CRITICALIA CLÁSICOS
Disponible en Filmin y Acontra+.
Aunque casi todo lo que vemos en esta película es luminoso y colorista, está llena de gente amable y predomina siempre la cara positiva y optimista, sin embargo cuando nos adentramos en sus creadores y participantes sale una faceta amarga y muy distinta. Por ejemplo, una de sus protagonistas, Françoise Dorléac, murió apenas tres meses después del estreno del film en un terrible accidente con su propio coche, cuando se despeñó por un barranco y se incendió, sin poder escapar de las llamas. Tenía tan solo veinticinco años y era hija de un matrimonio de actores, Maurice Dorléac y Jeanne Deneuve, y era hermana de Catherine (que prefirió tomar el apellido de su madre para evitar confusiones).
Y el segundo dato negativo es la temprana desaparición, en 1990, de su director Jacques Demy cuando contaba cincuenta y nueve años, y era ya famoso y estimado por sus films, especialmente por Los paraguas de Cherburgo y éste que comentamos. También -en menor medida- por Piel de asno, Lady Oscar y por Una habitación en la ciudad. Bastantes años después, en 2008, su esposa (y también realizadora) Agnès Varda reveló que Jacques era homosexual, era gay, y que esta condición supuso para él un condicionante en la forma y manera de enfocar su cine y sus películas, no así en la convivencia y armonía entre ambos.
Cambiando de enfoque, digamos que Rochefort (o Rochefort-sur-Mer) es un hermoso pueblo costero en la región de Nueva Aquitania, y aunque con antecedentes medievales, fue Luis XIV quién lo potenció y fortificó para hacer un enclave marítimo, importante hasta nuestros días. La blancura y luminosidad de sus calles y plazas queda evidente en la cinta, y suponen un marco excelente para sus coreografías y las correrías de sus protagonistas. Toda la trama empieza en torno a dos hermanas que dan clases de canto y baile, pero con el afán de marchar a París enseguida, aunque el fin de semana frustrará sus planes con la llegada a la amplia plaza del pueblo de un grupo de feriantes, en una excelente secuencia, llena de ritmo, que inspiró muchos años después otra, bellísima, la de apertura en la autopista de La La Land, de Damien Chazelle.
Y ya es obligado decir que la carrera de Demy tuvo siempre un factor importante: contar con la música y canciones de un músico de la genialidad y brillantez de Michel Legrand, estimada en Francia, en Hollywood (allí ganó dos Oscar) y en todo el mundo. El director siempre tenía en mente hacer un musical a la manera americana, con canciones que ayudaran a la narración y airearan la trama argumental. Se sabe que contactó con Gene Kellly, y fue tras la Concha de Oro a Los paraguas... y sus cinco candidaturas a los Oscars cuando el astro hollywoodense aceptó participar en su nueva película. Hubo que esperar dos años (por los compromisos de Kelly) pero mereció la pena: vino también el coreógrafo (y actor) Grover Dale y un notable refuerzo, George Chakiris. Se unían así dos generaciones, la clásica del Hollywood de los años cincuenta y Cantando bajo la lluvia, y el impacto todavía reciente de la magistral y renovadora West Side Story, de Robert Wise y Jerome Robbins, cuyo tipo de baile acrobático y en exteriores predomina a lo largo de toda la cinta.
Con una acción que sólo abarca tres días (de viernes a domingo), los personajes se cruzan y entrecruzan en un juego callejero, y en unos interiores tan blancos y luminosos como las propias calles. Con canciones pegadizas y espléndidas (como la "Chanson de Jumelles" que cantan al inicio las dos hermanas), con números como el de las protagonistas con trajes de lamé evocando Los caballeros las prefieren rubias, la historia va de romances y amores, con parejas que se encuentran y otras que se buscan, con dos de gente joven y otra pareja de gente madura, con encuentros y desencuentros, con nostalgia y esperanza, completando una película absolutamente personal de un Jacques Demy controlador que supo convencer y embaucar a todos sus participantes.
El reparto de Las señoritas de Rochefort ya nos ha ido saliendo en este escrito. Las esplendorosas hermanas Dorléac, Catherine y Françoise, el mítico Gene Kelly, o George Chakiris... pero también están veteranos como Danielle Darrieux, maduros como Michel Piccoli, o jóvenes como Jacques Perrin, Pamela Hart o Grover Dale... hasta Agnès Varda es cómplice en un cameo bajo los hábitos de una monja. Todos bajo la batuta suave e implacable del demiurgo Demy, que compuso un musical a la europea, a la francesa... como pocas, poquísimas veces ha conseguido el cine del viejo continente. Un misterio gozoso y glorioso digno de contemplarse...
120'