No es muy frecuente que el cine ponga en imágenes la vida (o parte de ella) de aquellos que le otorgan carta de naturaleza, vale decir los directores que hacen las películas, convertidos desde André Bazin en los autores de los films, afirmación que hoy por hoy quizá no sea tan rotunda como entonces. En cualquier caso, no deja de ser curiosa esta cinta que se dedica a contarnos las interioridades del proyecto, rodaje y estreno de Psicosis, la que probablemente es (quizá junto a Los pájaros) la obra más conocida de Hitchcock.
Sobre la base del libro de Stephen Rebello Alfred Hitchcock and the making of Psycho, Sacha Gervasi (que tiene nombre francés y apellido catalán, pero resulta que es londinense) presenta la intrahistoria del azaroso rodaje de este film singularísimo, desde las fuertes reticencias de la industria a una historia que se reputaba cuasi pornográfica, con elementos tan extraños para la época como el hecho de que la heroína fuera asesinada en el primer tramo de la película, además de contar con elementos de travestismo, homosexualidad críptica, necrofilia y desnudos explícitos: estábamos en 1959, no sé si me explico…
El hecho de que Hitch se encabezonara en llevar al cine la novela de Robert Bloch (por lo demás muy interesante, quizá de las mejores de este miembro del Kalem Club que se formó en torno a Lovecraft) fue una suerte: hombre, su filmografía sin Psicosis es espléndida, pero con esta obra maestra de intriga, ingenio, morbo y pesadilla está más que colmada.
Pero el tema central de este por lo demás curioso aunque no arrebatador film quizá sea la relación de Hitch con su mujer, Alma Reville, la típica mujer de inmenso talento que resulta oscurecida por el genio. Porque es totalmente verídico que Alma fue parte importantísima del éxito del llamado mago del suspense: no sólo montó buena parte de las películas de su marido, sino que sus aportaciones, tanto en el rodaje como en la postproducción, eran tan válidas para Hitch como las suyas propias. Aquí se nos cuenta un esbozo de romance que la señora Hitchcock (que firmaba con su nombre de soltera, acaso barruntando cómo oscurecería su propia carrera el apellido de tan rutilante marido) parece que estuvo a punto de mantener con un pisaverde, un amago de flirt que supondría para sir Alfred un fuerte impacto emocional, provocando una furia latente que se convirtió en patente, y que, si hay que creer a Gervasi, fue el crisol en el que se incubó la famosa escena de la ducha de Psicosis.
Estamos entonces ante la visión no del genio rodando, que también, sino sobre todo la imagen del gran Hitch en su vida privada, en sus celos infundados, en su día a día con Alma Reville. El genio en pantuflas, entonces, o cómo los dioses también tienen debilidades como los mortales. En el caso de Hitch no sólo sus celosías, sino también su más que conocida fascinación por las rubias.
Quede claro que no es Hitchcock una buena película: tiene un tono como de TV movie, sus planos son ramplones, sin la sutileza del autor que invocan en el título, su puesta en escena es con frecuencia superficial (ese Hitch de perfil para que todos reconozcamos la famosa imagen del gordo genial, por favor…), y en cuanto a interpretación, Anthony Hopkins se mete quizá demasiado en su papel, quiere ser Hitch, con afeites y prótesis, pero quizá hubiera sido mejor optar por una composición del personaje no estrictamente mimética sino más intelectual. Helen Mirren entiende su papel y se olvida de Alma Reville para componer el rol de la mujer brillante que voluntariamente opta por un segundo plano; entre los demás, Scarlett Johansson, aparte de lucir su palmito, resulta quizá algo sosa como Janet Leigh, y Jessica Biel, como Vera Miles, tampoco raya precisamente a gran altura.
A todo esto, Sacha Gervasi sólo contaba entre sus créditos con un título de cierta repercusión, la spielbergiana La terminal, de cuyo guión fue autor: ciertamente tendrá que mejorar bastante. La idea de llevar al cine esta historia era prometedora, pero me temo que no ha sabido sacarle todo el partido posible. Otra vez será: la vida y la obra de Hitchcock, el gordo salido de las rubias despampanantes, pero sobre todo el genio que cambió el concepto del cine y nos proporcionó media docena, al menos, de obras maestras, puede dar mucho más juego en la pantalla.
(06-02-2013)
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