La católica Irlanda siempre ha tenido un lugar en el sol cinematográfico, desde las raíces costumbristas de todo el cine de John Ford a cintas modernas como “Las cenizas de Angela” o tan recientes como “Las hermanas de la Magdalena”. Films todos ellos donde se combinan componentes políticos, religiosos, costumbristas e incluso folklóricos, dándonos la visión de un universo que combina las dificultades económicas e históricas con una forma peculiar de vida.
Todo ello vuelve a reflejarse en este retrato costumbrista, impregnado de realismo sentimental que es “Evelyn”, la hermosa historia de un caso verídico que sucedió en los años cincuenta, cuando un padre se vio privado de sus tres hijos al ser abandonado por su esposa y no tener medios adecuados para sacarlos adelante. Su lucha judicial, sus derrotas iniciales, su comportamiento no precisamente ejemplar, su tesón, sus vicios y virtudes se van sucediendo en la pantalla, en un relato algo blando que busca la complicidad del espectador con el protagonista, máxime cuando éste está interpretado por Pierce Brosnan, en un papel claramente buscado por el actor (que además es productor de la cinta) para desmarcarse de su tipificado personaje del agente 007. Aquí no hay espectáculo, sólo intimismo y sentimientos, no sólo en las relaciones de los niños y su padre –destacando las de la niña frente a las de sus dos hermanos--, sino también en la figura del abuelo, o en esa camaradería tan irlandesa que termina por forjarse en el equipo jurídico que defiende el caso.
Pierce Brosnan, Aidan Quinn, Stephen Rea o Alan Bates componen un estupendo reparto masculino para una cinta rodada en Irlanda por Bruce Beresford, curiosamente un australiano pasado por Hollywood.
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