Pelicula:

CINE EN SALAS

Marco Bellocchio sigue fuerte en esta su segunda juventud, al menos creativa, que disfruta desde casi principios de siglo, tras haber tenido una primera etapa, cuando era realmente joven, ciertamente potente, allá por los años sesenta y setenta (Las manos en los bolsillos, En el nombre del padre, Noticia de una violación en primera página, Marcha triunfal...). Porque en estos últimos veinte años lo cierto es que su cine, que conoció un marasmo creativo durante los ochenta y noventa, ha vuelto a reverdecer, y de qué manera, con títulos como Buenos días, noche, Vincere, Sangre de mi sangre, Felices sueños, El traidor y ahora con El rapto.

Porque el cine de Bellocchio, sin dejar de ser un cine comprometido, se ha abierto, en estas últimas décadas, en las que ya ha entrado en la senectud, a temas, a estéticas, a tonos distintos, comprendiendo quizá que no todo es compromiso y militancia, sino que el factor humano, los sentimientos, incluso la fantasía o el terror, pueden ser formas de presentar sus historias, de hablarnos de los temas que a él siempre le han interesado, temas casi siempre vistos desde una clara perspectiva de izquierdas.

Esta El rapto no es ajena, desde luego, a esa perspectiva, ni a la buena marcha de su filmografía en este siglo XXI. En la película Bellocchio nos cuenta un hecho verídico acaecido en Bolonia en 1858, el secuestro “legal” de un niño de siete años, Edgardo, de casa de sus padres, la familia judía Mortara, por haber llegado a conocimiento de la autoridad eclesial que el niño había sido bautizado secretamente, siendo un bebé, por una de las criadas cristianas de la casa. A partir de ahí comenzará un calvario para los Mortara intentando recuperar a su hijo, chocando repetidamente con la Inquisición y con la rigidez tanto del prelado de la región como del propio Papa, Pio IX o Pio Nono; este pontífice, de larguísimo reinado (más de 31 años, el más dilatado de la Historia) e inicios liberales, sin embargo pronto cayó en un conservadurismo atroz, que le llevó a ser insensible al dolor de unos padres al que la estrechez de miras de la época arrebató sin remedio a su hijo.

El caso Mortara fue uno de los grandes escándalos de la Iglesia Católica en Italia a mediados del siglo XIX, y probablemente contribuyó en no poca medida a la insurrección política que en aquellos años llevó a la unificación del país bajo los auspicios de las figuras de Garibaldi y del rey Victor Manuel II. No es difícil entender qué llamó la atención de Bellocchio en este sonado caso, quizá del nivel del famoso “affaire” Dreyfuss en Francia, y, como éste, en buena medida un hecho determinante en los cambios políticos de la época. Nos parece que para Bellocchio hubo un tema fundamental en esta verídica historia, el tema que tenía interés en poner de relieve mediante su película: hablamos de la iniquidad de la unión del poder religioso con el civil, lo que lleva a aberraciones como arrancar a un crío de los brazos de sus padres por una cuestión de fe, que debería ser (ah, ese condicional, que casi nunca se cumple...) una cuestión privada, del individuo o, todo lo más, de la familia, pero no algo que afecte a la comunidad en su conjunto; esa abyecta coyunda entre poder temporal y poder espiritual (por utilizar la terminología al uso) engendrará monstruos como la Inquisición católica y el yihadismo islámico, formas ultramontanas de entender la religión, formas en las que, o eres un devoto cristiano o musulmán según la particular perspectiva del clérigo de turno, o lo que te espera es la tortura, la cárcel, la ignominia, la muerte.

Esa alianza espuria entre Estado e Iglesia, y por supuesto su denuncia, parece el tema per se que interesa a Bellocchio, esa entente contra natura que hace que los criterios por los que es regido el ciudadano, sea cual sea su fe (o carezca de ella), estén infectados por la visión religiosa del credo de turno, cualquiera que sea éste, con esa horrible tendencia, en especial de las religiones monoteístas, de querer convertir a toda costa a los demás, o, en su defecto, a defenestrarlos de la forma más cruel y dolorosa posible.

Pero también nos encontramos, fiel al nuevo Bellocchio del siglo XXI, más viejo pero también, sobre todo, más sabio, con la vertiente humana del caso, más allá de que fuera, como lo fue, uno de los coadyuvantes para que los estados pontificios se fueran muy gentilmente al garete. Así, nos encontramos con el tremendo desgarro familiar que supuso, lógicamente, el arrancamiento de uno de sus hijos al clan de los Mortara, un desgarro que Bellocchio presenta en toda su crudeza, sin hacer ascos incluso a cierto corte melodramático que, por lo demás, casa muy bien con el tono cómplice que el viejo cineasta muestra con respecto a la damnificada familia judía, abocados a una terrible situación que será aún más dura cuando, con el paso del tiempo, aquel pequeño Edgardo que rezaba sus oraciones en hebreo al acostarse, educado después ya en el seno de la Iglesia  conforme a los rígidos cánones de la época, vira hacia postulados estrictamente católicos, para convertirse en, como dice el proverbio popular, “más papista que el Papa”, con lo que añadirá, por supuesto sin quererlo, un nuevo dolor, una nueva, íntima herida, a la familia de la que lo separaron tan abruptamente.

Con un brioso ritmo narrativo, que nadie diría corresponde a un director que ha cumplido ya los 84 años cuando se escriben estas líneas, la película funciona muy bien tanto en su aspecto de denuncia sobre aquella atrocidad que perpetró la curia católica como en la plasmación del magma social que hizo posible que, en cuestión de pocos años, lo que era una tierra, Italia, dividida en múltiples reinos, todos ellos bajo la poderosa influencia de los Estados Pontificios, consiguiera sacudirse ese yugo y constituirse en un estado unificado, moderno, que llega hasta nuestros días.

Buen trabajo interpretativo en general, sin que se pueda destacar a nadie en particular. Excelente la banda sonora de Fabio Massimo Capogrosso, que acompaña muy bien el film y colabora a crear esa sensación vibrante, ese brioso ritmo que Bellocchio imprime a la historia.

(26-01-2024)


 


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134'

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El rapto - by , Jan 26, 2024
3 / 5 stars
Una sangrante felonía histórica