¿A quién ama Gilbert Grape?

Lanzado a una relativa fama con su film Mi vida como un perro, el director sueco Lasse Hallström ha terminado por engrosar la numerosa nómina de autores europeos que pululan siempre por los estudios de las grandes productoras de Hollywood, donde ya realizó la muy anodina Querido intruso, con Richard Dreyfuss como intérprete.

Ahora, afortunadamente, Hallström retoma el pulso y nos ofrece esta tierna y sórdida historia de seres anormales incrustados en un mundo que de la normalidad ha pasado a la vulgaridad. Suavizando la novela de Peter Hedges, con guión escrito por el propio novelista, el director sueco cuenta los amores, aventuras y desventuras (sobre todo estas últimas) de una peculiar familia que vive en Endora, uno de esos pueblos perdidos y terribles de la América profunda. Ficha familiar: una madre joven y monstruosa que pasa de doscientos kilos y vive en un sofá frente al televisor, un hijo retrasado mental e incontrolable en sus reacciones, dos hermanas hostiles y caprichosas, y Gilbert Grape, víctima fundamental de un entorno agotador y enervante, que además se prolonga en todo el conjunto de la comunidad de Endora.

Sobre esta base argumental, con unos personajes originales y bien definidos, Hallström dibuja su mejor obra, evitando tanto el esperpento exagerado como la típica “cinta con subnormal” que tanto gusta en Hollywood. Estos seres anormales sufren en sí mismos la mezquindad de un mundo distinto pero no mejor, como queda patente en la espléndida escena en la que la madre se atreve a sacar parte de su cuerpo monstruoso de casa para rescatar a su hijo retrasado de la comisaría. Con unos intérpretes jóvenes y excelentes (Leonardo DiCaprio es un actor a seguir), la esperanza llegará a Gilbert Grape lógicamente de fuera, en la chica de la caravana, suavizando el futuro y otorgando al film un final abierto y medianamente feliz.