Jaque a la dama

Durante el período que la Historia conoce como La Transición, en el que España dejó atrás la dictadura franquista para convertirse en una democracia parlamentaria plenamente homologable con las de los países de su entorno, surgió un buen número de directores que, con el tiempo, se fueron desinflando y terminaron siendo olvidados. Uno de ellos fue este Francisco Rodríguez que en los primeros años de la Transición rodó algunos títulos que llamaron relativamente la atención, como La casa grande (1975), Gusanos de seda (1977) y esta Jaque a la dama (1978), de decreciente rendimiento en taquilla, para, a partir de este último, continuar con una carrera en la que cuesta citar algún título, pasando todos ellos prácticamente sin pena ni gloria, hasta finales de la segunda década del siglo XXI, fecha en la que se data el último audiovisual por él realizado.

La acción se desarrolla en la España de los años setenta, en el tiempo del rodaje del film. Una joven, Paula, se ha suicidado. Durante el velatorio, el funeral y el entierro, una mujer madura, Ana, íntima amiga de la fallecida, recordará su vida en común, y cómo los convencionalismos de su época impidieron que, quizá, esa relación hubiera podido llegar más allá de la amistad...

Aunque durante el período de la Transición buena parte del cine español buscó en gran medida los temas escabrosos o al menos heterodoxos en cuanto a lo que hasta entonces había sido permitido por la censura franquista en lo tocante al sexo, como en este caso la posible relación lésbica que hubiera podido existir si no fuera por la asfixiante atmósfera represiva del régimen, Jaque a la dama no juega la baza, muy utilizada en aquel momento, de incluir escenas de cama vinieran, o no, a cuento.  

Lo curioso es que La casa grande y Gusanos de seda, los anteriores films de Rodríguez, eran cintas apreciables más por las enormes ganas de decir cosas que por lo que realmente decían. Con Jaque a la dama Rodríguez ensayó una fórmula más compleja que en sus anteriores películas, y aunque permanece cierta fascinación por el tema de los famosos “40 años del franquismo” y el correspondiente ajuste de cuentas, Jaque a la dama aporta un nuevo elemento, cual es el enfrentamiento y acercamiento a un tiempo entre dos formas distintas de entender la vida, entre dos inteligencias dispares, pero que se complementan.

Jaque a la dama es, ciertamente, una cinta valiente, en el sentido de que no hace concesiones a la comercialidad. Esto no quiere decir que sea una película redonda, pero sí por lo menos honesta. Claro que los diálogos entre las dos amigas a veces se hacen monótonos, a pesar de lo cual, con un ritmo lento y pausado, Francisco Rodríguez  consiguió una cinta estimable que, sin embargo, como decíamos, no encontró continuidad en la desvaída obra posterior del cineasta.

Lo mejor, sin duda, el gran trabajo desarrollado por las actrices al frente del reparto, una Concha Velasco ya madura, controladora de todos los resortes de la interpretación, y una Ana Belén que era ya un mito nacional (y no solo interpretativamente hablando...).

(21-05-2022)