Pelicula:

El Woody Allen del siglo XXI se confirma como el cineasta que una vez fue sencillamente magistral y al que el paso del tiempo ha convertido en un guionista y director irregular que igual rememora sus otrora mejores momentos, como ocurría en la estupenda Blue Jasmine (2013), como petardea lamentablemente, como pasaba con Vicky Cristina Barcelona (2008) o Midnight in Paris (2011). Entre ambos extremos el cineasta neoyorquino ha tenido un cierto número de títulos de interés, como Match Point (2005), Scoop (2006) o Si la cosa funciona (2009), pero también medianías que no son dignas de su nombre, como Melinda y Melinda (2004), o A Roma con amor (2012).

Afortunadamente Irrational Man se inscribe en la cosecha positiva alleniana. Al cineasta de Manhattan le gusta mezclar géneros, y en esta ocasión ensaya con una mixtura entre comedia romántica, thriller y drama, a ratos de corte existencial. Un reputado profesor de Filosofía acepta dar clases en una pequeña universidad de Rhode Island. Es un hombre hastiado de la vida; comienza una relación con una estudiante, que deja por él a su novio de siempre, pero el profesor continúa sin un aliciente vital que le saque de su ensimismamiento y de su desesperación. Sin embargo, una conversación oída furtivamente en la mesa colindante de un restaurante hará concebir en la mente del profesor algo que, por primera vez, le ilusiona e incluso le entusiasma. Determinará entonces acabar con la vida de un juez que está a punto de arruinar la existencia de una mujer a la que no conoce de nada. En esa intención de hacer el mundo un poco mejor mediante su acción homicida encontrará una vigorosa razón para vivir.

Woody no es un buen urdidor de intrigas policíacas, y creo que él lo sabe; no obstante, aquí se vale de elementos de thriller para hacer avanzar su historia, que a fin de cuentas no es otra que la de un hombre (un filósofo de ringorrango, no un Don Nadie) que concibe la idea de hacer un bien (subjetivo) mientras hace un mal (objetivo).

En su amplio repaso a los nombres de la cultura universal, que es una de las constantes del cine de Allen desde sus comienzos como director en la ya antediluviana Toma el dinero y corre (1969), le ha tocado el turno ahora a Dostoievski, aunque no es la primera vez que el autor ruso se cuela en su filmografía. Recordemos, por ejemplo, el caso de Cassandra's Dream (2007), que no era sino una versión actualizada y libérrima del dostoievskiano Crimen y castigo, probablemente la obra maestra del escritor moscovita. En Irrational Man Woody le da la vuelta a la historia y, en vez de a Raskolnikov, un pobre hombre atormentado por el asesinato cometido, tendremos a una eminencia del saber que no sólo no se siente acosado por su conciencia por el crimen realizado, sino que éste funcionará como un poderoso motor de inyección para su vida, recuperando con ello las ganas de vivir que le habían abandonado. Por cierto que, en otro toque obviamente cultista, la forma en la que el protagonista acaba con la vida del juez felón está directamente emparentada, en cuanto a la coartada, con la que Hitchcock exponía en su espléndida Extraños en un tren (1951), sobre la novela homónima de Patricia Highsmith.

En el fondo, como en casi todo Allen, incluidas sus comedias, hay una tesis de fondo en la película. Aquí sería, lógicamente, la legitimidad (o no) del ser humano para constituirse en juez y verdugo de aquellos que, objetivamente, se convierten en generadores de sufrimiento para la especie humana. El tema es enjundioso, y seguramente no hay una respuesta clara y concluyente. Por poner un ejemplo meridiano, si se nos diera la posibilidad de viajar en el tiempo y matar a Hitler en, pongamos por caso, 1925, cuando aún no había llegado al poder, ¿lo haríamos, y con ello evitaríamos una guerra en la que los muertos se contaron por decenas de millones? Ésa es, en el fondo, la pregunta que Woody se hace y nos hace en este filme que, sin embargo, como obra cinematográfica se resiente precisamente de uno de los elementos en los que Allen es más seguro, el guión, plagado aquí de triquiñuelas, de trucos especialmente preparados para que los hechos fluyan en el sentido que quiere el autor, sean o no verosímiles esos meandros de la narración, buscando emboscar al protagonista, y, en el fondo, al espectador, prendido en una historia cuyo desarrollo como thriller está pillado con alfileres.

Aún así, Irrational Man es un filme agradable de ver, que tiene un tono intelectual muy superior al que habitualmente vemos en cine. Que se cite sin despeinarse a Heidegger, Kant o Simone de Beauvoir, que se hable sin que parezca pedantería de la desesperación en la obra de Kierkegaard, que los protagonistas vivan una vida en la que sus afanes y esperanzas giren principalmente en torno al sexo, al amor, a la desafección, al descubrimiento de los secretos del amado, no deja de ser un oasis en un cine, éste que nos toca en la década de los años diez de la centuria vigésima, en el que el adocenamiento, la mediocridad y la abulia han hecho tabula rasa (y que se salve quien pueda...).


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95'

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Irrational Man - by , Sep 27, 2015
3 / 5 stars
El envés de Raskolnikov