Últimamente nos están llegando algunas muestras del cine israelí, como ocurre con Bar Bahar, ópera prima de Maysaloun Hamoud, perteneciente a una nueva ola de directoras de ese país, que denuncia la situación de la mujer, y que fue galardonada en los festivales de San Sebastián, Toronto y Zagreb.
Cuenta la vida de Leila, Nour y Salma, tres ciudadanas palestinas muy diferentes que viven en Tel Aviv, donde comparten piso y vivencias, lejos de sus lugares de origen. La película plasma las circunstancias a las que estas tres jóvenes se ven sometidas, atrapadas entre la tradición, la religión y la forma de vivir en la gran ciudad, así como el precio que deben pagar por un estilo de vida, de tener la libertad de trabajar, de divertirse y de poder elegir.
La directora palestina-israelí con éste su primer largometraje ha conquistado al público y a la crítica, que justamente le ha propiciado merecedores elogios debido a su compromiso social y la calidad en su realización.
Este film de mujeres, realizado en su mayoría por ellas, y destinada no sólo para ellas, pone de relieve diversos aspectos de los derechos sociales como la homosexualidad, la situación de la mujer en el mundo árabe, la opresión del patriarcado, el racismo, el machismo, el abuso sexual, la homofobia, la marginación, el derecho a ser libre y vestir como deseen así como la desigualdad de género.
El guion, que se basa en la propia experiencia de la directora, elige a estas tres mujeres como muestras representativas de distintos estamentos de la sociedad. Leila es abogada, una mujer liberal, guapa, una feminista subversiva, independiente, que domina a los hombres y no se deja domeñar por ellos. Salma está en un peldaño social más bajo, es empleada y le gustan las mujeres, algo que no tolera su familia, y Nour es estudiante, tiene un novio que le exige vestir con hiyab, seguir las costumbres de la mujer árabe y la religión, que se ve sojuzgada por él cuyo comportamiento no es nada ejemplar.
Desde un punto de vista realista nos muestra el discurrir diario de estas tres chicas, aspecto inusual en el cine palestino, en donde hay una cierta crisis de identidad generacional de la comunidad, en un modo de vida cultural al que ellas pertenecen, que desean vivir lejos de sus familias buscando un desahogo en sus vidas.
La cinta pone la mirada en la sociedad a través de la historia de estas féminas, que son un espejo en el que se refleja un mundo tradicional opresor con un enfrentamiento en una nueva forma de ver la vida de las tres. Una vida nueva de amor, de excesos, de fiesta, de reinterpretar la cultura, en definitiva, una vida de libertad, con un aire fresco que así lo plasma la directora con un ímpetu juvenil y la sensación de novedad en su ejecución.
Las tres actrices están muy bien, cada una en su papel, bastante diferente una de otra. La banda sonora es clave, cuya música mezcla temas árabes con ritmos modernos de Pink Floyd o The Doors, que ayudan a mostrar los estados de ánimo de las tres.
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