La sospecha de Sofía

CINE EN SALAS

El cine de espías es un venero que ha dado cosas interesantes, y además en muy diversas formas, desde la mirada filosófica y existencialista de las novelas basadas en la obra de Graham Greene hasta las bastante más irreales y superficiales que se inspiraron en la longeva franquicia de 007 (cuya saga cinematográfica va ya para los setenta años, que se dice pronto…), sin olvidar puntos intermedios como las muy elaboradas pero también densas historias imaginadas por John le Carré. El cine español, sin embargo, no se ha caracterizado precisamente por poner en imágenes este tipo de historias, quizá porque en España lo de espía suena un poco a irreal, como a tema foráneo; lo que se ha hecho generalmente ha estado vinculado al fenómeno del terrorismo etarra (El Lobo, La infiltrada, ahora también Un fantasma en la batalla), pero no mucho más.

Por eso llama la atención esta La sospecha de Sofía, thriller de espionaje basado en el best seller homónimo de la escritora Pilar Sánchez-Garnica, experta en historias de intriga que combinan elementos románticos, de thriller y diversos tiempos históricos. La adaptación se le ha encargado a Imanol Uribe, veterano cine español, que tuvo unos comienzos fulgurantes en los años setenta y ochenta (La fuga de Segovia, La muerte de Mikel, entre otras), manteniendo el interés de su cine también durante buena parte de los años noventa (con películas como El rey pasmado y Días contados), para a partir de ahí adocenarse en productos bien manufacturados pero mayormente sin alma (Bwana, Miel de naranjas, Plenilunio, El viaje de Carol…). Esta La sospecha de Sofía tampoco lo sacará de ese marasmo creativo, aunque es cierto que es una peli que se deja ver con cierto agrado.

La historia se ambienta hacia finales de la década de los sesenta, inicialmente en Madrid. Conocemos a Daniel y Sofía, matrimonio de clase media-alta, con dos niñas; él es ejecutivo de un importante bufete español dirigido por su padre. Un día recibe un mensaje: si quiere saber quién es su madre biológica, debe acudir a Berlín Oriental (en esa época tras el ominoso Muro, bajo dominio de la República Democrática Alemana). Consulta a su padre, quien, compungido, le confirma que en realidad él es adoptado (de forma irregular), al haber nacido muerto su hijo natural tras varios abortos anteriores. Daniel acude a la cita para conocer a su madre biológica, y allí se encuentra con su hermano gemelo, Klaus, y su hermana, Bettina, además de su madre. Tras pasar la noche con ellos, se dispone a volver a Madrid, pero entonces sucede algo que trastocará su vida y la de su familia…

La novela de Sánchez-Garnica, ciertamente, es un interesante relato sobre espionaje pero, en especial, sobre las relaciones familiares y cómo éstas pueden ser la mejor (o peor, según se vea…) motivación para que personas que nunca cometerían una canallada de marca mayor, la cometan. Ser sometidos a un chantaje vicario, se llamaría la figura, verse obligados a hacer algo para que no les pase nada a tus seres queridos, sabiendo positivamente que quien amenaza tiene poco de hermanita de la Caridad y mucho de Charles Manson, aquel cabrón con patas que se llevó por delante a Sharon Tate, el hijo de ocho meses que gestaba y otras personas que tuvieron la mala suerte de estar en el sitio equivocado en el peor momento. Pues aquella escoria de la Stasi, la temible policía secreta comunista germano-oriental, podía hacer bueno a Manson, así que imaginen… con esa amenaza contra tus seres queridos, ¿quién no haría cualquier cosa por salvarlos? Ese es, entonces, el tema real sobre el que pivota esta historia con hermanos gemelos, que son muy agradecidos a la hora de relatos de espías, pero también románticos, de lo que también hay algo, sobre todo cuando el alemán toma el sitio del español en la familia de Madrid (y en la cama de su hermano…). 

Pero no explota la peli el tema del intruso, del elemento que parece ser el marido que parecía perdido y recuperado, pero realmente no lo es (tema, por ejemplo, de aquella vieja peli francesa, El regreso de Martin Guerre, de Daniel Vigne, con Depardieu, y de su versión USA, Sommersby, de Jon Amiel, con Richard Gere), sino que se centra mayormente en la trama de intriga de espionaje, en el intento por parte de Klaus de liberar a los suyos de los tentáculos de la Stasi, pero también de aquellos que inicialmente no eran de los suyos pero a los que el roce, el cariño, la impresión de formar parte de una (ficticia) familia, les hará actuar con respecto a ellos con la misma fiereza protectora. 

Es cierto que la peli renquea guionisticamente en la compleja trama que monta la Stasi para espiar en España, algo que queda en muy segundo plano en la película, y de hecho parece más una coartada para articular toda la alambicada historia que otra cosa: se podría decir que, al final, la montaña parió un ratón, montándose un tinglado la mar de complicado para resultados más bien inanes.

En cualquier caso, como decíamos, la película se ve con cierto agrado: está bien contada, y aunque Uribe parece evidente que ya no va a volver a brillar como antaño, es uno de esos productos ciertamente inofensivos que, en todo caso, nos recuerdan algunas ideas que conviene no olvidar: la importancia de la familia, la ignominia de las dictaduras, la necesidad de, a toda costa, luchar por nuestras libertades. 

El elenco actoral hace un trabajo correcto, aunque sabe positivamente que estos personajes no le va a deparar gloria alguna; Álex González apecha con la siempre complicada tarea de hacer de dos gemelos, y que, más o menos, se note cuándo es uno y cuándo el otro; Aura Garrido, como siempre, solvente y sólida en su trabajo, aquí la mujer que sospecha que algo pasa en la vida de su marido, para verse después convulsionada por una espiral en la que no puede hacer nada salvo aguardar el desenlace de los acontecimientos. Pero vamos, seguro que ambos tienen perfectamente asumido que no los van a nominar a un Goya…

(06-10-2025)