Pelicula:

Esta película forma parte de la Sección Oficial del 18º Festival de Cine Europeo de Sevilla (SEFF’2021).


Miguel Gomes (Lisboa, 1972) es uno de los cineastas más reputados de Portugal, autor de una más bien inclasificable filmografía en la que hay de todo menos convencionalismo. Hace unos años pudimos ver su trilogía titulada Las Mil y Una Noches (nada que ver con el clásico relato arábigo homónimo), irregular tríptico en el que el primer volumen nos pareció muy curioso y los otros dos más bien bostezantes. Maureen Fazendeiro (París, 1989) es una directora franco-portuguesa de trayectoria aún escasa, de solo dos cortometrajes, mayormente en el terreno del documental llamémosle de creación. Ambos, Gomes y Fazendeiro, son pareja (de hecho, ella estaba embarazada en pleno rodaje, con ciertos problemas en la gestación), y ruedan ahora su primera película juntos, esta Diários de Otsoga que, ciertamente, es tan escasamente convencional como el resto de la filmografía de Gomes, pero también de Fazendeiro.

La película se inicia con un letrero que indica que estamos en el día 22. Vemos a tres personas, dos chicos y una chica, entre los 20 y los 30 años, bailando despreocupadamente en lo que parece una fiesta casera. La siguiente escena nos indica que estamos en el día 21, y la posterior, en el día 20: vamos, entonces, cronológicamente hacia atrás en la película. En estos primeros (realmente, últimos) días vemos solo a los tres jóvenes en una granja construyendo una especie de casa de mariposas, con sus largueros de madera y sus telas de araña para que los insectos no escapen; en esa cuenta hacia atrás, llega un momento en el que vemos que realmente estamos dentro de un rodaje cinematográfico iniciado a principios de agosto de 2020, con todos los problemas que en esos tiempos pandémicos hubo para hacer cine (y para hacer cualquier otra cosa, claro...)...

Aclararemos pronto que el “Otsoga” del título es, por si no se había notado, “Agosto” al revés, por seguir con esa peculiar forma narrativa o descriptiva de ir hacia atrás. Agosto, el mes en el que Gomes, Fazendeira y su equipo se encierran en una casa de campo para rodar su película, que iremos viendo hacia atrás, a la manera de Memento (2000), de Christopher Nolan, solo que aquí no existe una trama criminal sino más bien un experimento, un juego en el que equipo técnico y artístico hacen una película y a la vez salen en esa película, en la que no sabemos (ni falta que hace) si estamos ante una ficción o una toma de lo que está sucediendo en realidad en el rodaje, con una frescura y una desinhibición ciertamente desarmantes.

Por supuesto, estamos ante un cine que es veneno para las taquillas: nadie en su sano juicio haría un film como este pretendiendo no ya hacerse rico, sino siquiera recuperar lo invertido, siendo el presupuesto seguramente bien magro; sus intenciones son otras, fundamentalmente la de experimentar con el lenguaje cinematográfico, explorar los límites de la escritura fílmica, con escenas improvisadas, buscando más una sucesión de impresiones, de sensaciones, que una historia al uso. Gustan algunas de las peculiaridades formales, como esos diálogos dichos exactamente igual por varios personajes, como el que se inicia con la frase “no me gustan las fiestas”; o juegos lumínicos como las diferentes y sucesivas iluminaciones, bien por luz solar, bien por luces de colores distintos, en algunas de las escenas de interiores, como si el tiempo transcurriera a la velocidad de un “time-lapse”, aunque la escena con los personajes se desarrolla en tiempo real.

Porque esa es otra de las intenciones del film, o eso nos parece, jugar con el concepto del tiempo, para lo que ir hacia atrás en la historia que (no) se nos cuenta es algo importante, pero también la sensación de irrealidad que transmiten los personajes y los técnicos, que igual están dentro de la peli que fuera, igual están en una toma que en un descanso, un curiosísimo “totum revolutum” en el que, es verdad, o bien se entra o bien se duerme uno.

Estamos entonces ante un sugestivo juego de realidades y ficciones, en el que no importa qué es cada cosa, porque todo forma parte de todo: las limitaciones impuestas por la pandemia, pero también la creatividad compulsiva e improvisada de los guionistas y directores, la aportación de actores y técnicos a la (no)historia rodada, la película que termina (empieza, más bien...) siendo una película sobre sí misma, en un juego metacinematográfico de lo más peculiar.

(Nota a pie de página: Por si aún no te has dado cuenta, lector, que seguramente sí: lee el titulillo de esta crítica –un juguetón hipérbato-- de atrás adelante, a la manera de la peli, y así quizá tenga algún sentido...).

(13-11-2021)


Género

Nacionalidad

Duración

102'

Año de producción

Trailer

Diarios de Otsoga - by , Oct 05, 2022
3 / 5 stars
ficciones y realidades de juego sugestivo Un