Pelicula:

Marvel sigue poniendo en pantalla a sus héroes, combinados de diversas formas; ahora toca el enfrentamiento directo entre ellos, algo que ya ensayó con fortuna en Los vengadores. Aquí los machos alfa serán el Capitán América y Iron Man, a cuyos lados se alinean otros superhéroes, desde la Viuda Negra (que inicialmente toma partido por el Hombre de Hierro, aunque le pone –metafóricamente— los cuernos en cuanto se descuida) a Ojo de Halcón (que se pone de parte del Capitán América, con sus flechitas sicalípticas y su imagen que recuerda remotamente a un Robin Hood del siglo vigésimo primero).

La cuestión central del enfrentamiento es, en principio, un conflicto moral: tras los daños colaterales (léanse los muertos civiles que se producen en las luchas de los superhéroes con las fuerzas del Mal, cualesquiera que sean éstas), los gobiernos del mundo deciden obligar a los enleotardados a actuar siempre bajo mandato de la ONU, ceñirse a los protocolos establecidos por los políticos y abstenerse en cualquier caso de provocar ningún tipo de daño a la población inocente. Pero ese corsé, admitido por algunos (Iron Man et alii), es repudiado por otros (Capitán América y los suyos), que consideran que eso sería el final de los superhéroes, al estar al dictado de las fuerzas políticas que las manipularían y utilizarían a su antojo. No está lejos este tema, desde luego, de lo que podría ser un trasunto, en nuestro mundo real, de las acciones de las grandes potencias cuando intervienen por la fuerza en otros países en conflicto (véanse los casos paradigmáticos de Irak o Libia, por poner dos ejemplos evidentes), en la medida en que se tiene, o no, el beneplácito de la comunidad mundial; otra cosa es que, incluso con ese placet, se cometan disparates tales como la Segunda Guerra del Golfo, que hundió un país estabilizado, Irak (aunque, ciertamente, con un sanguinario dictador a la cabeza), para destrozarlo y hacer de él un estado cuasi fallido (y se podría quitar el cuasi sin mucho problema…).

El conflicto moral deviene, como era de prever, en conflicto personal, cuando entran en liza los sentimientos, desde filiales a amistosos, desde filias a fobias, en un sutil juego conveniente, arteramente azuzado por quien está interesado en que los superhéroes se exterminen entre sí.

Estamos entonces ante una película plenamente inserta en esta edad de oro del cómic en cine que comenzó en este siglo a partir de Batman begins (2005), que inició la senda adulta de los superhéroes, haciéndolos seres atormentados, con graves problemas psicológicos con frecuencia producidos por sus superpoderes y la forma de usarlos, o por las consecuencias, también negativas, que su utilización acarrean. Capitán América: Civil war es un filme notable, rodado con el conocido estilazo de los hermanos Anthony y Joe Russo, que ya en el anterior Capitán América: El soldado de invierno (2014) demostraron que eran cineastas a seguir con atención.

Es interesante observar la evolución del cómic en cine, pasando de los superhéroes elementales, puramente superficiales, de garrotazo y tente tieso, que proliferaron en las décadas finales del siglo XX (estoy pensando en la trilogía de Supermán de los años ochenta o en los Batman de los noventa), a estos tíos en mallas tan aerodinámicos y poderosos como con espesas empanadas mentales en sus cráneos “previlegiados” (gracias, Valle). Por supuesto, aquí hay también tremebundas luchas, en gran parte entre los propios superhéroes, lo que le confiere un tono más ambiguo: ¿quiénes son los buenos y quiénes los malos? Claro que en esta nueva tendencia del cómic, esas fronteras cada vez son más difusas.

Los expertos en F/X, sección efectos digitales, se ponen las botas. Lo hemos dicho ya y no es ocioso repetirlo: hoy por hoy es posible hacer cualquier cosa imaginable o inimaginable en cine, y hacerlo además con total verosimilitud. Incluso el movimiento de los animales, que era una de las asignaturas pendientes de los especialistas en este arte fílmico de los efectos especiales, está ya plenamente conseguido en filmes como El libro de la selva (2016). Aquí las escenas de acción son apabullantes, superando cada nueva secuencia a la anterior, en un crescendo que no parece tener fin.

La mezcla, el equilibrio entre acción y conflicto moral está razonablemente conseguido, aunque es cierto que a veces no se nos dan demasiadas pistas de por qué unos toman partido por una postura y otros por la opuesta; de hecho, algunos de los superhéroes parecen hacerlo tirando una (alegórica) moneda al aire. Cosas de los demiurgos…

Del nutrido elenco, muchas de ellas estrellas en sus propias películas de héroes, destacaría a alguien que no se ha puesto mallas nunca (bueno, medias sí, supongo), pero que es tan buena actriz que siempre brilla, aunque sea en un mínimo papel como tiene aquí: Alfre Woodard, una de mis debilidades, que está formidable como siempre. Y el jovencísimo Tom Holland, el próximo Spider-Man, que hace aquí su presentación con las mallas del Hombre Araña y con un peculiar sentido del humor. Holland es una de las más firmes promesas de la joven interpretación masculina, memorable todavía como niño en Lo imposible (2012). Y, por supuesto, nuestro Daniel Brühl, el actor hispano-alemán que es un todoterreno, capaz de ser el joven ejecutado por la dictadura franquista de Salvador Puig Antich (2006), el piloto Niki Lauda en Rush (2013), un reventador (legal) de casinos en The Pelayos (2012), o el atormentado científico especialista en inteligencia artificial de Eva (2011), y encima hacerlo todo bien. Aquí insufla humanidad a un personaje en principio odioso, consiguiendo con sus rasgos y sus sutiles matices trascender el rol del mero villano.


Capitán América: Civil war - by , May 06, 2016
3 / 5 stars
Conflicto moral