CRITICALIA CLÁSICOS
Cecilia Bartolomé es una de las pioneras alumnas de la Escuela Oficial de Cinematografía juntamente con Pilar Miró y Josefina Molina. Cumplidos ya los 80 años, ha recibido, recientemente, el premio “Feroz de Honor” otorgado por la Asociación de Informadores Cinematográficos y, posteriormente, Filmoteca de Zaragoza le ha dedicado una retrospectiva a sus trabajos cinematográficos y televisivos: Margarita y el lobo, Carmen de Carabanchel, Después de…, Lejos de África, Vámonos, Bárbara, Cuéntame cómo pasó (capítulo referido a Carrero Blanco).
Bajo el epígrafe común Después de… se reúnen dos títulos que exceden las tres horas de proyección: No se os puede dejar solos (1981) y Atado y bien atado (1981). Sus directores son los hermanos Cecilia y José Juan Bartolomé. En ellos recogieron los más significativos episodios de nuestra pasada historia, desde la muerte de Franco a los comienzos de la democracia. Los sucesos políticos, las diversas implicaciones sociales, los avatares económicos, el difícil avance democrático, las primeras ilusiones y el desencanto después, la visión caleidoscópica mostrada por militantes y representantes de los partidos políticos de entonces, etc., son las argumentaciones y temas que los realizadores han ofrecido en un montaje adecuado al devenir temporal y en el que la voz cantante procede del pueblo, de cuantos en el momento en que se producía el acontecimiento quisieron acercarse a la cámara para contar su personal opinión. Cuando ocurrió el golpe de estado, en febrero de 1981, estos títulos estaban pendientes de calificación y, consecuentemente, fueron secuestrados. La llegada de Pilar Miró a la Dirección General de Cinematografía supuso sacarlos a la luz a fin de procurar su estreno, lo que se hizo mediante un díptico y los dos títulos que lo componen.
Se da, por tanto, en Después de… la consabida fórmula del “cinema-verdad” dirigida a captar la realidad según la visión protagónica de quienes la sufren y la sienten; una especie de “intrahistoria” cinematográfica en la que también “los de abajo” tienen algo que decir. El material que manejan los directores del film ha sido rodado por ellos mismos (fotografía de José Luis Alcaine) o seleccionado de los archivos de No-Do y Televisión Española; su interés radica en haber elegido el acontecimiento y en ofrecerlo desde unas perspectivas no usuales; a continuación, en mostrarlo dentro del más adecuado montaje (Javier Morán), de modo que el documental adquiera el cuerpo suficiente para ser ensamblado en el esquema narrativo oportuno.
Por lo que respecta al punto de vista político, los autores han procurado mostrar una imagen polivalente en la que todo un abanico ideológico tiene cabida; pero no es la ambigüedad ni el apasionamiento lo que la caracteriza; según declaraciones de los cineastas (con ocasión del estreno de la película a finales de 1981), quisieron con él apostar por la democracia, seguir apostando por ella. Bien es cierto que este tipo de trabajo cinematográfico tiene el peligro de quedar obsoleto muchos años después, por eso, el espectador de otra década o de otra época, deberá tener en cuenta el año en que se produjo y el contexto en el que se estrenó.
De las dos partes de la película, la primera tiene más frescura y espontaneidad, mientras que, en la segunda, se da paso a insertos de prensa que mediatizan la interpretación de los hechos. Tal vez en el conjunto que se ofrece, sea la institución monárquica una de las más olvidadas, no sólo en su presencia personal sino por las alusiones, directas o indirectas, que de ella se podían haber hecho.
Después de… se inscribe en la línea de cine que, contemporáneamente, ofreció Basilio Martín Patino, con la historia recuperada, en Canciones para después de una guerra, Caudillo o Queridísimos verdugos, Jaime Chávarri en El desencanto, y José Luis García Sánchez en Dolores, por citar sólo algunos casos representativos.
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