Greystoke, la leyenda de Tarzán, el rey de los monos

CRITICALIA CLÁSICOS
Disponible en Apple TV, Prime Video y HBO Max.

Como Sherlock Holmes, como Allan Quatermain, el Doctor Jeckyll y Mr. Hyde, como el capitán Nemo... Tarzán es una de esas creaciones literarias nacidas entre los siglos XIX y XX que han entrado a formar parte del  universo de personajes imaginarios en la cultura popular de millones de personas en todo el mundo, durante varias generaciones. Pero quizás (ya en nuestros días, y por desgracia) eso ocurre ya sólo en los ámbitos librescos, si bien el cine lo ha perpetuado aunque más en clave simplista y en formato de animación para espectadores infantiles.

Su autor fue el estadounidense, de Chicago, Edgar Rice Burroughs (1875 - 1950), que tras difíciles comienzos en el mundo de las publicaciones pulp fiction dio de lleno en la diana cuando en 1912 publicó en tiras de cómic y en libro "Tarzán de los Monos" y enseguida, tras su éxito, "El regreso de Tarzán", hasta completar 24 novelas con su personaje, al principio con su vida selvática y simiesca (como "Tarzán en la selva"), pero luego insertándolo entre los humanos (como "Tarzán, el Gran Jeque" y muchas más). Evidentemente la larga lista de títulos repercutió en la calidad de las últimas, que casi tuvieron un tono policíaco y quedaban a mucha distancia de las primeras, y no digamos de la inicial, que marca y crea al mito. Burroughs cimentó su fama con otra serie -ésta de ciencia ficción- con "Una Princesa de Marte", a la que siguieron otras diez novelas más, y que tienen como héroe a su protagonista John Carter, un sureño misteriosamente trasplantado a Marte, donde se desarrollan sus entretenidas aventuras.

Y dejando ya el soporte literario de este Greystoke... hay que hablar de Hugh Hudson, londinense nacido en 1936 y fallecido, a los 86 años, en febrero de 2023. De él se podría decir que es el típico autor de un título famoso y de éxito, que apenas se prolonga con algún otro film, en especial el que ahora estamos analizando. Hudson es recordado esencialmente por Carros de fuego, vistosa cinta sobre la preparación de varios atletas británicos para las Olimpiadas de 1924, que obtuvo cuatro Oscars (entre ellos el de mejor película) y que se aprovechó de la magnética y preciosa banda sonora de Vangelis para cautivar al público. Tras ella rodó el film de Tarzán, y luego su carrera se fue espaciando y apagando con Revolución (con Al Pacino), ya en el 2000 la fallida Soñé con África (con Kim Basinger), hasta terminar en 2016 rodando en España Altamira, ambiciosa y correctamente académica cinta, con Antonio Banderas en el papel de Marcelino Sanz de Sautuola, el descubridor de las famosas cuevas prehistóricas, apoyado en el reparto por Rupert Everett.

La historia de Tarzán comienza con sus padres, aristócratas ingleses, que en el último tercio del siglo XIX, tras un motín, son abandonados frente a las costas africanas. La madre, embarazada, da a luz poco después a un niño y los padres mueren tras invadir su rústica cabaña un grupo de chimpancés. Una hembra, que ha perdido a su cría, se consuela con el niño humano, que crece como un simio más a lo largo de su infancia y juventud, siendo así pues, el hombre mono. El film sigue la línea argumental de la primera novela, con algunos cambios. Y veinte años después un explorador belga (Ian Holm) rescata a Tarzán y, al ver los restos de la cabaña donde vive, lo relaciona con el conde de Greystoke, embarcándolo con él de regreso a Inglaterra.

Un gran guionista, Robert Towne (Chinatown) y Hudson construyen una habilidosa película para ensamblar los dispares universos del joven e inteligente salvaje y el mundo de castillos lujosos y refinados aristócratas en que vive ahora. Ralph Richardon (en su último papel, como el conde) y una joven y guapa Andie MacDowell le ayudan a adaptarse a su nuevo mundo en lo social y en lo sentimental. Pero mención aparte merece Christopher Lambert, en el mejor papel de su carrera (popularizada con las tres entregas de Los inmortales) y que, aparte de su limitada capacidad interpretativa, sobresale en sus movimientos y gestualidad para adaptar su doble vida de inglés civilizado y salvaje primate. Aparte del intérprete más conocido en el papel del hombre mono, como fue el gran Johnny Weismuller, una larga serie de actores lo han encarnado, como Elmo Lincoln (el primero), Lex Barker, Clint Walker, Gordon Scott, Casper Van Dien, Alexander Skarsgard...

Rodada en Camerún para toda la parte de la narración en tierra africana, con una luminosa fotografía de John Alcott, cuenta en la parte europea con los jardines e interiores de tres lujosos castillos y palacios de Gran Bretaña. Y en uno de ellos se da la escena posiblemente más lograda y emocionante del film, cuando el ahora inglés John Clayton descubre encerrada en una jaula descargada de un barco a su madre simia, una anciana chimpancé que reconoce a su cría y, liberada, se abrazan y se hacen arrumacos entre gozosos gruñidos. Un dato más que aporta sensibilidad y originalidad para contar una historia tan conocida, pero con un enfoque tan valioso y distinto a las demás versiones...

(24-09-2023)