La hija de D'Artagnan

Aunque incluimos formalmente este film en el género de aventuras, también habría que hacerlo en el de comedia, en una sutil mixtura de dos formas cinematográficas intocadas hasta ahora por Bertrand Tavernier. La admirable precisión de este divertido juguete entre histórico y legendario confirma al autor de Alrededor de la medianoche (1986) como uno de los cineastas más interesantes (y protéicos) de su generación.

Poco importa que el director le dé un puntapié a Dumas inventándose una hija, cuando el escritor quiso que Milady de Winter asesinara a la amada Constance de D'Artagnan antes de tener prole. Lo que sí importa es la humorística visión de estos mosqueteros reumáticos, la mirada inmisericorde a un poder que se quiere perpetuar a sí mismo (impagable el Mazarino que compone Luigi Proietti), los diálogos chispeantes, los lances de esgrima al tiempo vibrante y jocosos.

No sería la misma La hija de D'Artagnan sin la presencia de Philippe Noiret, un magnífico gascón en su decrepitud nostálgica de tiempos mejores; también Sophie Marceau da la talla, no así Nils Tavernier, hijo del director, flagrante caso de nepotismo que se podía haber ahorrado el por otro lado lúcido cineasta.

El conjunto es estimulante, siempre delicioso y bien contado, novedoso a pesar de lo trillado del asunto dumasiano. El director demuestra, por si no nos habíamos enterado aún, que domina tanto el drama como la comedia, el realismo como el musical, la aventura como el policíaco: ¿quién da mas?

(22-01-2002)