ESTRENO EN NETFLIX.
En 2019 Netflix estrenó en su plataforma de “streaming” la comedieta Murder Mistery, que en España se tituló, de forma no precisamente imaginativa, Criminales en el mar. La poderosa empresa californiana no debió quedar insatisfecha de aquella astracanada, porque ahora produce esta secuela que es más de lo mismo (o quizá peor...).
La acción retoma a los protagonistas de aquella peli del 2019, Nick y Audrey, que si en la anterior peli era un matrimonio involuntariamente abocado a una investigación criminal en plan detectives aficionados, ahora pretenden ejercer esa actividad profesionalmente, aunque las cosas les van tirando a regular... Cuando son invitados por un amigo hindú obscenamente rico a su boda con una francesa, la pareja no se lo duda un segundo y acude. Ya en el paradisíaco lugar donde se va a realizar el himeneo, el indio ricachón es secuestrado, y entonces la pareja de memos metidos a detectives de pacotilla se ven en la obligación de rescatar a su amigo (previo pago de un buen estipendio, eso sí, que la cosa está muy malita...).
Lo cierto es que es llamativo cómo se puede hacer cine tan malo, cuando probablemente, con estos mimbres, y simplemente con un poco de buena voluntad, al menos hubiera sido posible salvar los muebles: porque el director Jeremy Garelick ha estado, entre otros, en un par de series que en su momento despertaron interés, Life in pieces y The grinder; los protagonistas, Jennifer Aniston y Adam Sandler, son dos populares y cotizados intérpretes de Hollywood, especialmente la primera, auténtica “novia de América” desde que fue parte fundamental de la mítica serie Friends; se ha contado con secundarios tan seguros y solventes como Mark Strong y nuestro Enrique Arce (el “Arturito” de La casa de papel, para situarnos); el guionista ha sido el reputado James Vanderbilt, responsable de los libretos cinematográficos de títulos conocidos como Asalto al poder o el “reboot” de Scream. Sin embargo, todos esos talentos parece que han confluido en el film con la única y exclusiva intención de hacer su trabajo rutinariamente, cobrar la pasta y, como decimos en mi tierra, vámonos que nos vamos.
Porque el guion es rematadamente malo, jugando con los peores tipos de humor posible, desde el físico mal ejecutado, viejo como el mundo, al humor de catetos, con la pareja de pánfilos acaparando en el buffet de la boda mucha más comida de la que pueden comer, por no hablar del humor que supuestamente hace gracia cuando se mata a gente; eso por no comentar la presunta comicidad de presentarnos a los animales que el hindú millonetis tiene en su palacio, con pañales para que no ensucien tan paradisíaco escenario...
Por supuesto, la idea es jugar con un crimen (sea un asesinato o, como en este caso, un secuestro), en plan “whodonit” (vamos, el típico y tópico “quién lo hizo”), haciendo que los encargados de investigarlo sean dos carajotes incapaces de sumar dos y dos, con menos capacidad deductiva que un ladrillo. Con decir que se llaman a sí mismos el Equipo Bufón está todo dicho; en ese tono de humor que combina una trama criminal con unos detectives que se equivocan más que una bizca haciendo punto, hay algunos antecedentes ciertamente de mucho mayor lustre que estos dos pencos; recordemos, sin ir más lejos, el descacharrante inspector Clouseau de la serie cinematográfica iniciada con La pantera rosa, del gran Blake Edwards, pero también la serie de animación francesa titulada Inspector Gadget. Pues estos dos lelos son más torpes aún, reivindicando con ello ese humor de tontos, que los yanquis llaman “nonsense”, que es otra de las peores formas de comicidad.
Así las cosas, lo único realmente potable resulta ser el departamento de efectos especiales, donde se han batido bien el cobre, sobre todo en las escenas de acción (la final de la Torre Eiffel de noche es ciertamente espectacular), y, en esas mismas escenas, los “stunts”, los especialistas, que han dado el do de pecho... ese mismo do de pecho que sus compañeros en el rodaje, por desidia o rutina, han estado muy lejos de dar.
Como curiosidades citaremos el bailecito tipo Bollywood que se marcan los personajes principales, con buen ritmo, una de las pocas cosas hechas con cierto sentido en la peli. También mencionaremos, por lo inhabitual, el personaje del policía francés, un rijoso, un “salido” en toda regla, interpretado por el cómico galo Dany Boon. Los protagonistas, Aniston y Sandler, como queda dicho, pasaban por allí a por la pasta y basta; por cierto que a ella se le ha quedado la cara acartonada después del último retoque supuestamente estético, y él lleva camino de ser más ancho que alto... Una pena de desperdicio de un Mark Strong que vale más que todo el resto del elenco artístico... Nuestro Enrique Arce, como queda dicho, bien, ya trabajando en Hollywood, aunque sea en horribles producciones como ésta (ya habrá tiempo de mejorar...).
(07-04-2023)
90'