Pocos cineastas han expresado en cine el alma de la "série noire", del cine negro genuinamente francés, como este Jean-Pierre Grumbach, en el siglo Jean-Pierre Melville, cineasta prematuramente desaparecido y cuya filmografía supone una de las más interesantes obras de su tiempo. El silencio de un hombre (hermoso título español, para nuestro gusto superior incluso al original, El samurai) es una de sus cumbres, junto a Los niños terribles, El ejército de las sombras o Hasta el último aliento.
Un asesino a sueldo es encargado de liquidar a un hombre. Una mujer le ve cuando hace su "trabajo". A partir de ahí, el cerco en torno del mercenario se hará progresivamente insoportable. Melville describe aquí a este hombre frío, imperturbable, cincelando un arquetipo que parece más allá del hombre, cuando realmente nada humano le es ajeno. Espléndida composición de Alain Delon, la mejor de su carrera.
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