Pelicula:

El cine de terror situado en poblaciones siniestras a las que llegan incautos visitantes que se verán implicados en los horrores aldeanos tiene cierta tradición en cine; véase, por ejemplo, Los chicos del maíz (1984), sobre la novela homónima de Stephen King, film que ha conocido tal número de secuelas, remakes, precuelas y otras zarandajas que se puede decir que su nombre es legión (lo que viene muy al pelo, es cierto...). En España, por citar un título plenamente recordable, tenemos la estupenda ¿Quién puede matar a un niño? (1976), del gran Chicho Ibáñez Serrador, precisamente también con tiernos (o no tanto...) infantes de por medio.

Aquí en La casa del caracol también hay algunos infantes, mayormente infantas, y aunque su papel no es tan pérfido como en los títulos citados, también echan su cuarto a espadas a la hora de buscar el desasosiego del espectador. La acción se desarrolla en un pueblecito de la serranía de Málaga (el rodaje se llevó a cabo concretamente en la antequerana pedanía de Villanueva del Cauche, pueblecito como de ensueño, de casas blanquísimas, frecuente escenario de “spots” televisivos de coches y otros productos de consumo). En ese contexto se sitúa el imaginario pueblo de Quintanar, a donde llega, en los años ochenta, Antonio Prieto, un escritor de éxito que se va a aislar durante un mes en una casa que ha alquilado en el lugar para poder escribir su nueva novela, ante la sequía creativa que le aqueja en la ciudad. Allí pronto se dará cuenta de que los lugareños son más bien desabridos y desagradables; no es el caso de su contacto en el pueblo, Berta, una guapa chica con la que enseguida Antonio tiene buen “feeling”. Cuando el escritor sale al bosque oye misteriosos ruidos, como de lobos aullando, y empieza a darse cuenta de que su estancia allí no va a ser precisamente tranquila...

Macarena Astorga es una malagueña de adopción, aunque madrileña de nacimiento, que se licenció en Comunicación Audiovisual y Ciencias de la Educación en la Universidad de su patria chica adoptiva. Dedicada en principio a la enseñanza de disciplinas relativas al audiovisual, desde la década de los años diez de este siglo XXI viene ejerciendo también profesionalmente en el cine, con una filmografía aún corta pero interesante, con varios cortometrajes, algunos de ellos documentales, como Los ojos de Brahim (2011), grabado en vídeo, y otros de ficción, como Tránsito (2013) y Marta no viene a cenar (2017), premiados en festivales. Con La casa del caracol afronta su primer largo de ficción.

Lo cierto es que, aunque Macarena había demostrado buena mano en la puesta en escena de sus cortos, su debut no se puede decir que haya sido positivo: la película, basada en la novela homónima de la escritora cántabra Sandra García Nieto, que se ha encargado también del guion (algo generalmente poco aconsejable), nos tememos que no es una obra cinematográfica aceptable. Y es una pena, porque la historia original tenía mimbres de interés, pero la novelista y neófita guionista no ha sabido adaptar su propia obra al lenguaje cinematográfico, quedando así una cinta deslavazada, en la que la narración avanza a trompicones, cayendo con frecuencia en el tópico y el cliché, con ostensibles cabos sueltos, y en la que además Astorga, que demostró buenas maneras en una percutante historia de tensión como el mentado corto Tránsito, aquí sin embargo no termina de encontrar el tono para una película que, lamentablemente, naufraga en su intento de hacer un thriller de terror psicológico, con sustos de baratillo y una atmósfera de terror escasamente conseguida.

Tampoco ayuda demasiado que las estrellas del film, Javier Rey y Paz Vega, no consigan extraer perfiles convincentes a sus personajes; Rey siempre nos ha parecido un actor tan guapo como poco dúctil; Vega, por su parte, ha hecho cosas bastante mejores que su personaje de esta peli, si bien es cierto que tenía pocos asideros a los que agarrarse para desarrollarlo mejor. Más entonados, para nuestro gusto, los secundarios, los siempre fiables Vicente Vergara, Elvira Mínguez, María Alfonsa Rosso y Pedro Casablanc (aunque a este pobre lo sacan con un pelucón más bien imposible). Entre los jóvenes no nos resistimos a citar a Jesús Carroza, el descubrimiento de Alberto Rodríguez en 7 vírgenes, hoy por hoy uno de los actores andaluces más interesantes de su generación, aunque aquí aparece bajo complicados afeites y máscaras prostéticas que hacen imposible su identificación, en una suerte de “hombre elefante” a la andaluza.

Film desacertado, quizá el paso del corto al largo ha sido demasiado abrupto para Macarena Astorga, porque en el formato de menor metraje, hasta ahora, se había desempeñado con notable competencia y solvente profesionalidad. Aquí su labor como realizadora, nos tememos, es claramente mejorable, aunque entendemos que en futuros empeños, una vez pagada la novatada de esta primera vez, su trabajo puede ser bastante más acertado, como ya ha demostrado sobradamente con anterioridad en sus cortos.

(17-06-2021)


La casa del caracol - by , Jun 17, 2021
1 / 5 stars
Horrores aldeanos