James Watkins es un guionista y director especializado en cine de terror; su anterior filme como director, Eden Lake, no se estrenó en España, a pesar de haber conseguido en el festival de Sitges el Premio Especial del Jurado y varios galardones en otros certámenes y convocatorias. Ahora Watkins se presta a una operación comercial perfectamente medida: se trata de canalizar a Daniel Radcliffe, el protagonista de la serie Harry Potter (la saga cinematográfica más rentable en términos económicos de la Historia del Cine) hacia otros papeles, una vez que el ex niño mago ya es todo un hombre y se han terminado las novelas de J.K. Rowling. No tengo demasiado claro si ha sido un acierto que la primera aparición post-Potter de Radcliffe haya sido en un producto claramente de terror; quizá, si el experimento funciona, se vea abocado a etiquetarse dentro del género, que sería como una evolución natural de sus horrores lights infantiles del serial potteriano.
Pero si Radcliffe quiere crecer como actor (cosa que dudamos: tenemos escrito que en la saga rowlingiana otros niños –cfr. Emma Watson—despuntaron de una forma que el crío mago nunca hizo), bien haría con empezar a hacer cine dramático, o cómico, a secas, obviando el cine de género en el que, si te encasillas, estás listo de papeles.
Volviendo a la operación comercial, digo a la película, La mujer de negro es la típica cinta de casa encantada, llevada hasta extremos a veces insoportables, si bien es cierto que Watkins, autor también del guión, no reniega del tan maldecido recurso de los sustos subrayados con el correspondiente mazazo musical, como si no hubiera forma de dar miedo como no sea con estas cartas marcadas.
Sin embargo, no sería justo no reconocerle una cierta capacidad para crear una atmósfera desasosegante; una de las ideas más interesantes, quizá no del todo desarrollada, es la de que la casa encantada de turno (lógicamente un caserón victoriano: qué sería del cine de terror sin estas mansiones góticas…) se vea aislada periódica pero totalmente del resto del mundo por la subida de la marea, situada como está en una isla (isola la llaman los italianos, isolation dicen los ingleses de la soledad…). De esta forma, la casa encantada se cierra sobre sí misma y cuanto allí acontece carece de la posibilidad de que llegue el Séptimo de Caballería de turno (es una metáfora, obviously).
Hay momentos en el que un genuino escalofrío de terror primigenio recorre la piel del espectador, y son los mejores: el rostro fantasmal tras la cara de Radcliffe asomado a la ventana del caserón; el cuerpo menudo de un niño muerto que aparece en medio de la nada surgiendo de debajo de la tierra, bajo una inmisericorde lluvia; lástima que no todo sea así, y la historia abunde en lugares comunes y en incoherencias. Por lo demás, Watkins podría tener un futuro en el género a poco que consiga mejorar sus temas y huir de los tópicos del terror, para tener su propia voz dentro de un cine tan difícil de hacer (bien, se entiende; mal es muy fácil).
En cuanto a Radcliffe, ya veremos qué le depara el futuro; cuando se escriben estas líneas parece preparar un thriller en el que interpretará al poeta beat Allen Ginsberg; hombre, si deja atrás a un niño que se monta en una escoba y vuela, y a un picapleitos que en la Inglaterra victoriana visita un caserón endemoniado, para convertirse en el rostro del autor del mítico Hadda be playing on the jukebox, ya es un paso en la buena dirección.
La mujer de negro -
by Enrique Colmena,
Feb 25, 2012
2 /
5 stars
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