Cuando el Oso de Oro del Festival de Berlín, la popular Berlinale, fue ganado "ex aequo" por dos películas chinas, una continental (la República Popular posmaoísta) y otra insular (la República Nacionalista de Taiwán, también conocida como Formosa, post-Chiang Kai-shek), se daba a conocer prácticamente por primera vez a escala internacional, en un certamen de prestigio, la cinematografía de la pequeña isla prooccidental. Fue una sorpresa, como lo es (y agradable) la visión de este filme, El banquete de boda, que consiguió esa rara proeza de sobresalir en un festival de la solera del alemán.
Bien es cierto que a tal premio al alimón con sus paisanos comunistas no fue ajeno el criterio político y cierto alcahuetismo, echando a unos chinos en brazos de los otros. Pero, al margen de ello, la constatación de la calidad de esta película confirma la existencia de una nueva, joven y con renovadas ideas, cinematografía en Extremo Oriente, de donde, según parece, viene ahora todo: competitividad, vídeos, ordenadores, creadores de cine...
El banquete de boda supone una interesante aportación al cine de mestizaje, con unos comienzos inscribibles en la comedia, que deriva paulatina y casi imperceptiblemente hacia el melodrama, sin cargar las tintas, muy suave, la historia de una pareja gay (taiwanés y yanqui) que ha de hacer el paripé ante los padres llegados de Taipeh, casándose el primero con una china continental que necesita los "papeles" de esta boda para no ser expulsada a su país. Pronto la estratagema escapa de las manos de sus autores: entran en escena los sentimientos (amor, paternidad, celos, miedo) y todo se complica.
Ang Lee firma con éste su segundo largo, de maneras muy americanas, pero haciendo hincapié también en las costumbres y asuntos orientales, poniéndolos en contraposición con la frivolidad USA, sin por ello llegar a la crítica acerba; hay un tono de comprensión hacia sus personajes, hacia ese trío embarcado en una aventura que les supera, pero también hacia los padres que no terminan de entender algo que no encaja en sus limitadas mentes, habituadas a esquemas mucho más tradicionales.
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