Pelicula:

CINE EN SALAS Y PLATAFORMAS (NETFLIX)

[El lector interesado en el tema del terrorismo etarra en el cine puede consultar en Criticalia los artículos titulados ETA: demasiada sangre para tan poco celuloide y El cine vasco de la democracia (II). El llamado “conflicto vasco”: el terrorismo etarra.]

El cine relacionado con ETA va cobrando pujanza, tras un tiempo (esencialmente la época en la que banda terrorista fue amontonando asesinatos, hasta superar los 800 muertos) en el que el cine y las televisiones españolas fueron bastante poco proclives a poner en pantalla historias relacionadas con aquellos años de plomo (1968-2009) en los que España se debatió en la pesadilla de despertarse un día sí y otro también con un nuevo asesinado por un tiro en la nuca, un coche bomba, un secuestrado, o cientos de cartas pidiendo el “impuesto revolucionario” (que era como llamaba aquella canalla al pago mafioso que exigían para no matar). 

Recientemente, en efecto, hemos tenido varios films y series en torno a aquellos cuarenta años (curiosa la historia reciente de este país, que parece contarse por períodos de 40 años: los de Franco, los de Juan Carlos, los de los asesinatos etarras…), vistos desde muy diversas perspectivas: Maixabel, La línea invisible, Patria, La infiltrada... incluso se ha hecho alguna peli en clave de comedia (negra, lógicamente…), como Fe de etarras

Entre las citadas, La infiltrada (2024) parece haber abierto un venero interesante, al que se adscribe esta Un fantasma en la batalla, que ciertamente tiene similitudes con aquel film de Arantxa Echevarría, aunque desde luego cinematográficamente nos parece que aquella peli es superior a ésta, sin que eso suponga que Un fantasma… carezca de interés, porque lo tiene, como veremos.

La película se inicia contándonos la fundación de ETA en 1959, y cómo fue derivando hacia la “lucha armada”; habla entonces del más famoso atentado de aquella época, el del presidente Carrero Blanco, en 1973; también se cuenta que, con la llegada de la democracia, una parte de ETA (los llamados “polis-milis”) abandonaron la “lucha armada” y, tras constituir Euskadiko Ezkerra (esto no lo dicen en la peli, pero lo añadimos nosotros…), pasaron a formar parte del juego político normal. Pero otra facción etarra (los “milis”), fanáticos marxistas-leninistas que soñaban con hacer de Euskadi una nueva Albania (la Albania de Enver Hoxa, se entiende, anclada adrede en la Edad Media), optan por seguir adelante con su guerra contra España, redoblando los atentados, que a partir de los años ochenta se convierten en una tónica casi diaria. Las décadas de los ochenta y noventa son terribles; los cuerpos policiales del estado, Policía y Guardia Civil (no hablamos de la lucha sucia a través del GAL, que en cine ha tenido su plasmación en, precisamente, la película titulada GAL), comienzan entonces a infiltrar agentes dentro de la organización para poder adelantarse a los movimientos de la banda. Una de esas agentes será la guardia civil Amaia (en realidad, un conjunto de varios espías reales de la época), que pasará de una casa cuartel en Sevilla a convertirse en maestra en una ikastola, desde donde se dejará querer por la organización, hasta conseguir, con tesón, paciencia y mucho valor, ser fichada por ETA…

Agustín Díaz Yanes llevaba 8 años en el ostracismo, tras el fiasco (comercial: con un presupuesto de 8 millones de euros, recaudó 1,3 millones -fuentes: Wikipedia y web del Ministerio de Cultura, respectivamente; y artístico, con generalizadas malas críticas) de su anterior largo, Oro (2017), que buscaba un sitio entre el Aguirre, la cólera de Dios, de Herzog, y la épica españolista de Pérez-Reverte, sin conseguir ni lo uno ni lo otro. Ahora este film suena más a proyecto profesional que artístico, lo que, por supuesto, es perfectamente legítimo. 

A nuestro parecer, Un fantasma en la batalla (por cierto, el título recuerda aquella vieja y notable peli de Mario Camus, Sombras en una batalla, también en torno al fenómeno terrorista) es menos humanista que La infiltrada, que hacía mucho hincapié en las consecuencias personales devastadoras que una tan larga infiltración en la banda criminal acarreó a su protagonista (real, por cierto), mientras que aquí, sin embargo, el calvario que debió soportar el personaje central (ficticio, aunque hecho de retales de varios espías auténticos), en una infiltración que duró 9 años, apenas vemos cómo hace mella en ella, más allá de la frustrada boda con su novio de siempre y poco más. En ese sentido, la película, siendo buena, nos parece inferior a La infiltrada, que tiene un superior aliento humano, incluso humanista, con un personaje central muy bien cincelado, al que Carolina Yuste le confirió dolor y verdad. No es que Susana Abaitua lo haga mal, porque cumple perfectamente su trabajo, pero el guion no le permitía dar más de lo que da. Y es que, entre otras cosas, aparte de que apenas sabemos nada de su (ficticia) vida, tampoco conocemos casi nada de sus motivaciones, qué hace que una guardia civil de los años noventa, con (sorprendentemente…) alto nivel de euskera, decida por su propia voluntad pedir el traslado al País Vasco de aquellos años de plomo para infiltrarse en la criminal banda.

Claro que, en ese sentido, debe tenerse en cuenta que, según nos parece, Un fantasma… no busca jugar en la misma liga que La infiltrada, aunque su tema (un topo dentro de la hermética organización etarra) sea el mismo: aquí lo que late sustancialmente es el tono de puro thriller, la peripecia de una mujer para introducirse en la férrea estructura de ETA, enterarse de algunos de sus secretos, comunicarlos a sus superiores, y además no acabar en una cuneta con un tiro en la nuca.

Tiene, no obstante, la película varias cuestiones de interés cinematográfico (aparte de recordarnos, para que no se nos olvide, lo que hicieron aquellos criminales con txapela): nos gusta mucho que la recreación de los alevosos atentados (Gregorio Ordóñez, Fernando Múgica, Tomás y Valiente, incluso el que más impactó en la sociedad española, el de Miguel Ángel Blanco) se haga con diversas elipsis, casi siempre en off, o fuera de campo, desde presentarlo desde fuera del bar de Donosti donde fue asesinado con un tiro en la cabeza (Ordóñez), hasta apenas vislumbrarlo al fondo del plano, con una pareja de por medio (Múgica), e incluso darnos solo los momentos previos del asesinato, pistola en ristre, antes de apretar el gatillo (Blanco). Esas elipsis, entre otras, confirman la valía de Díaz Yanes, que ya le conocíamos, y suponen valiosas gemas que cuentan lo esencial sin tener que entrar en esa pornografía de la imagen de nuestro tiempo, en el que todo tiene que ser mostrado, cuanto más bárbaramente mejor. También está bien conseguida la interacción de las imágenes documentales de los atentados (para que el espectador, sobre todo el joven, no piense que estamos hablando de una historia imaginaria), como los del Hipercor de Barcelona o la casa cuartel de Zaragoza, con decenas de muertos, niños incluidos. También gusta la filmación elegante, clásica, ya conocida en Díaz Yanes, y la utilización de populares canciones italianas para contactar entre la espía y sus superiores, lo que permite una preciosa banda sonora incidental que con la bellísima Parole, parole alcanzará su máximo esplendor, siendo además crucial en la escena final, en la que se consiguen buenas dosis de tensión y suspense.

Correcto trabajo actoral en general, con Susana Abaitua al frente, una actriz que, aunque no alcance el voltaje dramático de Carolina Yuste, como hemos dicho, resulta muy creíble y es uno de los aciertos del film. Llama la atención la aparición de Ariadna Gil en un papel muy distinto de los que suele interpretar, aquí la siniestra “Anboto”, una de las más temibles dirigentes de ETA. También es llamativa la elección del director (y actor) Jaime Chávarri para encarnar a un veterano miembro de la banda.  

Aunque sea en clave de puro thriller, es importante que se sigan contando historias de aquel nigérrimo tiempo de ETA, de aquellos cuarenta años en los que convulsionó a la sociedad española: en buena medida, esas cuatro décadas son nuestro wéstern, así que no lo desaprovechemos. Y, sobre todo, no olvidemos lo que pasó, porque se puede perdonar y pasar página, pero no olvidar lo que nunca debió ocurrir.


(24-10-2025)


Un fantasma en la batalla - by , Oct 24, 2025
3 / 5 stars
En clave de puro thriller