Terminado el Sevilla Festival de Cine Europeo (SEFF’2014) con la proyección de Turist, la flamante ganadora del Giraldillo de Oro, máximo galardón del certamen, lo cierto es que la impresión es que esta undécima edición del evento ha bajado su nivel con respecto a la edición de 2013, al menos en lo que se refiere a la Sección Oficial, que es la que mide, de alguna forma, la entidad de un acontecimiento de este tipo.
Hora es también de hacer un balance de lo más (y menos) interesante que ha dado de sí este nuevo SEFF, por tercer año bajo la férula de José Luis Cienfuegos como director.
Un palmarés medianamente acertado: Premiar a Turist, la película de Ruben Östlund, no parece ningún disparate: es una obra estimulante, y su planteamiento sobre los roles masculinos y femeninos en la Europa del siglo XXI permite interesantes debates. De todas formas, tengo para mí que hubiera sido más merecido que el honor de ganar el SEFF’2014 fuera para la última película de Jessica Hausner, Amour fou, una atrevida incursión en el cine romántico, dándole la vuelta a los tópicos sobre el movimiento germánico del Sturm und Drang, con un biopic cuando menos curioso del escritor Heinrich von Kleist y su suicidio compartido con su musa.
Del resto de los premios me parece un tanto excesivo el Especial del Jurado para Le meraviglie, que no pasa de apreciable sin alharacas, aunque es cierto que el premio a la mejor actriz para su protagonista, la adolescente Maria Alexandra Lungu, nos parece muy merecido, no así que haya tenido que compartirlo ex aequo con Arielle Holmes, la yonqui que se autointerpreta en Heaven knows what, porque, ¿se puede llamar interpretar a hacer de uno mismo, de una misma? Me parece que no. El premio al mejor actor parece muy justo que haya recaído en Timothy Spall, por su matizadísimo trabajo encarnando al huraño pintor, padre del impresionismo, en Mr. Turner, que también se ha llevado el premio a la mejor dirección para Mike Leigh, quizá algo excesivo, si bien es cierto que se trata de una obra solventemente realizada.
El premio a la mejor fotografía para Mikhail Krichman por Leviathan parece correcto, aunque también es cierto que si se lo hubiera llevado Josée Deshaies, por su excelente trabajo en Saint Laurent, tampoco hubiera sido injusto.
Del resto del palmarés nos quedamos con el Premio ASECÁN a la Mejor Película de la Sección Oficial, que ha recaído en La Sapienza, con lo que la notable película italo-francesa de Eugène Green no se ha ido de vacío, lo que ciertamente hubiera sido una injusticia. Bien por la Asociación de Escritores Cinematográficos de Andalucía, que ha galardonado una de las pocas películas del certamen que hacía una reivindicación en toda regla de la cultura como uno de los bienes imprescindibles del ser humano del siglo XXI.
Una Sección Oficial algo descafeinada: Aunque sobre el papel la Sección Oficial del SEFF’2014 prometía bastante, lo cierto es que al final el balance no ha sido tan positivo como se esperaba. La mejor película, para mi gusto, ha sido, como decíamos antes, la magnífica Amour fou, seguida de cerca por La Sapienza y Turist y, detrás de éstas Saint Laurent, de Bertrand Bonello. En el resto ha habido cosas interesantes pero no arrebatadoras, como Aimer, boire et chanter, el testamento cinematográfico de Alain Resnais, la mentada Mr. Turner, Leviathan, de Andrey Zvyagintsev, y Hungry hearts, de Saverio Costanzo.
Han defraudado autores más o menos consagrados, como Larry Clark y su The smell of us, otra vez la misma tabarra de Kids, ahora yendo un paso más allá en la osadía de presentar a adolescentes y sexo en pantalla. También se esperaba más de los hermanos Ben y Joshua Safdie y su crónica airada sobre la drogadicción en Nueva York en Heaven knows what, que resultó ser un filme encerrado sobre sí mismo, sin ningún recorrido. No ha sido tampoco memorable la aparición de Asia Argento como directora con su Misunderstood, semiautobiográfica pero excesiva en todos los sentidos. En cuanto a Roy Andersson y su A pigeon sat on a branch reflecting on existence, del que se esperaba tanto, me temo que nos ha defraudado a muchos, aunque habrá bastantes que no lo reconozcan…
Asistentes de relumbrón: El SEFF no es un certamen que guste de las estrellas de relumbrón, y nos parece bien, porque éste no es un festival de corte industrial, sino más bien cultural e incluso nos gustaría que se reputara artístico. Así las cosas, sólo Paz Vega podría considerarse como una estrellita al uso. Está bien que el resto de asistentes no sean conocidos de forma generalizada, si bien es cierto que podría haberse buscado algunos actores o actrices con cierto tirón para intentar aparecer en las televisiones, auténtica asignatura pendiente del SEFF. Estoy pensando que no hubiera sido demasiado complicado traer, por ejemplo, a Sabine Azéma o André Dussollier, ambos intérpretes de Aimer, boire et chanter y habituales en las películas del ya difunto Resnais, o a Gaspard Ulliel o Jérémie Renier, de Saint Laurent, no digamos ya a la gran Dominique Sanda, con pequeño papel en la mentada producción francesa.