teatros reconvertidos o inauguradas para las proyecciones del “séptimo arte”, señalando en todos los casos la fecha de comienzo de la actividad como la de su finalización; valga como ejemplo el Teatro Principal cuya apertura se hizo en 1793 y su clausura en 1968. Al tiempo, precisa la fecha de la instalación de los equipos sonoros en cada uno de ellos lo que permite conocer cuál fue el primero dotado con este sistema, el “Goya”, en 1930, y el último, el “Pascualini”, en 1934.
La exhaustiva información sobre las veinte salas estudiadas tiene procedencias diversas. No ha faltado en la labor investigadora la consulta verbal ni la entrevista a quienes por ser propietarios o familiares de estos podían aportar datos de mayor o menor significación; como tampoco la consulta a la prensa local o a otras publicaciones donde aparecieran notas informativas de cualquier tipo sobre los locales y sus proyecciones; sin embargo, los archivos municipales han aportado un material de significativa importancia por cuanto recoge de ellos gran cantidad de datos referidos tanto a factores urbanísticos como mercantiles, a títulos de propiedad y a exacta localización y delimitación, sin olvidarse de detallados planos tanto de la fachada del edificio como de los interiores.
En “Historia del cine en Málaga” (1999), la autora revisa la historia de las salas cinematográficas y completa apartado con la referencia a nuevos locales. Del mismo modo, dedica un bloque a los orígenes del cine malagueño con referencia a los primeros empresarios y otro a la publicidad cinematográfica. Desde nuestro punto de vista, la aportación de mayor interés reside en el capítulo dedicado a los “cines de verano” y sus “primeras salas”. Recodemos que Rafael Alberti en su libro “Marinero en tierra” tiene un poema, “Verano”, en el que rememora esas proyecciones al aire libre, con pantalla colocada sobre dos barcas, en la gaditana playa de La Puntilla de El Puerto de Santa María. Nuestro artículo “Notas para una sociología del cine de verano” (publicado en el citado “Cine en Andalucía: un informe”) y las referencias a esta modalidad específica de exhibición en un bloque de “Las rutas…” son puntos comunes con la aportación malagueña de Mari Pepa Lara donde la historiadora estudia el carácter y funcionamiento de estas primitivas salas. Estas aportaciones son de gran interés para un futuro estudio que podría titularse “Historia de los cine de verano en Andalucía” tema que está por investigar, tanto de manera general como en cada una de las ocho provincias andaluzas.
La reciente publicación en 2014 de Lara García, “Historia del cine en Málaga (1929-2013)” anticipa en su detallado subtítulo, “cine clubs, cinemateca, semanas, certámenes y festivales”, los temas tratados en el mismo. Nuevamente, el volumen se apoya en investigaciones cuya principal herramienta es el documento histórico complementado con la hemerografía pertinente aunque no faltan otras, como las bibliotecas y colecciones privadas, que oportunamente se han rastreado antes de que el tiempo o las circunstancias las hagan desaparecer.
La profesionalidad de la investigadora en el campo historiográfico nos hace ver cómo la tarea de tantas instituciones en el ámbito estrictamente cultural estaba mediatizada por una burocratización política (especialmente en los tiempos del franquismo) que mermaba en tantos casos la actividad propiamente dicha. La labor desarrollada por los cine clubs, los nombres a ellos asociados, los ciclos más significativos o populares, las repercusiones en el ámbito cultural, las publicaciones con motivo de homenajes, etc. encadena con la historia de la Semana Internacional de Cine de Autor de Benalmádena, desde su proyecto inicial firmado por Luis Mamerto López Tapia en 1969, hasta su decimoséptima edición, dirigida, como tantas anteriores, por Julio Diamante. La ingente labor desarrollada por este director, que había convertido el festival en un hito cultural y cinematográfico, quedaba clausurada, en 1989, por discrepancias diversas a las que las políticas no eran ajenas.
Otros eventos cinematográficos malagueños, como la labor de la cinemateca municipal o la semana internacional de cine fantástico (fancine), son documentados por la investigadora no sin antes dedicar completo capítulo al actual “Festival de Málaga. Cine Español”, desde su creación, en 1998, al último, celebrado en 2013. Intervinientes en el mismo, proyecciones, homenajes, retrospectivas, premios, encuentros, etc., constituyen precisa información en esta nueva “Historia del cine en Málaga”, volumen enriquecido con abundante material gráfico en cada uno de sus capítulos y dedicado por la autora a su hermano Antonio, el que fuera catedrático de la Universidad Complutense y ejemplar maestro de periodistas.