Enrique García (Málaga, 1971) es un guionista, director y montador andaluz con una ya amplia trayectoria cinematográfica, si bien en su mayor parte ha venido transcurriendo en el formato del cortometraje, en el que ha cosechado numerosos premios. A partir de 2014 se desempeña también como director de largos, debutando con la interesante 321 días en Míchigan, a la que siguió un segmento del film de episodios Maniac tales (2016), el thriller Resort Paraíso (2017), y ahora esta La mancha negra.
La acción transcurre en España, en la ficticia localidad de Aljarria (parece un peculiar cruce entre los nombres Aljarafe y Alcarria...), cuya ubicación en ningún momento se indica, pero que por el habla se puede colegir que está en Andalucía. Nos encontramos en los años setenta; asistimos a los últimos momentos de la vida de Matilde Cisneros, matriarca de la familia, propietaria de tierras y olivos en la zona, de quien se dice que guarda un tesoro en billetes del Banco de España; uno de sus allegados, el retrasado Juaneque, consigue que, a punto de expirar, la vieja le diga dónde está el dinero. A partir de ahí conoceremos a las hijas, Modesta, Manuela y Mercedes, que viven en el domicilio familiar, y que están en una situación de penuria por la tacañería materna; ahora intuyen, cada una para su coleto, que todo puede cambiar, aunque cada una de ellas espera ser la beneficiaria de la herencia, con muy diversos fines. De la capital llega Eugenio, el único hijo varón de la difunta, con toda la intención de cobrar su parte de la herencia al tener serios problemas económicos (y no solo económicos) en su trabajo y su vida personal. Enfrente tendrán a Don Andrés, el cura del lugar, a su vez terrateniente que lleva extorsionando a los Cisneros desde años atrás para conseguir que les malvendan sus tierras...
Lo cierto es que, aunque las mentadas 321 días en Míchigan y, en menor medida, Resort Paraíso, eran películas curiosas, a ratos incluso interesantes, mucho nos tememos que esta La mancha negra (cuyo título ya es horrible, y no digamos el cartel...) no llega a esos niveles. Estamos ante un bronco drama familiar, entreverado de thriller, aunque quizá fuera mejor llamarlo tragedia, porque aquí, como afirma sardónicamente la famosa frase hecha, muere (casi) hasta el apuntador...
Porque estamos ante una película un tanto acartonada y teatralizante, donde el lenguaje cinematográfico no parece haber sido el principal, un drama situado en un universo rural cerrado, asfixiante, en el que el campo es pintado como un infierno, un mundo oscurantista y retrógrado. Un drama nigérrimo, entonces, que pretende tener reminiscencias lorquianas (parece haber intención de emparentar de alguna forma con La casa de Bernarda Alba), pero también quiere tomar elementos del melodrama gótico, como si las hermanas Brontë hubieran tenido unas primas andaluzas, e incluso tiene algo de tragedia griega, pero desde luego sin su hondura. Hay, sobre todo en toda la parte final, una evidente influencia de las bárbaras masacres aldeanas al estilo de la famosa de Puerto Hurraco
Pero todas esas referencias más o menos cultistas, que están en la película, han sido confusamente barajadas en un guion bastante elemental, que recurre con más frecuencia de la deseable al tópico y al azar, esas armas del guionista perezoso, tanto más lamentable cuanto que los libretistas cinematográficos son el propio García y su habitual colaboradora Isa Sánchez, firmantes de los guiones de los dos films anteriores del director, guiones que eran probablemente lo mejor de ambas películas.
Estamos entonces ante una película más bien antipática, sin asideros para el espectador, en un drama demasiado denso, torpemente desarrollado tanto en el papel como en su filmación, aunque es cierto que tiene elementos poco frecuentes, como una mirada poco amable hacía el clero codicioso y mezquino, presentando a la Iglesia y, sobre todo, a sus pastores, como una feroz institución de poder. Estamos entonces ante una historia de cruel caciquismo clerical y de brutal enfrentamiento cainita entre hermanos por el control del dinero que creen los salvará.
Como elemento positivo hay que reseñar que nos ha parecido un film bien ambientado, detallista, reproduciendo verazmente el escenario del agro andaluz de los años setenta, aunque se eche en falta la efervescencia de los braceros de la época, que fue ciertamente sonada. También la música de Jesús Calderón es interesante e intrigante, ajustada a lo que convenía al film. En cuanto a los intérpretes, hemos visto un tanto sobreactuados a casi todos, incluso a alguno como Pablo Puyol, al que tenemos en buena consideración, pero que aquí no parece creerse demasiado su papel; de las actrices nos quedamos con las muy seguras Cuca Escribana y Virginia de Morata (ésta actriz-fetiche del director), que hacen creíbles sus (más bien) marcianos personajes.
(03-03-2022)
89'