Pelicula:

Hirokazu Kore-eda (Tokyo, 1962) es uno de los más reputados e interesantes cineastas japoneses del último cuarto de siglo. Aunque empezó a hacer cine a finales de los años ochenta, no sería hasta ya entrado el siglo XXI cuando su nombre empezó a hacerse familiar entre los cinéfilos de todo el mundo. Dio el aldabonazo con Nadie sabe (2004), desgarradora historia sobre la infancia abandonada, aunque después no estaría tan fino ni con Air Doll (2009) ni con Milagro (2011). A partir de ahí, sin embargo, sus películas se cuentan por éxitos, tanto de crítica y premios como de público (en los niveles, claro está, propios de la cinefilia: no estamos hablando de Vengadores et alii...); hablamos de De tal padre, tal hijo (2013), Premio Especial del Jurado en Cannes; El tercer asesinato (2017); y Un asunto de familia (2018), ganadora de la Palma de Oro en Cannes y nominada al Oscar.

Ahora Kore-eda dirige su primera película fuera de su país, y lo hace trasladándose a Francia, donde sitúa, en nuestros días, su nueva historia. Conocemos así a Fabienne, una diva del cine galo e internacional (no es difícil entrever que, en el fondo, es un trasunto de su propia intérprete, la gran Catherine Deneuve), y a su hija, Lumir, que vuelve de Estados Unidos con su marido, el mediocre actor Hank, y su hija, la pequeña y adorable Charlotte. Pronto veremos que las relaciones entre madre e hija son tirando a regulares: la devoción absoluta de la actriz hacia su carrera, que siempre consideró su prioridad, ha dejado huella en el carácter de la hija, que tiene un variado repertorio de agravios que afear a su progenitora. Entre tanto, la diva comienza su nueva película, en la que interpreta, ya en la senectud, a una hija que ve como su madre, por mor de una rara enfermedad, vive casi continuamente en el espacio, donde (supuestamente) el tiempo no pasa y llega el momento en el que la hija parece la abuela de su madre...

Lo cierto es que, sin carecer de interés (porque faltaríamos a la verdad si dijéramos tal cosa), la nueva película de Kore-eda nos tememos que no llega a la altura de sus últimas y estupendas películas. Su cine, que siempre está relacionado con la familia, o mejor, las familias, las que tienen lazos de consanguineidad, pero también las que nacen del afecto, del cariño, del roce; más concretamente, Kore-eda está especializado en el cine familiar sobre niños, nunca mirados de forma almibarada sino, por el contrario, sometidos generalmente a situaciones que les superan, duros momentos existenciales que difícilmente pueden afrontar con su corta experiencia vital. También su cine está lleno de progenitores y vástagos, siempre con complejas relaciones, que parece en concreto lo que ha gustado a Hirokazu para hacer esta película, que cuenta con guion propio, por lo que está claro su interés por esta relación hija/madre, en la que la primera es una mujer normal y corriente sobre la que, sin embargo, pesa la losa de la grandeza aplastante de la madre, en una suerte de síndrome de Adèle Hugo (recuerden, la hija de Víctor Hugo que no podía soportar la genialidad de su padre y su propia mediocridad, aparte de perder –literalmente...-- la chaveta por un oficial inglés).

Nos ha parecido interesante que, en la mirada intracinematográfica del rodaje en el que participa la diva, esta tome el papel de una hija (aunque por edad pueda ser, como se ha dicho, la abuela de su progenitora en la ficción), porque ahí veremos cómo existe una cierta transferencia de personalidad entre su hija real, el personaje de Lumir, y esa hija ficticia de la película, como si la descendiente auténtica se metamorfoseara milagrosa, sutilmente, con los rasgos de la progenitora verdadera, en esa hija falaz que solo existe en el guion y en la película que se rueda: sutil metalenguaje, entonces, en un film que, por lo demás, no defrauda en su bella estética, en su ritmo pausado y civilizado, en sus pullitas irónicas, casi siempre lanzadas por el personaje de Deneuve, que a la vez es y no es ella misma, en una suerte de distanciamiento no precisamente brechtiano pero que confiere matices de interés a la película.

Con apuntes también sobre el complicado papel de cuantos familiares giran en torno a la esplendorosa figura de la genio (hija, nieta, yerno, pareja, exmarido...), todos ellos ensombrecidos en sus vidas y sus obras por la luz de la diva, La verdad, sin embargo, nos parece una película un tanto acartonada, donde los personajes actúan en función de lo que dice el guion que tienen que declamar; quizá el hecho de expresarse en lenguas ajenas, inglés y fundamentalmente francés, haya hecho que Kore-eda, que suele sacar petróleo de sus intérpretes, no haga lo propio aquí, en una cultura, la francesa, que, aunque no en las antípodas de la suya, sí es cierto que tiene bastantes diferencias con la japonesa.

Podría decirse, y quizá no fuera ocioso, que La verdad es una versión muy libre, mucho menos desgarrada y también mucho menos talentosa, de Sonata de otoño (1978), una de las obras maestras de Bergman. Tenemos, efectivamente, el enfrentamiento entre la hija mediocre y la madre endiosada, tendremos los reproches por el abandono físico y, sobre todo, emocional, al que sometió la progenitora a su hija en su niñez y adolescencia, y tendremos el ajuste de cuentas que, inevitablemente, surge en una circunstancia como esa. Ahí, por supuesto, se acaban los parecidos, pues nos parece evidente que el Bergman es una película redonda y el Kore-eda no pasa de tener cierto interés.

Deneuve, queda dicho, parece autointerpretarse, con ese aplomo y ese tronío que solo las muy grandes, las que están por encima del bien y del mal, son capaces de dar a manos llenas sin, aparentemente, despeinarse; y Juliette Binoche alterna el rostro trágico de sus grandes dramas (aunque en puridad no sabemos exactamente por qué) con la sonrisa que tanto nos agrada cuando hace comedia y se deja de sufrir tanto, pobrecita. En el resto del reparto, Ethan Hawke, que no es precisamente Laurence Olivier, saca adelante con oficio su rol secundario; chapó por la jovencísima Clémentine Grenier, en su primer papel para la pantalla, una niña de una naturalidad y un desparpajo desarmantes, que si crece bien, puede darnos grandes momentos.

(05-01-2020)


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106'

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La verdad - by , Jan 05, 2020
2 / 5 stars
La diva y su hija