A George Stevens se le recordará, fundamentalmente, por un puñado de melodramas: Gigante, con el que ganó el Oscar al Mejor Director; El diario de Ana Frank, sobre el famoso texto autobiográfico de la niña judía; y Un lugar en el sol, que ganó 6 Oscars; pero también por el mítico western Raíces profundas. Aparte de ello, durante la primera parte de su carrera como realizador, Stevens hizo algunas comedias, si bien está claro que no se encontraba a gusto en este género, para el que parece evidente que hace falta una gracia especial, una capacidad no sé si innata para mover a la sonrisa, que en el caso de Stevens, que era un tipo muy solemne, es obvio que no existía.
Para muestra este botón: La mujer del año quiere ser una comedia cosmopolita y divertida, y lo consigue solo a medias. En el aspecto cosmopolita sí es verdad que consigue razonablemente su objetivo, al contarnos la vida y milagros de una influyente mujer periodista que, contra todo pronóstico, casa con el especialista de deportes del periódico en el que ambos trabajan. Como era de prever, siendo ambos dos espíritus opuestos, de su relación saltarán chispas, y el matrimonio estará en un tris de naufragar.
Pero para la comedia hacen falta unas aptitudes con las que, me temo, no contaba Stevens. Así las cosas, y aunque hay una primera parte, cuando se conocen los que serán cónyuges, en la que hay algunas escenas que producen cierta hilaridad (véase la contemplación para ella de su primer partido de béisbol, entre espectadores de colmillo retorcido y con un sombrerazo como para no ver ni un “strike”...), en la segunda, cuando el film se pone de lo más machista (por supuesto, hay que situarse en su contexto histórico y social), la diversión desaparece y da lugar a escenas alargadas, inverosímiles y manifiestamente estúpidas, como la afanosa secuencia en la que la protagonista intenta, con no demasiado éxito, hacerle el desayuno a su desafecto marido.
Film de moraleja finalmente conservadora (muy yanqui, en el peor de los sentidos del término), La mujer del año, que parecía vender la imagen de una fémina libre de ataduras, termina siendo justamente lo contrario. Curiosamente, marcará el encuentro de Spencer Tracy y Katharine Hepburn, que se convertirían a partir de entonces en pareja sentimental, con gran escándalo del Hollywood de la época. Ambos hicieron juntos un total de nueve películas, siendo esta la primera, como queda dicho, y Adivina quién viene esta noche (1967) la última, tras cuyo rodaje murió Tracy.
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