Antes que nada una matización: La vuelta de El Coyote es el título de este filme, y no El Coyote, como se le conoce: este título fue el de una vieja producción de los años 50, y no es posible utilizarlo ahora. Aclarado el tema, habrá que decir que, como cualquier hijo de vecino, Mario Camus también tiene que comer, y que pagar los recibos cada mes; si no fuera así, no creo que se le hubiera pasado por las mientes perpetrar un error (horror, más bien) como éste, en un género, el de aventuras, que no le va nada (y cuando lo ha afrontado, como en La cólera del viento, fue como excusa para una demoledora crítica política y social), y que se nota a la legua que no le interesa en absoluto.
Así las cosas, el resultado de este producto (puesto en circulación por el hábil Enrique Cerezo para obtener réditos a cuenta del multimillonario La máscara del Zorro, con Antonio Banderas) es desastroso: ni entretiene lo más mínimo, ni el guión tiene consistencia alguna, ni los actores aportan nada que no sea pasear su palmito. Ni siquiera se le saca punta a un tema de actualidad, el enfrentamiento de lo anglosajón a lo hispano en Estados Unidos (recuérdese el referendo sobre la educación sólo en inglés en California), limitándose en ese aspecto a una tibia y muy genérica denuncia sobre la usurpación yanqui de los derechos de los californianos de la época. Da auténtica pena ver a un cineasta de la talla de Camus, con títulos magníficos como Los santos inocentes, La colmena o Los días del pasado, metido en un fregado alimenticio como éste: miserias del vivir cada día...
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