Pelicula:

CINE EN SALAS

Tenemos escrito que el mejor cine norteamericano actual es el que solemos llamar “indie”, apocopando la palabra independiente, cine hecho extramuros de las grandes productoras, las “majors”, que actualmente se dedican prácticamente de forma monográfica a fabricar vacuos “blockbusters”. Pero el cine “indie” yanqui sí que tiene, en general, interés, y es en ese cine de poco presupuesto pero con frecuencia mucho talento donde está el futuro de la cinematografía norteamericana, o al menos así nos lo parece. Pero también hay un cierto cine que se reclama “indie” que nos parece más bien “indiota” (el lector disculpará el exabrupto...), porque pretende ser lo que no es, y encima de todo, parecer que es una cosa elevada e intelectual. Pues no.

Este Ex maridos es una buena prueba de ello. La acción se desarrolla en nuestro tiempo, con algunos saltos temporales adelante y atrás, concretamente seis años atrás, seis años adelante. Conocemos a Peter, dentista neoyorquino sesentón, cuyo padre, Simon, ya octogenario, le comunica que va a divorciarse de su mujer, la madre de Peter, porque cree que todavía le quedan unos años buenos... Aunque Peter intenta disuadirlo, el viejo finalmente llevará a cabo su propósito, aunque seis años después está como un vegetal en una residencia. El dentista, en ese mismo período de seis años después, afronta sin quererlo el divorcio que le pide su mujer; mientras le da vueltas al tema, decide irse a la zona turística de Tulum, en la mexicana Riviera Maya, para desestresarse, con tan mala fortuna que es el mismo destino que elige su hijo mayor, Nick, para su despedida de soltero, que ha organizado su segundo hijo, Mickey, así que Peter, sin quererlo, tendrá algún protagonismo en esa fiesta que pronto no lo será tanto, cuando se desvela una cuestión esencial...

Noah Pritzker es un guionista y director neoyorquino, de obvios ancestros judíos, que lleva haciendo cine desde hace relativamente poco, desde 2011, con algunos cortos y solo un largometraje anterior a este, titulado Quitters (2015), no estrenada en España, también en el microcosmos de la clase media-alta, con un adolescente atribulado en una familia que se desmorona y qué hacer en esa coyuntura. Esta Ex maridos va también de clan familiar de esa misma clase (tienen hasta panteón familiar en el cementerio de Nueva York, un panteón más grande que muchas viviendas de la ciudad...), cuyos problemas, por supuesto, no son económicos sino psicológicos, relacionales, sentimentales. Pero lo malo de esta película es que lo que se nos cuenta nos suena a artificial, a impostado, como si no estuviéramos asistiendo a la vida de unas personas (que es a lo que debería aspirar el cine comercial al uso, incluso el “indie”), sino más bien a una “representación” de esa existencia, como una obra teatral en la que los actores declaman sus papeles con más o menos convicción, pero sin que estos tengan vida, sin que nos creamos en ningún momento las andanzas de este supuestamente atormentado dentista que no se quiere divorciar, con un hijo intelectualmente superdotado pero que sigue de camarero con treinta y tantos “tacos” y, como era de esperar, sigue sin madurar, y otro hijo salido del armario al que no sabe cómo tratar en cuanto a esa circunstancia.

Los diálogos parecen escritos como para ser cincelados y ponerlos en un frontispicio, qué cosa más poco natural... la gente no habla así, ni siquiera los dentistas neoyorquinos con empanadas mentales, ni los treintañeros que acompañan al supuesto casadero. Tampoco es que Pritzker sea un hacha como director: su puesta en escena es acartonada, casi como una puesta en escena teatral, en la que sus personajes se mueven un poco robóticamente, sin naturalidad. Sabemos que son familia porque nos dicen que lo son, pero desde luego no porque lo demuestren, no “parecen” ser familia, sino los actores que en realidad son. Y no digamos cuando Pritzker, el director, se pone en plan existencialista, como en esa escenita, ya casi al final, que da vergüenza ajena, con todos los de la despedida de soltero, más el padre, sentados en la playa, fumando, pensativos, todos como muy guais...

Mala cosa si un film no tiene credibilidad en lo que cuenta y en cómo lo cuenta. En esos casos, lo que suele visitar al espectador es el aburrimiento, con su primo el bostezo, y les aseguramos que aquí están los dos casi desde el minuto uno... Y no digamos si, encima, la música de la banda sonora es constante, incluso atosigante, sin dar respiro al espectador, y también con frecuencia resulta tan alta que tapa los diálogos (aunque, pensándolo bien, mejor que tapen los diálogos: para lo que hay que oír...).

Si este es el futuro del cine “indie” yanqui, mala cosa. Esperemos que no, y que el cine “indiota” sea la excepción, y no la regla, en esa por lo demás modélica forma de hacer cine, ecléctica, diversa, interesante (o sea, todo lo contrario que esta película...).

Los intérpretes hacen lo que pueden: Griffin Dune, cuyo nombre está unido indefectiblemente a aquella comedia negra, Jo, qué noche (qué horrible título español para el original After hours, que podría haberse retitulado en España algo así como “A deshoras”), con la que Scorsese se reconcilió con público y crítica tras el batacazo de El rey de la  comedia; Griffin Dunne, digo/decía (gracias, Umbral), intenta dar alguna consistencia a su personaje, sin mucha fortuna. James Norton, que se hizo un nombre en su país, Reino Unido, como el curita detective de la serie Grantchester, nos da la impresión de que no se cree demasiado su papel (o quizá es que, en puridad, no había tan papel...), y Miles Heizer, el hijo gay, tampoco está especialmente fino. Las mujeres, aquí, son incidentales y sin personajes de relieve, casi como un paisaje... Citaremos la reaparición de Rosanna Arquette, que fuera musa de (precisamente...) el cine “indie” en los años ochenta, y que además compartió cabecera de cartel justamente con Dunne en la mentada Jo, qué noche. Arquette ha seguido haciendo cine, desde luego, pero generalmente en productos de poca monta.

Nota al margen para los distribuidores españoles: vean lo que dice la Real Academia Española sobre las palabras precedidas por el prefijo “ex”:

A partir de la edición de la Ortografía de 2010, ex- debe someterse a las normas generales que rigen para la escritura de todos los prefijos y, por tanto, se escribirá unido a la base si esta es univerbal (exjugador, exnovio, expresidente, etc.).

Así que el título de esta película debería escribirse “Exmaridos”. De nada...

(12-06-2024)


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98'

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Ex maridos - by , Jun 12, 2024
1 / 5 stars
Cine "indiota"