Pelicula:

CRITICALIA CLÁSICOS


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Algún día habrá que hacer el cumplido elogio que se merece Victor Fleming, aquel californiano que empezó en el cine como especialista y terminó rodando algunos de los films más míticos que se hayan rodado nunca, como el legendario Lo que el viento se llevó (1939), aunque, además de él, es sabido que metió mano en la dirección medio Hollywood, o este no menos celebrado El mago de Oz. Pero es que, además, Fleming fue el director de algunos memorables films de aventuras del mejor Hollywood, el de los años treinta y cuarenta, como la mejor versión que se haya hecho nunca del clásico de Robert L. Stevenson La isla del tesoro (1934), con Wallace Beery como Long John Silver y Jackie Cooper como Jack Hawkins, o Capitanes intrépidos (1939), sobre la novela de Rudyard Kipling, con Spencer Tracy y Freddie Bartholomew, además de la que se reputa la más conocida adaptación al cine de otro clásico de Stevenson, El extraño caso del Dr. Jekyll (1941), de nuevo con Tracy, más un dúo femenino de lujo, Ingrid Bergman y Lana Turner.


Queremos decir que Fleming, dados sus orígenes, podría haber sido el típico profesional aseado sin más, pero sin embargo alcanzó una insospechada capacidad creativa, una rara facultad para enhebrar, una tras otras, historias míticas que en sus manos se volvieron extraordinarias versiones de las obras literarias de las que bebían. Es cierto que en el caso de El mago de Oz, además de Fleming, que fue el cineasta acreditado, intervinieron también episódicamente otros directores, en concreto King Vidor, George Cukor, Mervin LeRoy y Norman Taurog (y hasta casi una veintena de guionistas, la mayor parte de ellos sin acreditar como tal). Pero en ningún momento la historia se resiente de una falta de unidad de estilo, y el tono fantástico, a ratos cuasi onírico, lo domina todo.

No deja de ser curioso que este El mago de Oz, además de la mejor versión que se haya hecho de la novela El maravilloso mago de Oz, de L. Frank Baum, un clásico intemporal para niños y adultos, además de un exuberante cuento popular (no muy lejano a la Alicia de Lewis Carroll), fuera rodado por Fleming (et alii) precisamente el mismo año en el que filmó (también et alii...) Lo que el viento se llevó.

Pero este clásico infantil y juvenil es, a nuestro juicio, muy superior a la sobrevalorada historia sobre Scarlett O’Hara y Rhett Butler: y es que el relato de las peripecias de Dorothy, la jovencita arrastrada por un tornado hasta un país maravilloso, en el que habrá  de encontrar al mítico mago del título es, realmente, una luminosa metáfora sobre el tránsito de la niñez a la edad adulta, pero sobre todo un espléndido espectáculo de luz, color y canciones, con la prodigiosa voz de la formidable Judy Garland y unos estupendos efectos especiales que no han envejecido en absoluto, a pesar de lo que ha llovido desde entonces, una auténtica explosión de creatividad e imaginación, con esos fondos de los planos que aparecen obviamente pintados, buscando premeditadamente la candidez de lo naif.

Utilizando un voluntariamente grisáceo blanco y negro en el prólogo y el epílogo para resaltar aún más el carácter restallante y colorista de la trama central, el film es, efectivamente, lo que hoy día se conoce como un “coming age”, una película sobre el tránsito de la infancia y la adolescencia a la edad adulta, en la que el viaje hasta la Ciudad Esmeralda del Mago de Oz, será un camino de maduración, con las lógicas peripecias que la protagonista habrá de superar para ello; y lo hará acompañada de entrañables amigos a los que encuentra por ese sendero (como en la vida misma), amigos que también buscan algo que les falta para terminar de ser las personas normales y corrientes (por ello también especiales a su manera) que aspiran a ser.

Porque esa es otra de las características de la película, quizá la fundamental (aparte de la amenidad y el entretenimiento para chicos y grandes, que consigue plenamente, incluso hoy, cuando se escriben estas líneas, más de ocho décadas después de su estreno), su contenido metafórico, pleno de símbolos, de alegorías perfectamente identificables, como ese camino de baldosas amarillas que debe seguir la pequeña Dorothy (Dorita, en la ingenua tradición del doblaje al español de la época) para llegar con bien a esa madurez vital, sin desviarse ni malearse, o los elementos, tangibles o intangibles, que faltan a los amigos de la protagonista: el Espantapájaros buscará un cerebro, el Hombre de Hojalata un corazón, el León el valor del que carece; todos ellos se lo van a pedir al mago de Oz, expresando con ello en realidad el anhelo por crecer y convertirse en los adultos que serán.

Esas carencias que, por supuesto, no son tales, sino que ya poseían esas cualidades, solo que no lo sabían, y la llegada a la edad adulta simplemente les hará conscientes de ello. En ese sentido, es muy significativo el hecho de que los tres compañeros conseguirán los valores que anhelan por sí mismos, no son otorgados por otro (el mago de Oz), sino luchados y peleados por ellos mismos; así, el Espantapájaros tiene ideas, luego tiene cerebro; el León le echa valor a pesar de su miedo, como todo el mundo; el Hombre de Hojalata rompe a llorar porque siente el destino mortal de Dorothy, luego tiene corazón. De esta forma, la película propone una visión laica, secular, del ser humano, una visión en la que el Hombre (como especie) es autosuficiente, no necesita de ningún dios que le ayude a ser lo que aspira a ser.

En el caso de Dorothy, el reconocimiento de la culpa, la redención al asumir los errores cometidos (en su caso su desafección hacia sus tíos que amorosamente la criaron) será la prueba definitiva de su llegada a la adultez. También la asunción de la existencia de la muerte en un tiempo tasado será la confirmación de su madurez, cuando la adolescente cobra conciencia de que es mortal, de que la vida no es para siempre.

Nominada para seis Oscar, finalmente se hizo con dos de ellos, en concreto los relativos a Mejor Canción, para la inolvidable Over the Rainbow, que cantaba Judy Garland, y para la Banda Sonora Original.

(24-11-2024)


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102'

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El mago de Oz - by , Nov 28, 2024
4 / 5 stars
Luminosa metáfora