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Hirokazu Kore-eda parece confirmarse como una de las miradas más interesantes del nuevo cine japonés, el que empezó a hacer cine tras la muerte o decrepitud de los grandes maestros Ozu, Mizoguchi, Kurosawa, Oshima o Ichikawa. Aunque empezó a rodar a principios de los años noventa, es a partir del siglo XXI cuando su cine ya se exhibe con regularidad en todo el mundo; nos llamó poderosísimamente la atención con su extraordinaria Nadie sabe (2004), trágica visión del mundo de la infancia desasistida, un film basado en hechos reales que era una pequeña maravilla de creatividad y contenida intensidad emocional; sin embargo, nos defraudó con Air Doll (2009), fallida historia romántica entre hombre y muñeca hinchable (sí, como Tamaño natural, de Berlanga, o No es bueno que el hombre esté solo, de Olea), donde la conversión del látex en carne, sangre, hueso y alma se tornaba chirriante; tampoco estuvo muy fino en Kiseki (Milagro) (2011), de regreso al mundo de la infancia, para volver a convencernos en De tal padre, tal hijo (2013) y Nuestra hermana pequeña (2015), de nuevo en films donde los niños están en el meollo de la trama.

Está especialmente interesado Kore-eda, a lo que se ve, en la infancia, la edad en la que forjamos, en gran medida, lo que seremos de adultos. También, aunque quizá más tangencialmente que en otros films, la niñez, aquí más bien la primera adolescencia o pubertad, está en esta El tercer asesinato, que formalmente viste los ropajes del thriller, aunque en puridad podemos decir que es un drama con todos sus avíos.

Un abogado es requerido, junto con su equipo jurídico, para hacerse caso de la defensa de un hombre que supuestamente ha asesinado, en la soledad de la orilla del río, a su jefe, quien le había despedido unas horas antes. El presunto asesino ya había matado, treinta años antes, a dos personas, crímenes por los que cumplió su condena; ahora, supuestamente reinsertado, comete este tercer homicidio, pero el nuevo abogado pronto se dará cuenta de que en el caso, en el que el sospechoso ha confesado de plano su delito, hay cosas que no cuadran…

Lo curioso es que El tercer asesinato es, más que un thriller, una película que se pregunta sobre el ser humano y su capacidad para hacer el mal de forma innata, ser una “vasija vacía”, como se dice en varios momentos del film, alguien que carece de sentimientos ni escrúpulos, ni siente remordimientos; o, por el contrario, si incluso esos seres que pudieran parecer renuentes a la compasión, a la piedad, a la empatía con sus congéneres, sin embargo pudieran esconder algo parecido a un corazón, un alma, un espíritu que fuera misericordioso, incluso heroicamente mártir ante la posibilidad de un mal mayor para un tercero amado, acaso tan solo amistado, o conocido.

Con una progresiva intensificación de las dudas que corroen al abogado defensor, que habrá de luchar contra las instancias judiciales, pero también contra sus propios compañeros en la defensa, que quieren optar por lo más evidente, e incluso contra su propio defendido, que tiene sus propias prioridades, que no se corresponden con la de su letrado, El tercer asesinato se va convirtiendo, conforme avanza el metraje, en una reflexión sobre la humanidad incluso del supuestamente inhumano, sobre la justicia y su incapacidad para discernir en casos en los que la sutileza es la clave, sobre el derecho a la vida, al reconocimiento, al respeto de aquellos que pudieran parecer la hez de la Tierra.

Formalmente impecable, hábilmente narrada por un cineasta perito en este tipo de fuertes dramas de gran carga emocional, El tercer asesinato es una obra densa e intensa, con gran número de pliegues que no se usan a la torticera manera actual para forzar continuos giros a la línea argumental que sorprendan al espectador, sino que se conforman como meandros en los que la historia se agosta, se enreda, se retuerce sobre sí misma para ir mostrándonos los perfiles sugestivos de un hombre al que no le queda nada que perder, salvo su propia estima, salvo el bien supremo de una niña atormentada física, moralmente.

Gran trabajo actoral de los dos protagonistas principales, Masaharu Fukuyama, que interpreta al defensor, presente ya en un título anterior de Kore-eda, De tal padre, tal hijo, y Kôji Yakusho, que hace el personaje del presunto criminal, un actor de larga carrera en títulos de diversa laya como Memorias de una geisha (2005), de Rob Marshall, Babel (2006), de Alejandro González Iñárritu, y 13 asesinos (2010), de Takashi Miike.


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125'

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El tercer asesinato - by , Dec 28, 2018
4 / 5 stars
¿Una vasija vacía?