Gerardo Herrero es uno de los más interesantes e importantes productores españoles actuales. Por su productora Tornasol ha pasado buena parte del mejor cine hecho en España en los últimos años, con una evidente vocación hispanoamericana. Como director Herrero no llega a esa misma altura, aunque tiene títulos muy estimables, como "Las razones de mis amigos" y "Malena es un nombre de tango". No es un cineasta que guste de repetir temas ni esquemas, y podría decirse que no es muy personal, no es el típico "autor" en el sentido cultista manejado por los cinéfilos. Dependerá, entonces, del interés que tenga el material que tiene entre manos para que sus películas como director sean mejores o peores. En este caso no ha estado muy afortunado, porque la novela en la que se basa, original de Manuel Vázquez Montalbán, no es de las mejores del creador del detective Carvalho, y porque, además, como dicen un par de veces los personajes de la película, ¿a quién le importa, a estas alturas, lo que pasara con Galíndez? Éste, personaje histórico sobre el que Montalbán y el guionista Luis Marías fabulan, fue un nacionalista vasco, agente del FBI y representante del gobierno virtual de su tierra en USA, que desapareció en 1956, en Nueva York, al parecer secuestrado por el dictador dominicano Trujillo, que sojuzgó su país durante treinta años. Sobre este hecho de la desaparición y el rumor del secuestro, un personaje ficticio, una neófita historiadora yanqui, investigará para su tesis, encontrando que hay personas a las que no le interesa que se haga la luz sobre el asunto. Pero se pregunta uno, ¿de verdad es creíble que, 32 años después de los supuestos hechos, a alguien le interese este tema? Y aún más, ¿quedaría gente viva, responsable de aquellos hechos, con tanto poder como para, tantos años después, montar un pollo como el que se cuenta aquí para pararle los pies a la investigadora? Me temo que no. Así las cosas, Herrero dirige con profesionalidad, aunque es cierto que, salvo algunos momentos, sin mucho brillo. Con frecuencia parece que estamos viendo una actualización de aquellas viejas películas de Costa Gavras ("Z", "La confesión"), aunque es evidente que este tiempo no es aquél y que el cine político actual nada tiene que ver con aquella perspectiva. Además resulta que no te crees en absoluto a la nula Saffron Burrows en el papel de la esforzada protagonista; Harvey Keitel, como es habitual en él, está mayestático, en un turbio papel que borda como solo él sabe hacerlo. Pero el que resulta desarmante es el actor cubano Reynaldo Miravalles, genial en su ambiguo papel de antiguo agente de la CIA, seductor y dandy, un pisaverde gatófilo sin escrúpulos, un personaje de villano poliédrico: el Mal con mil caras.
El misterio Galíndez -
by Enrique Colmena,
Oct 02, 2003
2 /
5 stars
Herrero descubre a Costa Gavras
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