Husbands

John Cassavetes fue uno de los precursores del actual cine “indie” norteamericano, un cine en el que lo comercial no es lo preponderante, sino la indagación sobre el ser humano, la vida, los sentimientos, los conflictos... un cine que experimenta, indaga, investiga... en contra del cine comercial que surca siempre caminos muy trillados.

Pues Cassavetes fue uno de los primeros que, quizá sin saberlo, puso las bases para la creación de ese movimiento que tiene ya varias décadas y excelente salud. Cassavetes era fundamentalmente actor, desempeñándose como tal desde 1951 en decenas de títulos, en los que no fue excesivamente escrupuloso: era su “pane lucrando”. Pero cuando empezó su carrera como director, a partir de 1958, su tono sería muy distinto desde aquella primera película que dirigió, Sombras (1958). Su carrera no fue numerosa en títulos pero sí muy interesante temática, estética, cinematográficamente: films como Faces (1968), Una mujer bajo la influencia (1974) o El asesinato de un corredor de apuestas chino (1976) presentan una mirada poliédrica, crítica, sobre la sociedad USA de los años sesenta y setenta.

Precisamente el éxito (relativo) de Faces permitió a Cassavetes contar con más medios económicos para hacer esta Husbands, en la que de todas formas se puso el mundo por montera, como en el resto de su filmografía, para contarnos una historia a contracorriente y formalmente rompedora.

La historia se centra en un grupo de cuatro amigos íntimos, en el entorno de los cuarenta años; cuando uno de ellos muere, los tres restantes, Harry, Archie y Gus, se embarcan en una aventura en la que intentan explicar(se), en la que buscan no perder la juventud que se les escapa a chorros, y de la que la muerte del amigo tan querido es el primer y premonitorio aviso. En esa huida hacia ninguna parte viajarán incluso a Londres, donde esperan recuperar, a través del sexo, los años que ya no volverán...

Film melancólico pero a ratos transido de la falsa alegría de la amistad y el compañerismo que intenta demostrarse con ruidos y alharacas adolescentes, Husbands está rodada, fiel al concepto rupturista de Cassavetes, a base de largos planos secuencia en los que sus actores (porque esta es una película fundamentalmente de hombres) parlotean, charlan, divagan, se confiesan entre sí o con otros (otras, más bien), alardean, se jactan... tres cuarentones que ven como están más cerca de la muerte que de la juventud que ya no poseen, e intentan exorcizarlo jugando impostadamente a ser jóvenes otra vez. Cassavetes también utiliza un recurso cinematográfico muy peculiar, filmar a sus intérpretes, sobre todo cuando están en espacios abiertos, enfocándolos con el zoom para presentarlos en primerísimos planos, lo que otorga a la imagen una rara distorsión apenas apreciable, pero que conviene a estos personajes estragados por la percepción de que, como decía el clásico, “tempus fugit”.

Película sólida, bien construida e insultantemente moderna, Husbands es también una disección sobre un estamento social, el de los varones de clase media, razonablemente acomodados y, en el fondo, profundamente misóginos. Lástima que Cassavetes muriera tan tempranamente, con solo 59 años, porque a buen seguro que podría habernos dado otras muchas muestras de su talento como director.

El trío protagonista, Peter Falk, Ben Gazzara y el propio John Cassavetes, están perfectos, histriónicos cuando es preciso y mesurados cuando toca. Ellos son sus personajes y, qué duda cabe, ese es el mejor elogio que se le puede hacer a un actor. Con ambos, Gazzara y Falk, volvería a trabajar Cassavetes posteriormente en otras películas en las que John ejerció de director. De hecho, se podría decir que Gazzara fue, de algún modo, un “alter ego” del propio Cassavetes cuando este no intervenía en sus películas.