Tras experimentar en el cine de animación con Chico y Rita, en compañía del dibujante Mariscal, Fernando Trueba ensaya en esta película con el tema de la creación artística y lo hace en blanco y negro. Para lo primero ha contado con Jean-Claude Carrière, el guionista, ya octogenario, de los últimos títulos de Luis Buñuel, quien interpretaba muy bien sus guiones y a su vez éste le tenía tomada la manera de expresarse del director español.
Trueba creemos que no le ha cogido bien el aire a esta historia, la del anciano escultor Marc Cros, quien tiene su estudio en una montaña cerca de los Pirineos, en la Francia ocupada durante la Segunda Guerra Mundial, a donde llega Mercè, huyendo del régimen franquista, a la que le da cobijo Lea, su mujer, pensando que le servirá de modelo, como lo fue ella en su juventud, y así reavivar la creatividad artística de su marido. Entre el escultor y su modelo, reticente ésta al principio debido a sus veinte años, se entabla una amistad, un entendimiento y un afecto mutuo, aunque de vez en cuando el artista se ofusque y enfade cuando le falta la inspiración.
Casi toda la historia transcurre entre esos dos personajes y en un segundo término, con breves apariciones, la esposa, la criada, un miembro de la resistencia, el marmolista y un oficial alemán amigo que escribe la biografía del escultor. La aparición de este último, que podía haber producido un cierto suspense ante la presencia del fugitivo y de ella, sin embargo no ocurre, lo que da el tono de la frialdad con que transcurre el relato.
Bien es cierto que la inspiración no es algo que fluya con la misma rapidez que el artista desea y eso hace que la narración se ralentice, se repitan las escenas de los desnudos y las poses de la modelo, hasta que el escultor encuentra lo que busca, la idea, que como él dice, es lo más importante.
Es una historia sobre la vejez, la vida, la muerte, la belleza y el desencanto del artista ante un mundo cruel motivado por la guerra, en la que se dan cita estos dos personajes, tan separados por la edad, entre los que nace la amistad y en el conocerse mutuamente se van ayudando, encontrando lo que cada uno busca, Marc su idea para plasmar la obra de arte, ella la libertad.
Mientras aprende de la sabiduría del maestro, tiene un refugio momentáneo y puede que el amor en el fugitivo del maquis y por su parte el octogenario escultor encuentra la belleza en Mercè. A él le queda poco tiempo y quiere aprovecharlo para legar a la posteridad su obra de arte plasmada en un cuerpo femenino.
El mismo entendimiento que nace entre estos dos personajes es el que se desprende de la actuación del veterano Jean Rochefort, con la nostalgia de la vejez reflejada en su cara, y de la joven Aida Folch, toda vitalidad y ganas de vivir, con el respaldo de una madura Claudia Cardinale y la eficiente Chus Lampreave.
No vamos a dudar de los conocimientos de Fernando Trueba, no es el caso, simplemente no nos parece el mejor de sus films, pero está bien contado, algo lento aunque el contacto con la naturaleza posiblemente exigía el color para esta declaración de amor al arte y la belleza.
El Festival de San Sebastián 2012 le concedió el Premio al Mejor Director por esta cinta.
El artista y la modelo -
by Francisco Casado López,
Oct 25, 2012
2 /
5 stars
La creación de una idea
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