Sobre una novela "de cabecera" en tono al postfeminismo, el cine británico ha montado esta comedia romántica a vueltas con las obsesiones de las féminas treintañeras con dificultades para relacionarse amorosamente; la protagonista es una de ellas, y su problema no es tanto su falta de atractivo (está entradita en carnes pero es resultona) como su absoluta falta de materia gris en el lugar donde se supone tiene el cerebro. Mema integral, que en algunos momentos haría pasar por inteligentes a los personajes de Dos tontos muy tontos y similares, esta Bridget Jones es un desastre como persona, como mujer y como trabajadora. Así las cosas, es verosímil que no se coma una rosca, y, cuando se la come, tanto con su jefe como con (no descubrimos nada: toda comedia romántica termina con la parejita protagonista felizmente enredada) su apolíneo pretendiente.
Y por ahí falla (además de por otros sitios...) este El diario de Bridget Jones: vamos a ver, ¿por qué una chica gordita, alcohólica y fumeta, con problemas epidérmicos en el rostro, con una verborrea vacía, torpe como el inspector Clousseau y con una tendencia a meter la pata constantemente, se lleva de calle a su jefe, que es un casanova de pacotilla, hasta convertirlo en su novio, y además hace que el galán de la función (un taciturno Colin Firth, que parece salido de un funeral), un guapo reguapo, se pirre por ella? Parece más bien una fantasía de solterona que algo ni siquiera ligeramente cercano a la realidad.
La debutante directora, Sharon Maguire, no va a recibir, a buen seguro, premio alguno por este trabajo impersonal, una mera y cansina ilustración de un guión con algunos detalles costumbristas y sociológicos simpáticos, pero poco más. Así las cosas, si éste es el buque insignia del postfeminismo, vaya tarjeta de visita que nos deja ese ¿movimiento? Renée Zellweger vuelve a repetir, con algunas variaciones, el papel de boba de Persiguiendo a Betty; claro que, entonces, el personaje tenía visos de originalidad y ahora ya suena a conocido. Hugh Grant no balbucea apenas, lo cual se agradece, y su papel de rijoso y burlador sexual tiene su punto. Poco más, en un filme con mucho más prestigio del que realmente le corresponde.
100'