Sandrine, una parisina cercana a los treinta, harta un día de coches y atascos, decide irse al campo para intentar ser granjera y salir adelante criando cabras, haciendo queso y explotando un viejo albergue para visitas escolares y turísticas. Así de fácil es el planteamiento argumental de esta película francesa del debutante Christian Carion, un joven realizador nacido precisamente de familia campesina.
Lo que podía convertirse fácilmente en un ingenuo canto ecologista o tópico rechazo de la gran ciudad, se convierte a lo largo del relato en una ajustada crónica de una lucha cotidiana por salir adelante, por adentrarse en un universo nuevo donde nada es fácil, donde también hay egoísmos, problemas y dificultades. Cierto que hay algunos tópicos o caídas de ritmo, pero en general Carion sabe mantener el interés y logra que el espectador comprenda el dilema vital, sentimental y familiar que envuelve a su joven protagonista en este cambio transcendental.
La gran baza de “La chica de París” la juegan sus autores al establecer un contrapunto radical en la figura de Adrien, el viejo campesino todavía dueño del albergue, un hombre solitario y hostil, que desprecia a la joven neófita, a la que no ayudará precisamente en su dura prueba. El día a día de ambos, casi aislados en su pequeño paraíso, marca buena parte del metraje del film, estupendamente encarnados por Mathilde Seigneur y el gran veterano Michel Serrault.
Entre todos logran un buen ejemplo de ese cine rural que tanto escasea en la actualidad y del que los franceses son casi los únicos en prestar atención dentro de la gran cinematografía realizada en Europa.
La chica de París -
by Juan-Fabián Delgado,
Jun 20, 2008
3 /
5 stars
Coches o cabras
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