Pelicula:

CRITICALIA CLÁSICOS


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Edmund Goulding (Feltham, Reino Unido, 1891 – Los Ángeles, 1959) fue un sólido director inglés afincado desde principios de los años veinte en Estados Unidos, donde desarrolló la mayor parte de su carrera cinematográfica, primero como actor, después como guionista, más tarde como director, estando en activo en esta última faceta desde 1925 hasta el año antes de su muerte. No fue un director estrella, ni de los que aparecen en las Historias de Cine como uno de los grandes, pero sí fue un cineasta seguro, fiable y muy buen profesional, que, como sus colegas de la época, cultivó todos los géneros, siempre a las órdenes de la “major” de turno. Descolló sobre todo en el drama, en films como Gran Hotel (1932), con la divina Garbo, Amarga victoria (1939), con un dúo desopilante, Bette Davis & Bogart, o El filo de la navaja (1946), sobre la novela de Somerset Maugham, con Tyrone Power y Gene Tierney.

La cuarta de sus grandes películas es precisamente esta El callejón de las almas perdidas, un notable thriller basado en la primera novela del norteamericano William Lindsay Gresham, un escritor de escasa producción que recorrió prácticamente todo el arco ideológico o religioso: pasó de comunista a ferviente presbiteriano... En la época en la que escribió esta novela aún militaba en la izquierda norteamericana y ciertamente se nota...

La acción se desarrolla en los años cuarenta, en una fecha indeterminada en esa década. Conocemos a Stan, mozo para todo en una feria ambulante, en la que la atracción máxima es el que llaman “el salvaje”, un alcohólico degradado al que el jefe de la feria mantiene permanentemente drogado con alcohol para que realice actos como morder a gallinas y aparentar ser el eslabón perdido entre hombre y bestia. En la feria Stan se encuentra al servicio de Zeena, una mujer que representa un número de adivinación, obviamente fraudulento, en el que le ayuda su marido Pete, alcohólico, que posee un pequeño manual con códigos para espectáculos de mentalismo, con el que tiempo atrás alcanzó la fama con su mujer. También está Molly, cuyo número consiste en recibir descargas eléctricas de baja intensidad. Stan desea hacerse con el manual de códigos de Pete, intuyendo que eso le puede abrir la puerta para la fama y la riqueza; el azar, teñido de tragedia, le permitirá hacerse con él, y a partir de ahí, junto con Molly, comienza su andadura como mentalista...

Muy superior a la reciente versión que ha hecho Guillermo del Toro con igual título, El callejón de las almas perdidas (2022), la película de Goulding tiene ese tono de thriller que adereza el cine negro con algunas gotas de misterio y terror, con algunas evidentes influencias del clásico del cine de ferias y circos, La parada de los monstruos (1932), pero por supuesto con plena autonomía, con auténtica personalidad propia. Film que denuncia el arribismo de los seres humanos, que no se paran (no nos paramos...) en barras para conseguir nuestros objetivos, la obra del cineasta anglo-yanqui presenta toda una baraja de personajes perfectamente cincelados con apenas algunos detalles: el protagonista, Stan, un pobre diablo que sueña con salir del arroyo y cuya desmedida ambición y destemplada codicia le labrará la fortuna pero también la inevitable caída en la abyección más absoluta; la doctora Ritter, una manipuladora de primera, una mujer con clase que sabe (ella sí) entrar en la mente del medrador para manipularlo para su propio beneficio; Zeena, la supuesta adivinadora, dedicada al marido cuyo alcoholismo llegó de la mano de las infidelidades de la esposa; Molly, la pureza, el amor desinteresado, la entrega absoluta al que cree el hombre de su vida, aunque este se encuentre más interesado en los dólares de los ricachones que en la mujer que le ama incondicionalmente. Goulding los retrata a todos con algunas pinceladas, en ocasiones solo con alguna frase o una mirada. Es la fuerza del cine clásico norteamericano, capaz de sintetizar en unos planos lo que en nuestra época requiere de varias secuencias para que nos enteremos de lo mismo (cfr., por ejemplo, la versión de Del Toro...).

Pero el acierto de Goulding no se queda en la espléndida descripción de caracteres, hecha con tanta economía de recursos estilísticos: la atmósfera conseguida tiene densidad, peso, casi se puede cortar con una navaja; una atmósfera negra, con frecuencia asfixiante, en la que los personajes se mueven al filo de la marginalidad, quizá de la demencia. Con un prodigioso ritmo narrativo en el que no hay lugar para el desfallecimiento, la película tiene el metraje exacto para contarnos la historia de este arribista que lo sacrificó todo, también el amor más puro y verdadero, en el ara de la avaricia, en una película que sorprende por su tono, tan malsano, en una época en la que este tipo de cine no era precisamente, ni mucho menos, el preferido por el público yanqui.

Notable trabajo de un Tyrone Power alejado momentáneamente de sus papeles de galán, pero sobre todo de una Helen Walker que compone una vampiresa interesantísima, una mujer astuta que pastorea al varón por donde quiere, una mujer en este caso con el poder que da la ciencia (doctora en psicología, nada menos...), lejos de la “vamp” al uso de la época, que eran generalmente chicas formadas en eso que se suele denominar la “universidad de la calle”...

Por cierto, chapó para el anónimo autor del título en español de la película: si comparamos Nightmare alley, el título original, que sería algo así como “Callejón de pesadilla”, con el poético titulo español, El callejón de las almas perdidas, nos parece que no hay dudas sobre quien gana por goleada...

(27-01-2022)


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110'

Año de producción

El callejón de las almas perdidas (1947) - by , Jan 27, 2022
4 / 5 stars
Ambición, arribismo, abyección