Pelicula:

He aquí un filme que procede de forma evidente del exitazo comercial (y en buena medida también crítico) de Ocho apellidos vascos. No hablamos de la misma productora (de hecho son adversarias: tras el filme andaluz-euskaldun estaba Mediaset España, y tras esta Ahora o nunca su feroz rival catódico Atresmedia), sino de aprovechar popularidades y momentos de gracia. En este caso se trata de montar una comedia en la que contraponer a los españolitos de a pie con otras culturas, para la ocasión franceses, holandeses e ingleses (cuando en la cinta de la que beben, más a ras de la piel de toro, eran andaluces y vascos), con dos de los intérpretes del hit de Emilio Martínez-Lázaro, Dani Rovira y Clara Lago, aunque a ésta la ponen ahora de jovencita ligera de cascos en lugar de parecer que la pelan con un casco, como pasaba en Ocho…, y con guionistas también procedentes de la televisión (aquí Jorge Lara y Francisco Roncal, con créditos –por decir algo— de la “altura” de Con el culo al aire o Los hombres de Paco, cuando en la comedia vasco-andaluza procedían del serial euskaldun Vaya semanita). Y es que, aunque parezca que son cosas similares, el guión de un producto televisivo y el de una película de cine no son la misma cosa, ni mucho menos, y lo que puede funcionar con el agradecido y adormecido público televisivo medio, que se traga lo que le echen (si aguantan Sálvame De Luxe aguantarán cualquier cosa), no tiene por qué hacerlo con el público mucho más activo (y más exigente, entre otras cosas porque le cuestan una pasta las palomitas y el refresco, más que la entrada de cine) de la pantalla grande.

Ahora o nunca, entonces, está pensada, concebida, urdida y montada con toda la (no sé si aviesa…) intención de aprovechar la estela del filme de Martínez-Lazaro, pero, como decía el clásico, de mis imitadores serán mis defectos… Porque el guión dista mucho de dar la talla, con diálogos marcianos, situaciones a cual más inverosímil (con lo que aguanta la comedia en este sentido), y concatenación interesada de sucesos, aunque ello suponga ponerse la realidad histórica por montera. Porque dos de los hechos reales que se cuentan en la película, la huelga de controladores españoles y la erupción del volcán islandés Eyjafjallajökull (atención, niños en casa, no intentéis pronunciarlo: hay peligro de muerte…), que tuvieron lugar ambos en 2010, sin embargo el primero sucedió en diciembre y el segundo en abril, por lo que difícilmente podrían haber tenido relación temporal en el estrecho margen de días (un fin de semana) en el que transcurre la peripecia central de la película.

Pero, al margen de errores de ese tenor, que al final no dejan de ser anecdóticos, lo imperdonable para una comedia es que no haga reír, y eso es, exactamente, lo que ocurre con este filme. En el pase en el que la vi, donde estábamos unas treinta personas, no se oyó ni en un solo momento una risa, no digamos ya una carcajada. Entonces algo han hecho mal los guionistas y la directora, una María Ripoll que tiene una carrera ciertamente ecléctica pero en general cortita de interés, con comedias cursilonas como Lluvia en los zapatos o intrigas más cursis todavía, como Utopía, pasando por aventuras yanquis lamentablemente fracasadas, como Tortilla soup. Tampoco la comedia de enredo es su fuerte, como parece claro con esta (costeada) mediocridad.

Y eso que, efectivamente, no se ha reparado en gastos, con localizaciones, además de en España, en Holanda y en el Reino Unido, entre otros destinos exóticos, y se ha fichado a la pareja de moda, Dani Rovira y Clara Lago, cuyos cachés se supone habrán subido como la espuma tras el exitazo de Ocho apellidos vascos. Rovira, por cierto, está claramente desaprovechado, endosándole un papel en el que le obligan constantemente a sobreactuar, cuando es un actor que se desenvuelve mucho mejor en papeles más sosegados, en los que el lenguaje corporal y su peculiar gracejo le hacen ganar muchos enteros. María Valverde quizá se pase en la composición rosácea de su personaje, aunque en puridad no es fallo suyo, probablemente, sino del tono del rol o de las indicaciones de la directora; apostamos por esto último al recordar (con peligro de coma diabético…) su Lluvia en los zapatos.

Entre los secundarios me quedo con una jacarandosa Melody, la cantante que saltó a la fama con aquel hit simiesco, El baile del gorila, y que aquí demuestra una frescura apabullante; la veo como una especie de El Fary (bueno, bastante más guapa, como parece evidente), alguien ajeno a la profesión interpretativa pero con intuición para resultar creíble en pantalla, y a la que la cámara, evidentemente, quiere. Entre los actores de verdad me quedo con el siempre estupendo Joaquín Núñez, que lo hace todo bien, hasta papeles romos como el que le ha tocado aquí en suerte.


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91'

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Ahora o nunca - by , Jun 24, 2015
1 / 5 stars
No hace reír