Rafael Utrera Macías

La literatura de Manuel Pacheco ha merecido durante más de medio siglo una atención que puede llenar de orgullo no sólo a sus paisanos sino a todo aquel que sepa catar la poesía imaginativa y también a quienes les interese la relación entre cine y poesía o, simplemente, la poética cinematográfica. No son ajenas a ello las ediciones que la Editora Regional de Extremadura publicó en los últimos años del pasado siglo (“Poesía 1942-1984” (1986) y “Poesía Completa (1943-1997)”, (1999), ni tampoco los estudios que sus editores concedieron al poeta y a su poemario: Joaquín Regodón y Antonio Viudas Camarasa.  


Las 158 páginas introductorias que el profesor Antonio Viudas Camarasa dedicó en su edición de la “Poesía Completa (1943-1997)”, abriendo el volumen I de la misma, muestran lo humano y lo divino del poeta pacense. Los múltiples apartados precisan tanto la vida del escritor hasta en sus más minuciosos detalles como la obra literaria en sus variados apartados que van de la poesía a la antipoesía, a sus influencias, importadas y aportadas, a su métrica, con sílabas contadas o sus versos libres, a su estilo y a sus estilos. En este mismo artículo tendremos ocasión de ofrecer algunos párrafos de esta introducción que estarán referidos, como bien lo explica el editor, al planteamiento poético que Pacheco tenía de las artes, muy especialmente del cine, la pintura y la música, y así entender mejor su concepción artística en el contexto de su general cosmovisión. Y no escapa a su consideración que el término “completas”, referidas a la obra del autor, de cualquier autor, no es más que un eufemismo.


Por su parte, el autor de la introducción a la primera edición de “Poesía 1942-1984”, Joaquín Regodón, entra detalladamente en señalar las preferencias cinematográficas de Pacheco y hacia dónde apuntan las temáticas de tales películas. Así, escribe: “Del mundo de la imagen elegirá el cine maravilloso, el Disney de “Fantasía” o el McLaren de las “gotas”, pero sobre todo, el cine catártico: el Fellini, Tanner o Boorman de los marginados, el Bergman o Jacopetti de la degradación humana, el Pasolini del Cristo de Mateo, el Buñuel surrealista y atroz… (…) Hay, en fin, otro Pacheco menos conocido o menos estudiado: el poeta de la irrealidad y la realidad mágica, el de las “narraciones de lo real y lo fantástico”, el de las “miniproesías” de “La nube de Mercurio”, (…) el del “Poema para oír el silencio” o “para hablar con Marienbad”, el de “El ojo del caballo” y “La misa Luba”, en que lo real se hace maravilloso” (Poesía I. 1986)



“El Cine y otros poemas” (1978)


“El Cine y otros poemas” fue publicado en Badajoz, en el año1978, por la Institución Cultural Pedro de Valencia de la Diputación Provincial. Consta de 66 páginas en formato folio. Las 33 primeras páginas las ocupan los poemas dedicados al cine mientras que las tres últimas acogen “La nube de Mercurio. Secuencias no filmadas”, texto en prosa a modo de poético guion cinematográfico. Pacheco disfrutó de una Beca March, solicitada por sus amigos y compañeros, para efectuar la pertinente edición con los materiales previamente escritos y la actualización de algunos otros.


Son los suyos versos que fluyen como consecuencia de ser espectador atento, cine-clubista ejemplar, apasionado con el cine de autor, que, tras la emoción y la reflexión, lanza su grito en forma de poema; es, pues, una poesía que nace como fruto del entendimiento del cine como arte, del cine como comunicación, antes que como espectáculo o divertimento. Además, este “El Cine y otros poemas” no surge, según suele acaecer en otros poemas precedentes, como canto al fenómeno cinematográfico en abstracto, sino a películas y directores concretos que han encontrado en Pacheco al espectador sublimado. Según reza en la dedicatoria autógrafa de mi ejemplar, son “poemas inspirados en la vida del cine y en el cine de la vida”; aquí se canta a Fellini, a Buñuel, a Bergman, a McLaren, a Welles..., y las películas admiradas son: Los payasos, El rostro, Pasión, Gritos y susurros, El año pasado en Marienbad, La salamandra, El evangelio según San Mateo, Tierra sin pan, Los olvidados, Elisa, vida mía, etc.


Generalmente usa el poeta para su trabajo el mismo título de la película, para anotar a continuación el recuerdo al director correspondiente; otras veces titula “poema para” mirar, hablar, tocar, oír, u otro verbo apropiado; también maneja el término “antipoema” y, de modo ocasional, “romance”, como en el dedicado a la película La Raulito. Pacheco utiliza los versos con entera libertad, del rimado al libre, del octosílabo al versículo. Los hallazgos lingüísticos parecen haber encontrado la palabra exacta, que traduce con precisión comunicativa lo que el plano y la secuencia, el personaje y la acción, querían significar en la película, por ejemplo, al usar los términos “cuerpos de pan” y “cara de pueblo” para definir y precisar la figura de Anna en el film de Bergman Gritos y susurros, o cuando inventa el término “joexistir” para referirlo al personaje femenino de La salamandra: “Tú querías respirar, y cada día es más difícil respirar/ Te metían en el aro/ y rompías el aro para hacer una cuerda/ y jugar a la comba de la Vida,/ y hacías el amor con el periodista Pierre y el novelista Raúl/ sin envenenar con morales metafísicas/ el placer que te daban./ Intercambio de sexos y amistad/ trilogía de cuerpos y de almas./ Y tú solamente pedías vivir/ “joexistir” pequeña Salamandra”.


Está claro que el cine que arrebata y pone en funcionamiento la inspiración del “pachecamente hablando” es un cine de relaciones humanas vistas bajo el prisma del fracaso, de la injusticia, de la incomunicación, pero analizadas y descritas bajo la visión poética de quien cree en la libertad del hombre y lucha por su dignidad, como bien demostrado lo tiene Pacheco en otros libros anteriores y posteriores.


Surge así el verso rabiosamente social que remite a los planos de la película o a la idea central de la misma, como por ejemplo en: “Han matado la Risa/ al hombre lo han clavado en una estaca/ y es una biela insomne/ que trabaja y trabaja/amontonando bienes de consumo/ que consumen su alma” para referirse a la película de Fellini Los clowns. O bien aflora la tendencia surrealista de Pacheco cuando es el propio film el que nos transporta por derroteros de lo inverosímil, lo ilógico, o, simplemente, se vale de experimentaciones o nos muestra como natural el absurdo cotidiano; valga como texto idóneo el dedicado al canadiense McLaren, con sus seis “gotas” de poesía, en el que los números se convierten en motivos poéticos, en los que la imagen surrealista hace rememorar versos lorquianos; o esos otros donde la presencia del mejor Buñuel hace exclamar al poeta: “y tu cámara cruel y cirujana/ fue clavando en el cine mariposas enfermas”.


En el artículo de Jorge Urrutia “Influencia del cine en la poesía española”, apartado del volumen “Imago litterae”, se establece con precisión y abundancia de ejemplos los muy distintos tipos de poemas y su relación con el cinema atendiendo especialmente a elementos visuales y temporales; el poemario de Pacheco ofrece nuevos ejemplos a las clasificaciones allí establecidas y el apartado de “poema cinematográfico” se amplía con otras significaciones según las acepciones y connotaciones manejadas en el decir poético de este autor.


Incluye además “El Cine y otros poemas” un apartado al que su autor llama “La nube de Mercurio” y subtitula “secuencias no filmadas”; se trata de catorce textos, en prosa poética, donde se plantea algo más que un juego de expresión y de lenguaje, sin duda, un inmejorable material para ser usado en off, con voz templada, mientras en la pantalla aparecen, según diría Azorín, “primores de la cámara”: “Sentado sobre una piedra en el centro de la ciudad-esterquera / el hombre de la pierna de palo bebía una botella / de vino sosteniendo en sus manos una jaula con un pájaro / que picoteaba las últimas ramas del sol. / Cuando terminó de beber abrió la jaula y sintió que su / pierna se convertía en un árbol”.


“El cine y otros poemas”: segunda edición (2016)

Una segunda edición de “El cine y otros poemas” se publicó en 2016. Reduce el formato de la primera y mantiene su tipografía. Consta de 84 páginas cuya producción está promovida por la cacereña “ReBross” (fundación de proyectos solidarios al tiempo que editora de la revista “Versión original”) y editada por la madrileña “Notorious ediciones” (entidad asociada a “Nickelodeón”, la firma editorial de José Luis Garci).

El prólogo está firmado por el profesor Enrique García Fuentes, quien divide su trabajo en dos partes; la primera sirve para presentar a Pacheco tanto en su dimensión humana como en la poética, mientras que en la segunda se hace referencia a la temática cinematográfica del autor, señalando no sólo sus preferencias fílmicas sino los modos y maneras de enfocar las temas y autores de su preferencia. La ejemplificación correspondiente referida a poemas o a versos explican al lector las formas expresivas preferidas por el poeta, así como la elección de estrofas (en sus más abiertas posibilidades, del poema al prosema) o la rima, tanto en la opción de sílabas establecidas como en la máxima libertad de utilización.

Por lo que respecta a los rasgos propios de la edición, señalemos la labor de maquetadores e ilustradores; así la portada, de Javier Remedios, combina blanco, negro y rojo para jugar cromáticamente con los colores y, al tiempo, resaltar, diferenciada y separadamente, cada uno de los componentes escritos. Por su parte, Fermín Solís, tan vinculado artísticamente a su icono Buñuel, pone de manifiesto su creatividad con ciertos dibujos que visualizan el texto al que acompañan; así, la ilustración, a doble página, del poema de McLaren “La flor” (quinta gota) separa la introducción del poemario; a su vez, establece la separación entre los textos cinematográficos y “otros poemas”, se sirve de la combinación cinta de celuloide más máquina de escribir y transistor para sugerir una amalgama audiovisual que conecta con la poética del “pachecamente hablando”. El texto del profesor Miguel Ángel Lama, señala, desde la contraportada, la ruta más sencilla para adentrase en la poética del vate extremeño e imaginar, tras sus versos, las figuras salidas del lienzo de plata. Alguna incoherente errata no será obstáculo para su correcta lectura. En el poema “La barca” (sexta gota) de McLaren (pág. 25), si se compara con otras versiones, faltaría el verso 9 que dice: “La barca está partida y boga sobre el río de la noche”.


Celebramos esta nueva edición del poemario pachequiano. Al tiempo, animamos a otras entidades culturales extremeñas a recoger y editar cuantos poemas del autor vayan apareciendo, ya inéditos, ya publicados aquí o allá. Mientras recordamos a nuestro autor en el centenario de su nacimiento, aquí, en Criticalia, presentamos, según ya hemos dicho, algunos de ellos.


Entrevista


La entrevista que ofrecemos a continuación le fue realizada al poeta al poco de publicarse “El Cine y otros poemas”, hacia 1978, cuando ya estaban formalizados nuestros comunes intereses literario-cinematográficos. Desde entonces, este cronista recibía puntualmente los nuevos y sucesivos escritos que Manuel dedicaba al cine, tras haber visto tal o cual película en las pantallas pacenses: teatros López de Ayala, Menacho o cine-club sito en la biblioteca de la Sociedad Económica de Amigos del País (el lugar donde tuve oportunidad de conocerlo hacia 1960).  


- ¿Desde cuándo te interesa el cine? -le preguntamos.


- Desde siempre. Comencé a ir al cine desde muy pequeño, mucho antes de escribir poemas y sin saber si había nacido o no poeta. Las películas me transportaban a un mundo distinto y el juego de las imágenes en la sábana de los sueños me atraía; quizás esa atracción fue la que me descubrió poeta.


Acaso su estética se encuentre contenida y sintetizada en el prólogo del libro. En su voz escuchamos:


“Las imágenes envueltas en las pavesas de las palabras, caen sobre el lienzo desnudo, y las miradas se convierten en manos que penetran en los objetos, los paisajes y las habitaciones donde se vive la muerte de los días. El rostro adquiere una luz que desnuda los impulsos interiores, y todo el cuerpo abre sus poros al amor, al odio, a la crueldad, a la ternura, al llanto, a la risa, al terror y a la angustia”.


“El Cine aplica la magia de la Poesía sobre la sábana de los sueños, y si ha saltado las barreras del entretenimiento para convertirse en un Arte, ha sido gracias a las investigaciones que en la realidad pura del ser y las cosas han hecho sus grandes directores, que son, sin ningún género de duda, poetas de la imagen”.


- ¿Cómo nace en ti este interés por servirte del cine y apoyarte en él como un referente poético más en el que inspirarte?


- Antes de escribir poemas al cine, si alguna película me interesaba mucho, hacía un gran esfuerzo de memoria y la transcribía; los amigos que leían estos escritos se quedaban asombrados de la fidelidad del diálogo, actuación de los actores, psicología de los personajes, etc. Luego dejé de transcribir, ya que, si era interesante en el ejercicio de la memoria, no aportaba nada en una recreación de la película, que es lo que he hecho después y de donde han salido los poemas al cine y cuanto sobre cine tengo escrito.


- Por algunos poemas compruebo el impacto que te han causado ciertos títulos: Los mártires del amor, del checo Ian Nemec, puede ser un buen ejemplo:


- Es un ensayo de cine casi puro, donde las imágenes suplen a las palabras hablando en la realidad mágica de sus bellas fotografías; buena música de jazz y magnífica interpretación; el verso “la línea azul de los objetos” se me ocurrió después de un concierto de cuerda en una parte de la película; los instrumentos quedaron en una quietud vertical, en una petrificación espantosa que no llegaba en su estática a la muerte de los objetos.


- Pacheco, para ti, ¿qué es y cuándo es un film “poetizable”?


- Para mí un film poetizable, como tú dices, es aquel que escribe poemas con la imagen y suple la palabra, sin apoyarse en los trucos de un diálogo largo o una música que hace de muleta para dar sensación de miedo, pasión, amor o angustia. En este cine hablan de objetos y el actor viste su cuerpo de ojos, los ojos de palabras y las palabras de manos; y en la soledad de “uno-mismo” habla con los movimientos a los ojos extáticos que contemplan algo distinto a ese cine que pasa sus manos sobre los cerebros para dorar con sus drogas de evasión la puerca realidad creada por los dominadores de la Tierra.


Cerramos este encuentro, muchos años después, en ausencia del poeta, fallecido en 1998, con la opinión de su editor sobre el tema que nos ocupa. El profesor Viudas Camarasa lo explica de este modo en las páginas introductorias, CVI y CVII, de su edición:

“En los poemas dedicados al cine se encuentra una de las facetas más originales de la vanguardia y del realismo mágico de la poesía contemporánea. Su gran labor no consiste en contar una película, sino en recrear y releer las secuencias plasmando en la escritura una nueva imagen. Si al inicio de su labor poética revolucionó el mundo onírico con el subconsciente de Freud, sobre todo en “Ausencia de mis manos” y “El arcángel sonámbulo”, con los poemas sobre cine que inicia en los años cuarenta e intensifica cuando ve las mejores películas, insertó en la poesía el mundo de la imagen cinematográfica y televisiva para dejar constancia de que era un visionario singular de las realidades imaginativas creadas por las cámaras y los directores de un nuevo lenguaje”.

Ilustración: Portada de “El cine y otros poemas”

Próximo artículo: Manuel Pacheco. Otros poemas al cine: “Para seguir las huellas de un caballo loco” (IV)