Pelicula:

Esta película está disponible en el catálogo de Netflix, Plataforma de Vídeo bajo Demanda (Vod).

Aunque Studio Ghibli sea la productora de referencia en cuanto al anime japonés (como en el siglo pasado lo fueron firmas como Toho -aunque estos se dedican también, y profusamente, al cine con intérpretes de carne y hueso- o Nippon Animation), hay otras empresas con todavía una carrera mucho más limitada que la mítica de Totoro, pero que están haciendo cosas interesantes, profundizando y expandiendo el universo del anime, en buena medida dirigido no solo a niños y jóvenes, sino también adultos. Entre estas cabe citar sellos como Studio Ponoc, Studio Chizu y Studio Colorido. Esta última es la productora de este interesante Amor de gata, siendo su cuarto largometraje de dibujos animados tras varios cortos con esta fórmula, tras haber sido fundado en 2011 por el productor Hideo Uda.

Amor de gata narra la historia de Miyo, una adolescente cuya madre abandonó el hogar familiar siendo ella pequeña; el padre se casa con una segunda esposa, y aunque ambos la quieren y buscan siempre su bienestar, la chica alimenta un sordo aunque velado resentimiento hacia padre y madrastra. En el colegio está enamorada locamente de Hinode, un chico que no le hace caso alguno. Su amor por él es tal que consigue una máscara mágica de gata que le permite transformarse en minina para estar más cerca de su amado, al que le gustan mucho los felinos. Pero cuando vuelve a ser humana, Miyo sigue sin tener el favor de Hinode, y además provoca su odio cuando su declaración de amor es leída delante de todos los compañeros...

Tiene Amor de gata un tipo de dibujo que, ciertamente, se identifica claramente con el tipo de animación habitual en Japón en los últimos cuarenta años, con fondos muy realistas y figuras antropomórficas pero deliberadamente no tan realistas como esos fondos, con un dibujo más libre. El trazo es de gran calidad, como es norma en los estudios nipones dedicados a este tipo de cine, habiendo sido encargado el film a dos cineastas, Jun’ichi Satô, de amplia experiencia en la realización de “cartoons”, sobre todo en series de televisión; y Tomotaka Shibayama, cuyas tablas como director son menores pero, a cambio, ha estado en el departamento de animación de películas tan conocidas como El viaje de Chihiro (2001) y La chica que saltaba a través del tiempo (2006). La labor de ambos se puede calificar como buena, dotando al film tanto de excelencia en el dibujo como de un aceptable ritmo en la historia narrada.

El tema del film podría considerarse que es el camino de búsqueda de la propia personalidad, pero también la búsqueda del amor que se perdió cuando la madre abandonó a la hija (y a su marido) años atrás. Esa pérdida de afecto, que padre y madrastra intentan, sin éxito, cubrir, no está dada por los directores de forma culpabilizante contra la progenitora, sino simplemente como algo que puede ocurrir en la vida y que, como tal, debe ser gestionada para superarla. Otra cosa es que le suceda a una chica cuya autoestima no es excesiva, y cuyo objeto de deseo (platónico, esto es Japón, y esto es un anime juvenil...), el chico Hinode, como podría ser cualquier otro, la rechaza, porque a su vez tiene también sus propios problemas de seguridad, de difícil economía familiar, de dudas sobre su futuro. En ese contexto, el desaforado amor de ella, volcánico, absoluto, “fou”, no tiene mucho porvenir.

Se juntan entonces, como decimos en mi tierra, el hambre con las ganas de comer, y la relación entre ambos, la chica que dio en convertirse en gata para acercarse a su amado, y éste, con más problemas que un examen de Matemáticas, no será precisamente fácil.

Hablan también los directores de un tema ciertamente espinoso, el de la abdicación de la humanidad por parte de personas que no pueden afrontar los problemas inherentes a la vida del hombre y la mujer, una abdicación que, en su peor versión, puede terminar en el suicidio, un asunto que, como es sabido, en Japón es una tremenda lacra, al ser uno de los países con mayor tasa del mundo de personas que se quitan la vida. Hay también interesantes apuntes costumbristas tradicionales, como el oficio del abuelo de Hinode, la alfarería, y también un canto a la pérdida de esas sagradas costumbres, que se marchan por el sumidero de la modernidad y los nuevos tiempos digitales. La fascinación de los japoneses por los gatos también está presente, como en otros animes similares, mucho más que con los perros, que en los films nipones de animación son más bien escasos. Como curiosidad, el gato gigante que facilita la máscara gatuna a la protagonista (y que, en el fondo, es una especie de vampiro felino que se alimenta de la esperanza de vida de los humanos que quieren dejar de serlo y convertirse permanentemente en gatos) tiene un parecido más que razonable, risa incluida, con el famoso Gato de Chesire (el Gato Risón, en la peculiar traducción hispanoamericana del clásico de Disney) de Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carroll.

Con un cierto tono onírico que permite la magia gatuna, en especial en su último tramo, en el que, casi inevitablemente, los directores tienen que recurrir al “deus ex machina” para salvar “in extremis” la situación, el film tiene un final notable, de alto voltaje dramático y filosófico, incluso existencial, desde luego poco apropiado para niños, ni siquiera jóvenes de las edades que tienen los protagonistas de la historia.

En un momento determinado, Hinode le dice a Miyo, transformada esta en la gata Taro, que “huele a sol”, aroma que el chico volverá a apreciar en la muchacha, ya en forma humana, y le permitirá reconocerla. Ese peculiar e intangible olor, quizá la fragancia del amor, tal vez sea la metáfora de esta historia melancólica, finalmente feliz aunque deje un regusto amargo.

(26-06-2020)


Género

Nacionalidad

Duración

104'

Año de producción

Trailer

Amor de gata - by , Jun 26, 2020
3 / 5 stars
Hueles a sol